Cap. 49| "Esto es lo que quiero"

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Narra Owen

Desperté con Camila en mi cama, a mi lado, luego de haber pasado una noche de reencuentro un poco dolorosa, la pequeña había sufrido dolores en sus ovarios producto de un nuevo ciclo menstrual en el que estaba entrando.
Luego de un poco de insomnio, viéndola sufrir y lloriquear por el dolor, la pequeña finalmente logró dormirse pasada la medianoche.
La observé a dormir, contemplé su pequeña nariz, su cabello rubio un poco desordenado y la palidez típica de su rostro. Sus manos estaban sobre su vientre, se había quedado dormida en esa posición luego de mucho intentar aliviar el dolor.
Decidí levantarme con cuidado y encaminarme a la cocina, el departamento estaba ordenado gracias a que mi madre se había encargado de hacer una limpieza a fondo de todo durante mi estadía en Los Ángeles. Caminé hacia la cocina y decidí preparar el desayuno: algo simple para mí, y algo un poco más elaborado para llevarle a Cami a la cama antes de iniciar el día y llevarla al colegio.
Chequeé mi celular mientras tanto y vi una foto que Amelia me había enviado a mitad de la madrugada, una fotografía de Christopher durmiendo plácidamente sobre su pecho mientras ella mantenía su mano en la espalda del pequeño. Los rulos de él resaltaban por demás y sonreí al apreciarlo, por un segundo recordé el rostro de Ryan y volví a comprobar lo parecido que era a su padre.
Mordí mi labio y decidí elaborar una respuesta al instante, solo había pasado un día sin verlos y ya los extrañaba por demás.
Tomé una bandeja y la llevé llena de comida entre mis manos hacia mi cuarto para despertar a Cami de una manera distinta y dulce. Pero al entrar, la pequeña ya estaba con sus ojos abiertos:
-Hey -dije y miré la bandeja entre mis manos- quería sorprenderte.
-Sabía que algo tramabas cuando te levantaste de la cama sin siquiera besarme la frente -confesó con una sonrisa perezosa.
Me senté en el borde de la cama y sonreí al escucharla, Cami se incorporó y se apoyó en el respaldar. Me incliné un poco sobre ella y besé su frente:
-Moría de ganas de darte un beso pero no quería despertarte, sé que fue un caos poder dormirte -dije y acaricié su mejilla- ¿te gusta el desayuno que te he preparado?
Lo coloqué en su regazo con cuidado y ella lo observó con una sonrisa dulce, mordió su labio, arrugó su nariz y volvió a observarme:
-Te extrañé, papi -confesó y sus ojos color miel realmente me demostraban que hablaba con la verdad.
-Yo te extrañé a ti, lamento haberme ido -confesé con culpa y acaricié su mejilla- la próxima, no me iré a ningún lado sin ti.
Sonrió y tomó un sorbo de exprimido de la bandeja.
-¿Cómo van tus dolores? ¿han servido los tips caseros que la abuela nos ha dado? -pregunté y reí.
-Sigo molesta, pero no se compara con lo de esta noche, lamento no haberte dejado dormir por mis quejidos y lloriqueos -confesó con vergüenza.
-Cami, lo menos que puedo hacer por ti es estar a tu lado cuando eso sucede. Lamento no entender demasiado sobre estas cosas femeninas, por momentos deseaba ser yo quien estuviese sufriendo y no tú -confesé.
-Papi, siempre estás haciendo demasiado por mí -sonrió y llevó unas rodajas de fruta a su boca.
La observé con una sonrisa en mi rostro y por un segundo pensé en lo mucho que la amaba. Camila era mi alma entera, y cada sonrisa me sanaba el alma.
Pero no pude observarla por mucho, porque el timbre resonó en el departamento. Camila y yo nos observamos y ella se encogió de hombros confundida mientras volvía a concentrarse en su desayuno:
-Es raro que alguien venga a esta hora -dije- iré a ver.
Camila asintió y besé su frente otra vez antes de salir del cuarto.
Me dirigí a la puerta principal y al acercarme, escuché la dulce voz de Megan del otro lado. Sonreí al pensar que aún seguía en la ciudad y abrí sin dudar:
-Hey -dije observando lo reluciente que se veía.
Saltó a mí dándome un abrazo y rió, me aferré a ella y besé su cabeza:
-Hola viajero -dijo en mi oído.
-¿Me extrañabas? -pregunté observando su dulce rostro.
-Te eché de menos -rió- no quería irme de Seattle sin que hubieses regresado antes.
-Aquí estoy, pero no te vayas todavía -dije volviéndola a abrazar.
Megan sonrió apenada y negó con su cabeza.
-Jackson y yo debemos regresar a nuestro trabajo en NYC -confesó y besó mi mejilla- pero no lloremos, no estoy aquí para despedirme aún, no me iré hoy ¿cómo estás? ¿cómo te fue? ¿y Amelia?
-Demasiadas preguntas -reí y la adentré al departamento- ¿quieres café?
-Ya he desayunado, Jackson y yo tenemos una cita con el especialista de fertilidad en media hora -dijo y la miré con pena, sabía sobre sus deseos de ser madre y realmente sabía lo mucho que la angustiaba el tema.
-Está bien -sonreí intentando animarla.
-¿Cómo quedó todo allá en Los Ángeles? -preguntó intentando olvidar su tema.
-Amelia dijo que Carolyn despertó, que está feliz por ver a sus cinco hijos juntos. Y que seguir viviendo con cáncer no la desalienta -dije en voz baja.
-Tal vez porque tiene todo lo que necesita, sus hijos. Creo que llega un punto en la vida en el que solo te interesan las personas que más amas, y si están felices y en paz uno también lo está -reflexionó Megan.
-Carolyn solo quería volver a hacer las pases con Amelia, y saber que Amelia ahora está en paz con sus hermanas -dije sonriendo.
-¿Cuándo volverá? -preguntó- a Seattle.
-No lo sé, y no la presiono, quiere cuidar a su mamá -dije.
-¿Y Christopher? ¿cómo está siendo el viaje para él? -preguntó apoyándose sobre la encimera de la cocina.
Sonreí y mordí mi labio, me acerqué un poco a Megan y ella sonrió:
-Christopher me ha llamado papá -susurré- todavía lo recuerdo y se siente raro.
Megan rió y me abrazó.
-Pero ambos sabemos que te mueres por amar a ese niño como a tu propia vida, ambos sabemos que ya lo sientes como tu hijo -susurró en mi oído.
Reí y asentí, nos separamos y Megan continuó sonriendo.
-El punto es que Chris ya tiene un papá -dije- y todavía siento que es una falta de respeto para Ryan.
-Ryan falleció, Owen. Parece duro decirlo, pero ese niño no va a recordar nada de su papá porque nunca lo conoció. Christopher necesita a alguien que pueda cumplir ese rol, y creo que tú eres el indicado -susurró.
Sonreí y asentí con vergüenza.
-Ahora, cuéntame de Cami ¿cómo ha ido todo? -pregunté.
-Excelente, aunque el último día estuvo realmente extraña -dijo.
-¿Por qué? -volví a preguntar.
-Creo que algo sucedió en la escuela, volvió extraña de allí una tarde, y al siguiente día nos suplicó para ausentarse a clases. Mamá y yo dudamos en acceder a su pedido, pero ella nos juró que solamente quería quedarse en la cama leyendo y dibujando -dijo.
-¿Megan, por qué hicieron eso? -pregunté confundido.
-Es mi sobrina Owen, no la veo nunca, una parte de mí también quiso dejarla faltar a clases para estar con ella. A mamá le pasó lo mismo. Además, pareció funcionar, porque pasamos una tarde divertida y por un momento dejó de lucir extraña y preocupada -sonrió- no te enojes.
La miré confundida y debatí en mi mente.
-Supongo que luego intentaré indagar qué sucedió, tal vez algo con sus nuevas amigas... -dije.
-No es eso, ese día habló de sus amigas como si todo estuviera perfecto. Yo creo que algo más la hizo sentir mal -respondió.
Megan se detuvo y miró detrás nuestro, Camila estaba observándonos, ya lista para ir a clases y con una mirada avergonzada:
-Cami -sonrió y la abrazó- ¿cómo estás? ¿estás feliz porque ha regresado tu pelirrojo papá?
Cami sonrió y asintió, luego me observó y supe que ella ya había notado que Megan me había contado lo sucedido. Lo supe porque me miró avergonzada.

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