Cap. 50| "El enojo de Cami y Chris"

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Narra Owen

-No, no, no. ¡No! -gritó Amelia mientras dormíamos.
O pensé que gritó. Estaba muy dormido como para distinguir ese pequeño grito que me mantuvo en el limbo de la realidad y los sueños.
Abrí mis ojos y la observé dormir junto a mí. Tenía su ceño fruncido pero nada parecía haber sido real. "Solo fue un sueño", me dije a mí mismo, un sueño donde la escuché gritar.
Pero antes de que pudiera continuar durmiendo sabiendo que la mujer de mis sueños dormía a mi lado plácidamente, mis sospechas se confirmaron:
-No, no, no, otra vez no -Amelia comenzó a lloriquear con sus ojos cerrados.
Su respiración se agitó y comenzó a sollozar.
-¡No! -añadió.
-Amelia... Amelia -dije intentando despertarla- oye Amelia...
-No puede ser, no -lloriqueaba con lágrimas reales que se escapaban de sus ojos pero sin despertar.
-¡Amelia! -elevé un poco mi voz y sacudí sus hombros.
Abrió sus ojos al instante y se sentó en la cama asustada. Observó a nuestro alrededor mientras su pecho se elevaba agitado.
-Amelia... -intenté decir e intenté tocarla.
Me observó entre lágrimas y suspiró aliviada mientras reconocía mi cuarto y me reconocía a mí.
-Estabas teniendo una pesadilla -dije acercándome a ella y froté su espalda.
Dejó de observarme y cubrió su rostro con sus manos, todavía estaba agitada y su cuerpo temblaba.
-Todo está bien -susurré- estoy aquí. Solo fue un sueño, todo está bien -repetí.
Ella se mantuvo en silencio, sumergida en sus manos y aún lloriqueando avergonzada.
-Te traeré agua -susurré alejándome de ella y levantándome de la cama.
Caminé hacia la cocina y llené un vaso de agua fría. El departamento estaba completamente en silencio, eran apenas las 2AM.
Tomé en vaso entre mis manos y antes de volver a mi cuarto decidí echar un vistazo en el cuarto de Camila: mi pequeña dormía plácidamente en su cama con Christopher a su lado. Ambos se habían quedado dormidos luego de una historia que Amelia les había contado.
Sonreí al observarlos, sonreí al saber que todo estaba bien, sabía que Amelia se alegraría de escuchar eso. Continué mi camino y comencé a ir a mi habitación nuevamente.
Y allí estaba ella: intentando controlar su respiración y su compostura, observaba sus manos con pena y su rostro estaba húmedo por las lágrimas.
-Aquí tienes -dije volviendo a la cama y dándole el vaso.
Amelia lo tomó con timidez y bebió. Estaba angustiada y eso se notaba en todo su cuerpo, pero aún así continuaba siendo perfecta.
-¿Mejor? -pregunté volviendo a frotar su espalda- Cami y Chris están durmiendo plácidamente -comenté casual y con una sonrisa.
Amelia me miró a los ojos y sonrió apenada mientras dejó el vaso en su mesa de noche.
-Perdón -dijo finalmente, con su voz débil.
-No me pidas perdón, uno no controla los sueños, y menos que menos las pesadillas -sonreí y ella volvió a recostarse.
La cubrí con las mantas de la cama y me aseguré de que ninguna parte de su cuerpo estuviera al descubierto.
-He hecho un escándalo -dijo mordiendo su labio.
Me recosté a su lado y me acerqué a ella. Llevé mi mano a su cintura y la atraje más contra mi cuerpo. Sonreí y aprecié su mirada llena de terror y lágrimas.
-No has hecho un escándalo, las pesadillas pasan -susurré.
-Esto no era una pesadilla, era... -intentó decir pero cerró sus ojos y suspiró.
Las palabras no salían de su boca y al volver a observarme sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas.
-Gracias por despertarme de la pesadilla -fue lo único que pudo decir y se aferró a mí.
Escondió su rostro en mi pecho y continuó lloriqueando. La rodeé con mis brazos y mi mano recorrió su espalda para intentar calmarla.
-Todo está bien -susurré en su oído- estás conmigo, no estás sola.
-Tampoco quiero volver a estar sola -confesó en un sollozo.
Fruncí el ceño confundido al escuchar su respuesta y una parte de mí creyó entender a qué se debía tanta angustia. La aferré más a mí con fuerzas y besé su cabeza.
Entre caricias y pequeños besos, Amelia volvió a relajarse y finalmente a dormirse.

Narra Amelia

Desperté con un gran dolor de cabeza. La claridad del cuarto no ayudaba demasiado y mi cuerpo completamente tenso tampoco.
Giré sobre mí misma para observar a mi lado y estaba completamente sola en la cama de Owen. Seguramente, luego del show que había hecho a mitad de la noche con mis pesadillas, no habría querido despertarme tan temprano.
Llevé una de mis manos a mi cabeza y cerré mis ojos mientras lanzaba un suspiro. ¿Era necesario angustiarme tanto por un sueño? si solo había sido eso, un sueño. Me sentía avergonzada y sabía que, tal vez, volvería a suceder. Sabía que Owen merecía saber lo que había pasado, pero eso era contarle algo muy vergonzoso que tal vez, iba a parecerle ridículo.
-No, Chris, estos son míos -escuché la voz de Camila a lo lejos- Christopher...
-Chris, no toques eso -escuché a Owen decir con suavidad- podría arruinarse.
Me levanté de la cama con todo mi cuerpo adolorido y me preparé con rapidez. Mientras lavaba mi rostro, vi las ojeras que reposaban bajo mis ojos. Suspiré frustrada y traté de disimularlas con un poco de maquillaje.
Me dirigí a la cocina y allí los vi: Christopher y Camila desayunaban mientras Owen bebía su café apoyado sobre la encimera y chequeando su celular.
-Buenos días -dije acercándome a los dos pequeños.
Besé los rulos de Christopher y el pequeño me dio un abrazo, luego, acaricié la mejilla de Camila y besé su frente mientras la niña me miraba con inocencia y dulzura. La mejor parte de pasar la noche junto a Owen era que, a la mañana siguiente, todo parecía como un cuento de hadas.
Todo parecía como una familia, ya no me sentía sola.
Caminé hacia Owen y él dejó su café y su celular. Me observó de arriba a abajo intentando analizarme con solo una mirada y sonrió preocupado.
-Hey -dijo intentando mantenerse casual- buenos días.
Me acerqué a él y le di un beso rápido en sus labios para no llamar la atención de Chris y Cami. Llevó sus brazos a mi cintura y besó mi frente.
-¿Cómo estás? -preguntó en un susurro.
-Me siento tan agotada que parece que no he dormido -confesé- me duele todo el cuerpo, tengo ojeras.
Owen rió al escucharme y me mantuvo aferrada entre sus brazos. Besó mi mejilla y rozó su nariz con la mía.
-¿Quieres que hablemos de algo en particular? -preguntó, intentando indagar sobre mi sueño.
-La verdad que no -confesé saliendo de sus brazos- no quiero hablar sobre mi pesadilla, ahora no.
-Está bien -sonrió un poco confundido y decepcionado- pero...
-Lamento haberte asustado, hacía mucho tiempo que no sucedía, pensé que... -lo interrumpí.
-¿Ya has tenido la misma pesadilla antes? -preguntó en un susurro.
-No quiero hablar de eso, Owen -sonreí con pena- quiero tratar de olvidarla, empezar el día de buena manera.
-Está bien -dijo y noté la decepción en su rostro.
Tomé una de sus manos y la apreté con fuerzas, intenté parecer animada para darle tranquilidad. Me acerqué a él y besé su mentón.
-Chris, no -la voz de Camila nos interrumpió- podría arruinarse, estoy terminándola.
-Hay una pequeña disputa sobre la tarea de Camila -susurró Owen en mi oído- Christopher quiere ayudarla a toda costa.
Observé la situación y vi a Camila escribiendo con concentración, Christopher a su lado intentaba tomar un lápiz para ayudarla, pero la niña obviamente se negaba.
-Chris... -intentó decirle Cami con menos paciencia que antes- ¿por qué no dibujas mientras yo escribo?
La niña intentó sacarle el lápiz de sus manos y el intento se convirtió en un forcejeo. Christopher se rehusaba a darle el lápiz a Camila y forcejeaba con fuerza mientras reía.
-Chris... -intenté decir.
Pero ya era demasiado tarde. Los forcejeos provocaron que la taza de té de Camila se derramara sobre la mesa, y por consecuente, que la tarea de la niña se arruinara.
-¡No! -gritó Camila- ¡Christopher! ¿qué hiciste?
Algunas gotas de la infusión caliente cayeron sobre las manos de ambos. Camila estaba tan enfocada en su tarea totalmente arruinada que ni se percató, pero Christopher sí, y comenzó a llorar desconsoladamente.
-¡Te dije que no podías tocarla! -le gritó la niña enojada.
Caminé hacia ellos y tomé a Chris entre mis brazos. El pequeño se aferró a mí con fuerzas y continuó lloriqueando.
-La arruinaste completamente, Christopher -dijo Camila furiosa- ¿por qué tienes que tocar lo que no es tuyo?
-Camila -dijo Owen en un tono serio- fue un accidente.
-¡No fue un accidente! -gritó la niña tomando la hoja de papel escrita y totalmente mojada- le dije muchas veces que me dejara terminar mi tarea, pero no escuchó.
-¡No! -le gritó Christopher entre mis brazos, llorando y también enojado- ¡Camila mala!
-El malo eres tú que no sabes escuchar, eres un bebé, no tienes por qué tocar mis cosas de la escuela -gritó enojada mientras rompía la hoja de papel enojada y la tiraba al suelo.
-¡Camila! -intentó detenerla Owen.
-¿Qué? -gritó furiosa y nos observó- ¿vas a retarme a mí? la culpa es de él, es un bebé que toca todo lo que no le incumbe.
Señaló a Christopher entre mis brazos y finalmente hizo contacto visual conmigo. Al hacerlo, se percató de su enojo y su rostro pasó a ser una completa vergüenza.
-Pero tú estabas haciendo la tarea a último momento -le advirtió Owen- olvidaste hacerla antes y por eso ahora pasan estas cosas.
-Si él no molestara tanto yo la habría podido terminar -dijo en voz baja mirando a su papá con angustia.
Y sin decir nada más, salió de la cocina y se dirigió a su cuarto.
-¿Mama?-lloriqueó Christopher entre mis brazos y me mostró su mano un poco empapada de té.
-Tengo una loción que puede aliviar la quemadura -dijo Owen.
-No, no es nada, con un poco de agua estará -dije mirando la mano de mi hijo.
Me dirigí al baño con Christopher entre mis brazos e intenté aliviar la poca irritación con agua fría. Pareció funcionar porque su llanto cesó de inmediato.
-¿Mami? -intentó decirme- Camila mala.
-Camila no es mala, está enojada. Y tiene razón Chris, tú no debiste molestarla -dije con seriedad- tienes que aprender a escuchar a las personas.
El pequeño me miró con seriedad, sin entender demasiado lo que le decía pero al mismo tiempo entendiendo todo, entendiendo que algo había hecho mal.

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