Cap. 1| "Ginger"

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Narra Amelia

Volver al campus luego de uno de los veranos más divertidos de mi vida no era algo fácil. Y más cuando volver involucra estudiar y tratar de mantenerse en la línea de la responsabilidad.
Mi verano había sido una locura, pero para mí, la locura ya era normalidad. Había estado con más de un chico (había perdido la cuenta de cuántos), había bebido por demás, había ido a fiestas casi todos los días así que ya ni recordaba como era la vida de día y había dado excelentes paseos con mi mejor amiga, Arizona Robbins.
Pero lo bueno no dura demasiado, lo volví a confirmar luego de pisar el campus de la Universidad de Nueva York (NYU) ese lunes soleado del mes de Agosto.
Ese sería mi penúltimo año de universidad y estaba entusiasmada, parecía ser realmente cool ser de los más grandes del campus. Me fascinaba saber que todos comenzaban a respetarme, a observarme más de lo normal y que... la mejor diversión está cuando eres de los más grandes de las fraternidades.
-Llegamos, al fín -dije luego de adentrarme en mi cuarto, el cuál compartía con Arizona.
Me arrojé en mi cama y sonreí.
-Le avisaré a mi mamá que ya estamos instaladas otra vez -comentó Arizona mientras tipeaba un mensaje en su teléfono.
-¿En serio? -pregunté y reí burlonamente- Arizona, vivimos en la misma ciudad que nuestras familias, es innecesario tener que decirle algo así.
-Pero... ya sabes -respondió- Nueva York es una ciudad peligrosa algunas veces, solo quiero dejarla tranquila.
-Como digas -dije riendo.
-Deberías hacer lo mismo -me respondió.
-Luego de actualizarme y ver qué sucedió en el campus mientras no estábamos -dije saltando de la cama y me asomé a la ventana.
-Amelia, tienes veinticuatro años y pareces de quince -Arizona rió.
-¡Oh, mira! ¡Es Callie! -dije mientras señalaba.
-¿Dónde? -preguntó y arrojó el celular corriendo desesperada hacía la ventana.
-Ajá -dije señalándola con mi dedo acusador- ¿quién parece de quince años ahora?
-No es gracioso -me golpeó el brazo- no juegues con esas cosas.
-¿Te da vergüenza verla? -pregunté mientras observaba como los nuevos estudiantes se instalaban en el campus.
-No -dijo- pero es extraño... he pasado todo el verano con ella, fue un amor a escondidas. Será raro fingir que nada pasó.
-Y entonces no finjas -dije encogiéndome de hombros- la vida es más fácil de lo que crees.
-Gracias, William Shakespeare -respondió volviendo a su celular- pero tu lo dices porque has besado a más de una persona este verano.
-Más de diez -dije riendo mientras seguía observando por la ventana y mordí mi labio- aunque no sé la cantidad con exactitud estoy segura de que pasé ese número
-¿No te da asco? tienes demasiada saliva ajena en tu boca. ¿No le temes a las enfermedades de transmisión sexual?
-Arizona -dije y reí mientras volteaba a verla- que viva besándome con chicos nuevos o cambiando de labios no significa que no sepa cómo cuidarme. Soy un poco tonta, pero no tan tonta. Y si quieres saber más, tomo píldoras anticonceptivas y uso profilacticos, siempre.
-Gracias al cielo, sabes que nuestra carrera es demasiado larga como para tener un hijo justo ahora -me respondió.
-¡Es nuestro antepenúltimo año! -dije entusiasmada.
-Mas la residencia -dijo.
-La residencia es casi lo mismo que haber terminado completamente la carrera -respondí- en la residencia ya estás en el campo de juego.
-Bajo las órdenes de un jefe de planta o especialidad diabólico que te hace la vida imposible mientras intenta que caigas en el camino -agregó.
-Mmmh, eso no me asusta.
-¿Hay algo a lo que me temas? -rió.
-A que dejemos de compartir habitación -respondí intentando ser graciosa.
Había conocido a Arizona el primer año de universidad. Y la conocí más en detalle gracias a que nos asignaron aleatoriamente como compañeras de habitación. Desde ese entonces, nos volvimos inseparables.
Nos complementábamos perfecto: ella era la dulce, risueña, soñadora, bonita y honesta mientras que yo... era la rebelde sin causa.
Aunque no se lo demostraba demasiado, realmente, Arizona era muy importante en mi vida. Y honestamente, no podía imaginarme sin ella, aún cuando a veces solía ser demasiado seria y exigente si se trataba de mi rebeldía.
La puerta de nuestra habitación sonó, supe al instante quiénes podían ser.
-Iré yo -dije sonriendo.
-Intenta... ya sabes, no volver tan caliente el ambiente. Recuerda que somos un grupo de amigos -sonrió Arizona con sarcasmo.
-No empieces -dije riendo y abrí la puerta.
Los gemelos Montgomery estaban allí. Oh casualidad que coincidía con el apellido de la novia en ese momento de mi hermano Derek. Addison Montgomery.
Sadie y Lucas Montgomery eran dos gemelos íntimos amigos de nosotras. Ambos venían de Los Angeles y eso se notaba porque cada lunes, ellos regresaban con un leve bronceado inevitable de observar.
Ambos eran rubios de ojos marrones con unos dientes perfectamente blancos y cuerpos que lograban atraer a cualquiera. Tal vez por eso, en varias ocasiones, había terminado pasando la noche con Lucas, que más que amigo ya era uno de mis pretendientes en la lista.
No nos habíamos visto en todo el verano, y realmente, el rubio con cuerpo de surfista se veía realmente atractivo.
-Hey -dijo Sadie y nos abrazó.
Sonreí y palmeé su espalda. No solía ser demasiado demostrativa con nadie.
-¿Cómo estuvo el verano en L.A? -les preguntó Arizona.
-Esperamos que nos visitaran -dijo Lucas.
-Teníamos cosas que hacer en Nueva York -dije sonriendo con misterio.
-Oh -rió Sadie, que a diferencia de Arizona no sabía de mis encuentros casuales con su gemelo- entonces, quiero saber cada detalle.
-Oh, créeme -dijo Arizona- no quieres saberlos.
-Ya habrá tiempo para eso -dije evitando el tema y observé que Lucas me clavaba la mirada- ¿vamos a burlarnos de los nuevos?
Arizona dudó.
-Estoy segura que Callie aparecerá en cualquier momento -le susurré a la rubia en su oído a lo cual sonrió.
-Vamos -dijo Sadie y salió de la habitación seguida por Arizona.
Intenté seguirlas, pero el brazo de Lucas bloqueo la salida y me detuvo.
Levanté mis ojos para observarlo y supe exactamente qué estaba buscando.
-Te extrañé -me confesó.
-Suelen decírmelo -dije bien arrogante.
-¿Y tú? ¿No me extrañaste ni un poco? -preguntó llevando sus manos a mi cintura.
-Mmmmmh -dije y llevé mis labios a uno de sus oídos- no.
Y aprovechando que estaba un poco distraído, lo empujé haciendo que saliera de mi paso.
-Nos están esperando -dije y él me sonrió.
Bajamos para ir fuera del edificio de las habitaciones y salimos. Había mucho sol y el aire caluroso del verano se mezclaba con un poco de viento refrescante. Era casi un caos, el primer día siempre era un caos, porque llegabámos todos de nuestras largas vacaciones con mucho equipaje y... principalmente, porque llegaban los nuevos ingresantes a la universidad con sus familias que venían a acompañarlos a instalarse.
-Veamos qué ingresantes de primero graciosos hay este año -dijo Lucas riendo y achinó sus ojos.
-No sean malos, alguna vez fuimos nosotros el objeto de burla -dijo Arizona.
-Fuimos, tiempo pasado, ahora debemos vengarnos -dije riendo y comencé a llevar la delantera hacía unos bancos vacíos que había bajo un árbol.
Me senté y Lucas aprovechó para sentarse a mi lado mientras que, con cuidado de no ser visto por su hermana, rozó sus dedos con los míos en motivo de coqueteo. Simplemente lo ignoré, no por miedo, sino porque no siempre estaba interesada en él.
-Miren a esa de lentes -dije señalando a una chica que llegaba con una señora mayor que parecía ser su madre.
-Tiene estilo de estudiar... ¡chef! -rió Sadie con burla que estaba sentada en otro banco junto a Arizona.
-Miren a ese -rió Lucas y señaló a un rubio un poco flacucho que estaba pálido del susto.
-Hay que enseñarle lo que es bueno -dije riendo al verlo tan asustado.
-Ay, miren a ella -señaló Sadie a una chica de primero que vestía como una lady- ¿quién se cree?
-Creo que tengo una nueva misión -dijo Lucas y vi cómo se deleitaba observando a la chica, que no estaba nada mal.
-Eres desagradable -dijo Arizona- espero que no planees hacer lo que creo que piensas.
-Desafíame -le dijo Lucas- ¿quién puede resistirse a un chico de los más grandes? nadie.
Lo miré y reí.
-¿No me crees capaz? -me susurró en mi oído- ¿te da celos?
-Nunca tendría celos de ti -respondí mordiendo mi labio- lamento si eso pensabas, creo que he decepcionado a tu ego.
-Vas a ver que lograré que tengas celos -volvió a susurrarme y con sus dedos rozó mi pierna.
-¡Miren a ese pelirrojo! -gritó Sadie y señaló a lo lejos, gracias al cielo nos interrumpió.
Realmente, en ese momento solo pude reírme a carcajadas. Era curioso ver a un pelirrojo en la NYU.
-En realidad, son dos -dijo Arizona- miren, la chica.
-Deben ser hermanos -Lucas sacó conclusiones.
-Se ven patéticos -reí- miren, ni siquiera saben a dónde ir.
-¿No creen que el pelirrojo luce un poco anciano como para ir a primer año de universidad? -rió Lucas.
-Persevera y triunfarás -le respondió Sadie.
-Yo ni lo intentaría, luce demasiado viejo y ridículo como para entrar a la universidad -reí.
-¿Y tú de qué te quejas? -me preguntó Arizona enojada.
-Cállate -respondí a la defensiva.
-Arizona tiene razón -rió Sadie.
-Pero al menos yo no luzco anciana, soy lo contrario a eso -sonreí burlonamente.
Debería explicarles. Sucede que en realidad, yo debería ir dos años menos en la universidad. Pero mi coeficiente intelectual me permitió hacer más de un año en uno solo. Así que, soy la más joven de mi año, dos años más joven que todos, pero solo los que me conocen lo saben. Es un pasado oscuro, un pasado donde era demasiado nerd y no disfrutaba la vida y la libertad universitaria como debía.
-Parece ser buena persona -dijo Arizona aún admirando al pelirrojo, que estaba guiándose por los carteles que indicaban los distintos sectores en el campus.
-Está bien bueno -confesó Sadie.
-Bromeas ¿no? -le preguntó Lucas riendo- es horrible.
-Lucas, tú eres el horrible aquí. Solo mira a ese pelirrojo, musculoso y con su ceño fruncido -sonrió Sadie.
-¿Y eso te excita? -pregunté mirándola con asco- he visto cosas mejores.
-¿En serio? ¿El profesor de italiano del año pasado te parece mejor? -me dijo en venganza.
-Fue solo un beso -dije enojada, odiaba cuando alguien lograba dejarme sin palabras.
-¿Quién besa mejor, él o yo? -me susurró Lucas en mi oído.
-Deja de ser tan molesto -respondí enojada y me paré del banco.
-Oye, no te enojes -dijo Sadie.
-No me enojé -sonreí haciendome la superada- iré a mi cuarto a desempacar y luego me prepararé para la fiesta de bienvenida de la fraternidad.
-Ojalá el pelirrojo esté en la misma fraternidad que nosotros-me dijo Sadie- necesito conquistarlo para el final de la noche.

➶ I met you at the university ➴ | OmeliaWhere stories live. Discover now