Cap. 4| "Tu forma de pedir perdón"

354 28 16
                                    

Narra Owen

-Deja de estudiar, Owen -rió Megan durante el almuerzo- vive un poco la vida.
-De esta forma vivo mi vida, Meg -sonreí dándole un bocado a mi sándwich.
-Siempre dices lo mismo -protestó revoleando sus ojos hacía arriba.
-Estoy ocupado, Megan -insistí- el penúltimo año no es un juego.
-Por lo menos... ¿me acompañarás al juego de los Lions este viernes?
-Es lunes, Megan -respondí- falta aún.
-Solo debes decir que sí o que no -respondió enojada- será divertido, un poco de aire libre y sol le vendría bien a tu vida de ermitaño.
-Está bien -protesté- pero solo dime algo...
-Lo que sea -dijo con soberbia.
-¿Cómo llevas tu año? parece que ni siquiera le dedicas tiempo a la carrera.
-Por supuesto que le dedico tiempo, Owen -rió.
-Esto no es un juego Megan, no necesitamos que mamá se estrese con tus notas, tenemos un trato -recordé.
-¿Qué trato? ¿Empezar una vida nueva en Nueva York? tonterías, Owen, nuestra vida seguirá siendo igual en todos lados, deberías admitirlo y mamá también -respondió enojada.
-Mamá ha sacrificado mucho por nosotros. Ahora mismo está sacrificando la oportunidad de vivir su vida de adulta casi mayor en el país donde vivió toda su vida para darnos un futuro mejor, está en un país donde no conoce a nadie y hasta tiene que salir a trabajar -respondí.
-No hables tonterías, estás mal de la cabeza, mamá estará bien -dijo.
-Tal vez eres tú quién está mal, vives en tu burbuja de idioteces y no piensas en lo que realmente importa -respondí enojado- ¿qué es lo que te importa ahora? salir y ser un poco popular, estás realmente mal, Megan.
Megan me miró con enojo y se levantó de la mesa dejándome a solas en la enorme cafetería llena de gente que no conocía ni quería conocer.
Suspiré. La vida en Nueva York era demasiado difícil, no sabía cómo iba a soportarla.
Me levanté de la mesa, arrojé mi bandeja de comida en el cesto de basura e intenté buscar a Megan. A veces las palabras se escapaban de mi boca y no lograba controlarlas, en realidad... no lograba controlar nada, ni siquiera mi vida.
Caminé por los pasillos enormes un tanto perturbado y concentrado en buscar a mi hermana. Y estaba tan interesado en encontrarla que topé con dos personas que justo salían de un salón de clases.
-¡Oye! -gritó una voz irritable e imposible de no reconocer.
Me detuve al escucharla y volteé. Era Amelia con su amiga la rubia, Arizona, ese era su nombre.
-Perdón -dije ignorando su altanería.
-¿Estás bien, Owen? -preguntó Arizona.
-Arizona, vamos -le dijo Amelia, bueno, al menos respetaba el acuerdo de ignorarme y no intentaba sabotearme.
-Pe... -intentó decir Arizona y me miró apenada- Owen no luces muy bien.
Amelia se detuvo resignada y suspiró cansada observándome.
-Owen, dile qué te pasa a Arizona, o si no... no parará de preocuparse por ti en toda la tarde -dijo enojada- vamos, habla, estamos apuradas.
-¿Vieron a Megan? -pregunté ignorando a la descortés Amelia otra vez.
-¿Quién rayos es Megan? -respondió Amelia.
-Mi hermana -respondí- es imposible que no la reconocieras si la viste.
-No, no la vi -respondió- no la vimos.
-No, Owen -asintió Arizona- no la hemos visto.
-Bueno -respondí y les di la espalda para seguir buscándola.
-Espero la encuentres -Arizona elevó su voz y admitió con dulzura, ella era diferente a Amelia.

Narra Amelia

-Deberías preguntarle qué le sucedía -me dijo Arizona minutos después, refiriéndose a Owen.
-¿Qué? -reí- ¿por qué no lo haces tú? tú eres a quien le interesa el pelirrojo.
Arizona suspiró agotada.
-Si no supiera que eres homosexual, ahora mismo pensaría que tienes un crush con Owen -reí.
-Oh por dios -rió Arizona- ¡no! solo que me agrada, pero no tengo la oportunidad de hablar con él como tú sí, por eso sugería que tal vez podrías preguntarle qué le sucedía con su hermana.
-Eso no es de nuestra incumbencia, Arizona -dije fastidiada- es su vida, y es un total desconocido para nosotras.
-No es un desconocido totalmente -sugirió.
-Para mí lo es -respondí- intenta no manipularme con tu amabilidad, por favor -reí.
-Al menos lo intenté, solo pensé que tal vez querías mejorar y avanzar niveles en tu amabilidad -sonrió.
-Ya fui demasiado amable ayer -me encogí de hombros- tengo otras cosas en las que pensar.
-¿Cómo qué? -preguntó.
Dudé, y eso me hizo preocupar. Siempre tenía algo en lo que pensar: en chicos, en ropa, en sexo, en alcohol, en fiestas y otras cosas divertidas. Pero justo en ese momento, luego de un verano tan salvaje, no me encontraba pensando en nada interesante más que en terminar mi trabajo con Owen y poner un cien por ciento de mí en mi penúltimo año.
-En... -dudé.
-Amelia Shepherd -se sorprendió- es la primera vez que no me respondes nada un poco desubicado.
-¡En el juego de los Lions este viernes! -me encontré intentando autoconvencerme de que estaba entretenida pensando en ese evento, cuando la realidad era que no.
-Suenas muy... artificial -rió.
-¿De qué hablas? por supuesto que estaba pensando en eso y en... la fiesta que habrá esa misma noche si los Lions ganan -dije.
-Como digas -me guiñó un ojo- tengo que irme a la biblioteca, tengo una cita de estudio con Callie ¿a qué hora es la tuya?
-¡Owen y yo no tenemos citas para estudiar! -dije enojada.
-Amelia, bromeaba ¿por qué te pones tan nerviosa? -rió y se alejó dejándome con las palabras en la boca.
Me encontré sola en la mitad del pasillo, esperando a que el momento para entrar a mi próxima clase llegara. Hasta que unas manos se posaron por detrás mío y besaron mi cuello, por suerte el pasillo estaba desierto.
-¡Lucas! -dije enojada y lo alejé- no me gusta que nos vean.
-No hay nadie, Amelia -rió.
-Hay cámaras -señalé el techo.
-Nadie mira esas cámaras -respondió y me acorraló contra la pared.
-¿Por qué eres tan intenso? -pregunté alejándolo.
-¿Solo te intereso para el sexo? -preguntó.
-Creí que siempre nos interesamos para eso -dije con sinceridad.
-Sí pero... -intentó decir.
-Pero nada -respondí- ya sabes que el único momento en el que podemos hacer lo que queramos es cuando estamos solos, mientras tanto solo somos amigos.
-¿Nos vemos hoy? -preguntó.
Suspiré y revoleé mis ojos, volteé y comencé a caminar alejándome de él.
Detestaba que me tengan como atada, como presa, que me exigieran compromiso y pensaran que los encuentros podían suceder en cualquier momento y en cualquier lugar. Pero no, yo no funcionaba así. Yo era libre, y decidía cómo, cuándo y dónde pasaba, nadie lograba estremecer mi corazón y hacerme sentir nada más que placer al momento del sexo, nadie, y aún así todos estaban rendidos por mí.
Una voz gruesa y en un tono bastante alto me esfumó los pensamientos de enojo y libertad que rondaban en mi cabeza. Provenía de una de las aulas principales que estaban vacías, seguí el sonido y me asomé a la puerta que estaba entreabierta. Como esperaba y suponía: el pelirrojo estaba ahí, un tanto desesperado.
-Por favor, estoy intentando encontrarte y no puedo. No debí haber hablado así. Megan, no puedes ignorarme, dime dónde estás, quiero hablar contigo -decía mientras supuse que estaba dejándole  a su hermana un mensaje de voz.
Caminaba de un lado al otro mientras golpeaba su mano libre contra las muebles. Se veía afligido, preocupado, triste y solo.
-Sabes lo mucho que te amo -insistió hablando a su teléfono- por favor, Meg.
Cortó el mensaje y suspiro mientras miraba el techo como buscando un poco de suerte. Guardó el celular en el bolsillo de su pantalón y se giró hacía la puerta. Me vio y se sorprendió, lo noté en su ceño fruncido y en sus mejillas que se tornaron un poco rosadas.
-¿Me estabas espiando? -preguntó con cierta susceptibilidad.
-Yo no... -intenté decir.
-¿No te enseñaron a no hacerlo? -agregó enojado.
-No te estaba espiando, tú eras quien estaba levantando la voz y resonaba en el pasillo vacío -respondí enojada.
-¿Por qué estás en todos lados? -preguntó.
Me sorprendí.
-¿Estás enojado y te descargas con la primera persona que aparece ante tus ojos? -pregunté sintiéndome humillada- estaba a punto de darte una ayuda.
-No necesito tu ayuda -se defendió.
-Será mejor que hoy cada uno vaya a la biblioteca y estudie por su lado -respondí con enojo y una sensación rara que no podía interpretar.
-Será lo mejor -respondió- que cada uno investigue y estudie lo que le corresponde.
Pasó junto a mí haciéndome a un lado de la puerta y chocando sus hombros contra los míos con un poco de violencia. Me dejó sola junto a la entrada de esa enorme y tétrica aula, me dejó sola y envuelta de furia, había tenido la intención de ayudar pero había sido en vano, no volvería a ser amable con él.

➶ I met you at the university ➴ | OmeliaWhere stories live. Discover now