Cap. 31| "Christopher entre sus brazos"

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Narra Owen

Salí de una operación envuelto en cansancio y sueño. No había logrado dormir demasiado en la noche, es que mi mente divagaba pensando en Amelia.
Pensaba en recuperarla, en no dejar que la vida me pase por delante de mis ojos sin estar con la persona que realmente había amado. Pero todo era más difícil que cuando éramos universitarios, ya éramos adultos y padres.
Decidí que tomar un café en la sala de jefes ayudaría a despertarme ya que mi día debía continuar, aún necesitaba energía para llegar a casa y ayudar a Camila con su tarea.
Entré con un solo objetivo: la máquina de café. Tomé un vaso y comencé a llenarlo. Bebí un sorbo y giré para buscar un lugar cómodo para beberlo.
Y cuando lo hice, la vi, vi la razón de mis últimos insomnios.
Amelia estaba en el sillón con el pequeño Christopher entre sus brazos. Me sorprendí al verla y ella me observó con vergüenza.
-Mala educación de mi parte, entrar sin verificar que posiblemente hay alguien intentando dormir a un bebé -dije en un susurro.
Amelia rió en voz baja y miró a Christopher:
-No está dormido, está tomando su biberón -susurró- no está siendo un día muy bueno para él.
-¿Por qué? -pregunté confundido y preocupado a la vez.
-Supongo que, como los adultos tenemos días complicados, los niños pequeños también -me respondió.
Christopher se incorporó en los brazos de su mamá para observar con quién ella conversaba, lleno de curiosidad. Al verme, esbozó una sonrisa tímida mientras llevaba el biberón a su boca. Luego, miró a su mamá con un poco de diversión.
-¿Lo recuerdas? es Owen -le dijo Amelia mientras arreglaba sus pequeños rulos.
Christopher estiró un brazo en mi dirección y quitó el biberón de su boca.
-O...wen -repitió.
Me acerqué a ellos con timidez y pude observarlos más de cerca. Christopher señaló el espacio libre que quedaba en el sofá, indicando que podía sentarme junto a ellos. Miré a Amelia y ella sonrió con timidez mientras asentía.
Y así lo hice, me senté junto a ellos con el vaso de café entre mis manos. Pude observarlos de cerca y noté cada gesto de ambos. Amelia lucía cansada, pero hermosa. Christopher tenía sus ojos llorosos, posiblemente de alguna rabieta que había tenido minutos antes.
-Hey -llevé mi mano a los pocos rulos del niño y sonreí.
Christopher sonrió y pude notar sus hoyuelos a la perfección.
-Hola -dijo mientras volvía a llevar el biberón a su boca y comenzaba a relajarse nuevamente en los brazos de su mamá.
Amelia sonrió al verlo y luego me observó:
-Acabas de sacarle su primer sonrisa en mucho tiempo -me comentó.
Observé al pequeño bebiendo su biberón y sonreí con vergüenza mientras veía cómo su semblante se relajaba entre los brazos de ella.
-Debe ser horrible verlo llorar -dije mientras bebía mi café.
-Lo es -sonrió apenada- pero por suerte no hay nada que su biberón no pueda calmar.
-¿Tuvo un mal día en la guardería? -pregunté.
-Algo así, ha estado demasiado mimoso desde que se despertó. Lo dejé en la guardería y comenzó a llorar -me comentó.
-Creo que lo único que él necesitaba era estar así, contigo -sonreí.
-Bueno, yo también lo necesitaba -dijo sonriendo y besando la frente de Chris.
-Los dejaré a solas -susurré y la miré a los ojos.
Me levanté del sillón con una sonrisa simpática.
-¿Y tú? ¿tienes tanto sueño que temes no mantenerte despierto? -preguntó.
Sonreí y mordí mi labio.
-El insomnio parece ser mi gran compañero en la noche -respondí- pero mi gran enemigo en el día. Necesito que esto me despierte o de lo contrario no podré terminar mi jornada.
-¿Te vas? -preguntó Christopher.
Amelia rió al escucharlo.
-No te vayas -insistió él.
Sonrió con inocencia y volvió a beber su biberón. Observé a Amelia confundido y me encogí de hombros.
-Quédate, además tienes que terminar tu café -me dijo ella.
Volví a sentarme junto a ellos y observé a Christopher que volvía a relajarse en los brazos de su mamá.
-¿No te molesta? -la miré otra vez.
-En absoluto. Y a Christopher parece que tampoco -dijo sonriendo mientras me observaba con sus preciosos ojos.
-Gracias -dije bebiendo otro sorbo de café- ¿quieres que te traiga un vaso de café?
-No -sonrió- gracias. Aunque si tengo que decir la verdad... yo también he sido visitada por el insomnio estos días.
Sonreí al escucharla y por un momento quise decirle que mi insomnio era ella. No había nada más rondando mi cabeza por las noches que ella.
-Lidiamos con lo mismo -dije.
Ella rió con suavidad y bajó su mirada para observar a Christopher, que parecía estar siendo invadido por el sueño.
-Está siendo vencido por el sueño -susurré admirando al niño.
-Eso quería lograr -susurró mientras besaba la mejilla de su hijo.
Ambos hicimos silencio y nos quedamos contemplándolo. Su respiración se estaba volviendo relajada y sus ojos se comenzaban a cerrar completamente.
Pero la paz no duró demasiado, porque el teléfono de emergencia de Amelia sonó, produciendo que Christopher se despertara sobresaltado.
-Mierda -maldijo Amelia- no ha habido una urgencia en toda la mañana y justo tiene que haberla ahora.
Se levantó del sillón con Christopher entre sus brazos y el pequeño comenzó a llorar por haber sido despertado tan bruscamente.
Amelia me observó preocupada y con prisa.
-¿Podrías llevarlo a la guardería? -me preguntó- si me tomo el tiempo de llevarlo yo misma llegaré muy tarde a mi 911.
La observé confundido y observé a Christopher llorando entre sus brazos.
-Sus maestras lo calmarán, no te preocupes -Amelia añadió.
Asentí con inseguridad y estiré mis brazos para cargarlo como aquel primer día de trabajo donde lo salvé de recibir una descarga eléctrica.
Amelia me sonrió muerta de vergüenza y se acercó a mí para besar a Christopher.
-No llores, Chris. Regresaré en cuanto pueda -le susurró y luego me observó- lo lamento.
-Ve -dije sonriendo con el bebé desgarrado en llanto entre mis brazos.
Amelia tardó unos segundos en reaccionar, pero finalmente salió de la sala de jefes.
-Mama, mama, mama -dijo Christopher al verla alejarse.
Estiró sus brazos en dirección hacía la puerta y lloró aún más.
-Tengo que llevarte a la guardería, Chris -dije intentando calmarlo- allí vas a poder estar con tus amigos, será divertido.
El pequeño no respondió y se mantuvo llorando. Tomé su biberón del sillón y con Chris entre mis brazos me dirigí a la puerta de salida.
-Mama, mama, mama -repitió él, llorando desconsolado mientras se aferraba con fuerzas a mí.
Y entonces supe que no podía. No podía dejarlo envuelto en llanto en la guardería, eso solo iba a causarle más angustia.
Lo observé y vi sus lágrimas derramándose con fuerza.
-Chris, no llores -susurré- no iremos a la guardería.
-Mama -repitió observándome con tristeza.
-Mamá tiene que curar personas, curar cabezas -dije señalando mi cabeza- no te llevaré a la guardería, pero daremos un paseo juntos hasta que ella termine ¿quieres?
Christopher disminuyó un poco su llanto y asintió mientras refregaba sus ojos. Lo aferré más a mí y él rodeó mi cuello mientras se mantenía tenso.
Comencé a caminar sin rumbo por los pasillos del hospital, intentando lograr que su desesperación cesara.
Y parecía que lo estaba logrando, porque cada vez sus sollozos eran menos.
-Muy bien -susurré- lo estás haciendo muy bien. ¿Te gusta dar paseos por el hospital?
-Ajá -Christopher asintió mientras derramaba algunas lágrimas silenciosas.
-Mamá va a volver, lo prometo -sonreí al escucharlo- ¿sabías que mucha gente deja de tener dolor gracias a mamá?
Christopher me observó con curiosidad y pude notar la intriga en sus ojos lloros. Ya no lloraba, solo tenía pequeñas congojas producto de tanto llanto.
-Tu mamá es asombrosa, logra curar las heridas de todos -le susurré mientras le hice cosquillas en su nariz.
-Mama -repitió y esbozó una sonrisa tímida.
-¿La quieres mucho? -pregunté intentando distraerlo.
-Sí -respondió con otra sonrisa- mu...cho.
Reí al escucharlo y limpié las últimas lágrimas de sus mejillas. Christopher cerró sus ojos al sentir mis caricias.
Continuamos caminando en silencio y en cada paso notaba cómo el pequeño confiaba en mí. Se relajaba entre mis brazos y se aferraba con confianza.
Apoyó su cabeza en mi hombro y noté cómo intentó acurrucarse.
-¿Tienes sueño? -pregunté y tenerlo tan cerca me permitió oler su dulce aroma a niño muy pequeño.
Asintió con su cabeza y enterró sus manos alrededor de mi cuello.
-¿Quieres que sigamos caminando? -le pregunté.
-Ajá -volvió a asentir susurrando en mi oído.
Pude sentir su respiración relajándose y sus sollozos cesando. Llevé mi mano a su espalda y la froté con suavidad mientras seguíamos caminando sin rumbo alguno.
Y fueron cuestión de minutos para notar que finalmente había caído rendido entre mis brazos. Christopher había sido derrotado por el cansancio y se había dormido.
Sonreí al notarlo y guié mis labios a su cabello con rulos, le deposité un beso suave y llevé una mano a su cabeza para acariciarlo con suavidad.
Me detuve en la mitad del pasillo y observé a mi alrededor. Todos andaban apurados, corriendo y con sus rostros preocupados. Pero como me había enfocado en Christopher, no había dimensionado nada de lo que pasaba, como si el pequeño me hubiera transportado a una dimensión llena de paz.
Lo aferré más a mí para mantener su cuerpo caliente y comencé a dirigirme hacía el ascensor. No quería dejarlo en la guardería solo, así que sabía que el piso de los cuartos de descanso era la mejor opción.
-¿Owen? -me preguntó Derek confundido cuando las puertas del ascensor se abrieron para que Chris y yo entráramos.
El mayor de los Shepherd observó a su sobrino entre mis brazos y sonrió confundido:
-¿Me perdí de algo? -susurró.
-No es lo que crees. Solo fue una coincidencia -susurré mientras acariciaba la espalda de Christopher.
-¿Crees que el hijo de mi hermana durmiendo plácidamente entre tus brazos es una coincidencia? yo diría que es el destino -Derek palmeó mi hombro y sonrió.
-Solo estoy haciéndole un favor, a ella y a este pequeño -respondí y me apoyé contra la pared del ascensor.
Cuando llegamos al piso de los cuartos de descanso, me despedí de Derek y me dirigí a buscar uno vacío.
Aún no conseguía orientarme demasiado en el Grey-Sloan, pero sabía que todos los caminos conducían a Roma, o en ese caso, al cuarto de descanso ideal.
Minutos después, ya estaba en uno. Procuré que no hubiese nadie y me senté en la cama que más cómoda parecía.
Christopher intentó abrir sus ojos a raíz del movimiento pero se lo impedí:
-Dormiremos aquí hasta que tu mamá llegue ¿si? -le susurré y él pareció entenderme.
Me recosté en la cama con Christopher sobre mi pecho. Lo aferré a mí con fuerzas y continué acariciando su espalda para mantenerlo dormido.
Había algo en ese momento preciso que me hizo sentir extraño. Había algo que Christopher me transmitía que me encantaba y me enloquecía.
El calor del cuerpo del pequeño penetró mi pecho y sonreí al notarlo. De tan solo pensarlo, me fascinaba saber que Amelia había criado a un niño tan mágico e inocente como él.
Y con ese último pensamiento, yo también fui vencido por el cansancio y me dormí.

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