Cap. 18| "No notan que te amo"

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Narra Amelia

Una semana después, decidí regresar a la universidad. Admito que no estaba lista, pero tampoco quería seguir en mi casa, haciendo nada, y privándome de alimentar mi carrera y conocimientos por la vergüenza y la inseguridad que el idiota de Lucas había impuesto en mi mente.
Esos vídeos no habían sido mi culpa, y ni siquiera habían sido subidos a Internet, pero tenía vergüenza y desagrado por mi persona de todas maneras.
-¿Crees que podrás? -Arizona interrumpió mis pensamientos.
Estábamos en nuestro cuarto. Dejé mi maleta en un costado de mi cama y la observé.
-Podré -dije sonriendo con vergüenza.
-Sabes que no tienes que ir a clases hoy, tal vez podrías quedarte en el cuarto adaptándote -sonrió mientras acariciaba mi hombro.
-Creo que ya he dejado de hacer mi vida por suficientes días, no quiero seguir retrasándome con la carrera -dije seria.
Arizona rió y mordió su labio.
-¿De qué te ríes? -pregunté confundida mientras me sentaba en mi cama y acariciaba la manta que la cubría.
-Que tal vez vas a seguir retrasándote porque vas a estar muy ocupada besándote con el pelirrojo -dijo Arizona.
-Arizona, no voy a distraerme con Owen -sonreí con vergüenza- él también tiene que obtener buenas notas.
-Tal vez estudiarán juntos -rió la rubia- ¿aparato reproductor masculino, te suena?
Negué con mi cabeza y reí, noté mis mejillas arder de vergüenza.
-¿Y te ríes porque lo conoces a la perfección? ¡pervertida! -dijo arrojándome un cojín.
Sonreí y volví a arrojárselo.
-Arizona -aclaré mi voz- ¿todavía no lo entiendes?
-¿Entender qué? Amy sabes que a mí se me da mejor el aparato reproductor femenino -me guiñó un ojo y rió.
-Lo sé -mordí mi labio- pero me refiero a que Owen y yo nunca...
Mi amiga levantó su ceja y mordió su labio.
-Nunca... ya sabes... -mi voz flaqueaba de vergüenza- nunca nos hemos acostado, nunca lo he visto desnudo.
-Hablas en serio -Arizona razonó.
-No voy a mentirte sobre algo así, y más luego de todo lo que ha sucedido con Lucas -dije frunciendo el ceño.
-Por supuesto, sé que no mientes ahora. Pero me refiero a que hablas en serio, a que siempre has hablado en serio, Owen era diferente -sonrió y se sentó a mi lado.
-¿Está mal? no acostarme con él -le pregunté preocupada.
-¡Amy! -Arizona rió y acarició mi espalda- nadie tiene que decir si está mal o no, aunque por supuesto que no lo está. Es decisión de ambos y supongo que sabrán cuándo será ese momento.
-Estamos teniendo una conversación que mi mamá me ha dado hace años cuando aún era virgen -dije riendo extrañada- ¿qué me sucede?
-Tal vez lo que te sucedió se llama Owen Hunt. Es una especie de hechizo que hace que todo sea más especial -sonrió y me abrazó.
-Quiero ir a clases, y a la vez, muero de vergüenza -le confesé aprovechando la sinceridad.
-¿Vergüenza? ¿vergüenza de ser la víctima? -preguntó acariciando mis mejillas- por supuesto que no.
Sonreí y la puerta sonó. Ambas nos miramos y Arizona me guiñó un ojo.
-Ambas sabemos quién está detrás de esa puerta -Arizona susurró y yo mordí mi labio nerviosa.
La rubia se alejó de mi lado y tomó su mochila de clases.
-¿Te vas? -le pregunté mientras ella comenzaba a caminar hacía la puerta.
-Me voy a tomar un capuccino antes de la primera clase mientras tú desayunas los besos de Owen -dijo y abrió la puerta- ¡Owen!
Owen rió al escucharla y frunció el ceño.
-Escuché eso, Arizona -dijo él avergonzado.
-Oh, sí, era el plan, no estaba diciendo más que la verdad -la rubia palmeó el hombro del pelirrojo y salió de nuestra vista.
Me levanté de la cama y lo observé mientras él entraba al cuarto y cerraba la puerta con cierta timidez.
Nos observamos a lo lejos y ambos sonreímos.
-Hey -dijo él, lucía un poco agitado- ¿está bien que venga aquí?
-Está perfecto -dije sonriendo como una tonta y mordí mi labio.
Owen sonrió y dio un paso hacía mí mientras observaba mi maleta.
-Bienvenida otra vez -dijo con dulzura.
-Hoy va a ser un día difícil, podría ser el día en el que más van a hablar de mí y a observarme como si fuera una celebridad polémica y escandalosa -respondí apenada.
-Y yo no voy a permitir que eso pase -Owen sonrió.
Lo observé y vi la bondad en cada parte de su rostro. Esa mañana se veía más distinto que siempre, se veía más hermoso que nunca.
-Eso lo sé, pero no quiero estresarte -me encogí de hombros- no quiero que intentes protegerme a tal punto que no puedas vivir tu propia vida.
-Amel...-intentó decir.
Pero antes de que concluyera su respuesta, lo besé. Lo tomé por sorpresa, como aquella noche de la Margarita.
Llevé mis manos a sus mejillas mientras prolongaba el beso y él, al reaccionar, posó las suyas sobre mi cintura atrayéndome más contra su cuerpo.
Sonreí y rompí el beso con cuidado, aún manteniendo su rostro entre mis manos.
-Lamento haberte interrumpido, pero no podemos fingir que no hemos pasado estos últimos días haciendo esto -dije observando su sonrisa llena de sorpresa.
-¿Podrías interrumpirme más seguido? -preguntó besando mi mejilla.
-Ajá -asentí y lo abracé.
Rodeé su cuello e hice puntitas de pie para poder aferrarme bien a él. Sentí sus manos acariciar mi espalda, sonreí y cerré mis ojos.
Mis dedos comenzaron a enterrarse en los pequeños casi rulos pelirrojos que tenía en su nuca y llevé mi nariz a su cuello con lentitud, aspirando cada gota de su colonia. Podía estar en esa posición por horas y no me agotaría jamás, porque mi cuerpo se había acostumbrado a sentirlo cerca.
Owen y yo habíamos pasado los días anteriores juntos, casi siempre juntos. Sus visitas a mi casa se habían vuelto frecuentes, y mamá solía decir que nuestro romance parecía esos de antes, donde todo era más inocente que nunca. Es que así estaba siendo lo que teníamos, inocente (y apasionado, pero mamá no sabía que Owen y yo nos habíamos deborado a besos cada vez que habíamos subido a mi cuarto, pero solo eso, besos).
El pelirrojo y yo pasábamos tiempo juntos de formas que jamás pensé que podían existir y valer la pena. Antes de conocerlo, pensaba que una cita no era una cita si no era en un bar, con música y alcohol de por medio, pero Owen me había enseñado que Nueva York en pleno día, era el mejor escenario para tener citas y entregarme de lleno al romance que teníamos.
¿Un poco irrisorio, no? Owen, recién llegado a la ciudad, aún siendo más escocés que americano, sabía más de mi ciudad natal que yo misma. Pero eso no me sorprendía, porque así de estupendo era él y todo lo que tenía que ver con su magia.
-Si no hubiese faltado tanto tiempo a clases, te estaría suplicando para que te quedarás aquí conmigo -susurré mientras salía de sus brazos.
-¿Segura que quieres regresar a clases? -preguntó.
-No quiero, pero siento que debo hacerlo -confesé sonriendo mientras él besaba mi frente.
-Me encargaré de que todo salga bien -dijo para tranquilizarme.
-Solo encárgate de seguir siendo el escocés más perfecto de la Tierra -respondí y él rió.
-¿Conocías algún otro? -preguntó con cierto coqueteo y besando mis labios por última vez antes de irnos de mi cuarto.

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