Cap. 68| "Mamá y papá actúan distinto"

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Narra Amelia

Desperté al día siguiente con mi mano estirándose para buscar al pelirrojo que pensaba encontrar a mi lado.
Pero la realidad escupió mi rostro cuando me encontré completamente sola en la cama, sin siquiera la compañía de su almohada.
El vacío me invadió y abrí mis ojos, lamentando haber abandonado mis sueños. Mordí mi labio, extrañando la seguridad que me producía despertar a su lado todas las mañanas y recibir sus besos y caricias. Todo estaba demasiado vacío, su lado intacto y sin ser tocado, sentí un nudo en mi garganta y cerré mis ojos intentando aliviarlo.
No podía permanecer ni un segundo más allí, sintiendo su aroma y esencia impregnados en cada parte de la cama. Me senté contra el respaldar y llevé mis rodillas a mi pecho mientras apoyaba mis brazos sobre ellas y observaba a mi alrededor.
Mi mente era una mezcla de desconfianza y, al mismo tiempo, deseos de olvidar los chismes y volver a sus brazos. Pero no todo era tan simple, estaba haciendo lo posible por no huir como lo habría hecho en el pasado, como cuando lo hice al enterarme de que Sadie estaba embarazada, embarazada de una bebé que doce años más tarde se volvería mi hija.
Suspiré y sentí las náuseas invadirme, mi estómago parecía estar acostumbrándose al sentimiento de experimentarlas producto de los nervios.
La puerta del cuarto se abrió de repente e intenté lucir lo mejor posible. Me senté completamente erguida, disimulando el desastre, pensando que se trataría de Owen.
Pero me sorprendí y tranquilicé al ver a Christopher adentrándose en el cuarto:
-Mama -dijo con su voz un poco ronca, su rostro dormido y sus rulos completamente alocados.
Solo vestía su ropa interior y una remera, caminó hacia la cama con pereza y la trepó. Gateó hasta mi lado y escaló mis piernas para sentarse sobre mí. Su dulce aroma me invadió y lo rodeé con sus brazos mientras él parecía querer gozar de los últimos minutos de sueño junto a mí.
-Hey -susurré enterrando mi nariz en su cuello- buenos días, bonito.
Me sentía tan mal, que incluso me costaba hablar.
Christopher no respondió, solo rodeó mi cuello y se aferró a mí entre pequeños quejidos y respiraciones profundas.
-Parece que alguien está demasiado perezoso -volví a susurrar- lo hiciste muy bien hoy, pasaste toda la noche solo en tu cuarto.
Abrió sus ojos y me observó con pereza, bostezó y estiró sus brazos casi queriendo alcanzar el techo.
-Eres muy valiente -añadí y sonreí.
-¿Papa? -preguntó sin rodeos y achinando sus ojos, intentando adaptarse a la claridad del cuarto.
Su mirada se tornó en intriga y sonrió con timidez esperando mi respuesta.
Por un segundo me trasladé al pasado, en donde solo éramos Christopher y yo despertando solos, en dónde tenía que recordarle todos los días que Ryan, su papá, estaba en el cielo.
Pero esa vez no se refería a Ryan, posiblemente ya no lo recordaba. Se refería a Owen, a su amado "papa".
-Papá está... -intenté decir, buscando una excusa que no lo confundiera demasiado.
-Estoy aquí -la voz de Owen nos tomó por sorpresa.
Levanté mi mirada y lo encontré de pie junto a la puerta, observándonos. El pelirrojo ya estaba completamente vestido, listo para comenzar su día.
Christopher sonrió al verlo y Owen se adentró al cuarto para acercarse a nosotros, o mejor dicho al pequeño.
Chris estiró sus brazos, casi hipnotizado por la presencia de su papá. Owen lo removió con cuidado de mis piernas, lo aferró a él mientras nuestro pequeño envolvió su cuello con seguridad y dulzura mientras apoyaba la cabeza en su hombro.
Owen lo observó y besó su frente. Los contemplé a ambos en silencio, sintiendo cómo la angustia de la noche anterior me quemaba, sintiendo cómo me dolía desconfiar de él.
El pelirrojo notó mi mirada sobre la suya y me sonrió sin saber qué hacer exactamente, completamente incómodo.
-Creí escuchar a Christopher hablando y pensé que tal vez estabas dormida -se excusó- vine a buscarlo antes de que te despertara, pero llegué tarde -confesó.
Sonreí con pena y admiré a mi hijo en sus brazos. Jamás veía a Christopher tan tranquilo como cuando estaba en los brazos de Owen.
-Descuida, ya estaba despierta -respondí.
-Continuaré el desayuno entonces -dijo Owen besando la frente de Christopher y lo dejó nuevamente sobre la cama.
El pequeño lo observó y sonrió, observando a Owen como si fuera su mundo entero.
-Yo me encargaré de él -comenté observando la mirada llena de tristeza y cansancio del pelirrojo y señalando a nuestro hijo.
Owen le sonrió y me ignoró, le acarició los rulos y salió del cuarto.
Christopher volvió a enfocarse en mí y gateó otra vez para sentarse sobre mis piernas. Lancé una risa débil y lo detuve con mis brazos mientras besaba una de sus mejillas:
-No, suficientes abrazos y caricias por esta mañana. Debemos levantarnos, pequeño señor -le comenté.
Me observó y rio con picardía, desafiándome con su mirada, como si el pequeño supiera que yo necesitaba de su inocencia y diversión para sanar todo lo que sentía dentro de mí...

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