Cap. 77| "Nuestras vidas a punto de cambiar"

215 14 17
                                    

Dos semanas después...

Narra Amelia

Owen había vuelto a acompañarme a un nuevo encuentro de apoyo contra las adicciones, mejor conocido como A.A. Era el tercero al que asistía desde que le había confesado que mi mente luchaba otra vez con el deseo de caer en la adicción.
Cuando el encuentro terminó, me quedé conversando con algunas personas que eran de gran inspiración allí dentro. Owen dijo que me esperaría afuera y me advirtió que me tomara todo el tiempo que quisiera, pero solo fueron pocos minutos porque lo que más deseaba era volver a casa.
Salí del edificio y mi estómago sintió un cosquilleo al ver al pelirrojo esperándome con calma y enfocado en observar la naturaleza que lo rodeaba, era un día muy soleado, la primavera comenzaba a asomarse. Sonreí, completamente incrédula, era un sueño tener a Owen en mi vida, saber que era mi compañero hasta la eternidad.
Mordí mi labio y comencé a caminar hacia él, admirando su cabello brillante por el sol que golpeaba su cabeza.
Se percató de mis pasos y volteó a verme, sonrió con dulzura y finalmente quedamos frente a frente.
–Hey –dijo casual.
–Lamento la tardanza –dije llevando mis manos a sus mejillas y acariciando su barba.
–No has tardado ni diez minutos –respondió– dije que esperaría todo lo que fuera necesario.
Sonreí al escucharlo y di otro paso para chocar nuestros cuerpos con cuidado, me hice de puntitas de pie y besé sus labios con calma y sin prisa. Owen se sorprendió ante ese gesto y simplemente me dejó llevar la delantera mientras sus manos se posaron en mi cintura y sus pulgares me dedicaron suaves caricias.
–Gracias por acompañarme –susurré y lo observé agradecida.
Sonrió y una de sus manos acarició mi mejilla.
–Gracias por hacerme parte de esto. Me gusta acompañarte –respondió y rozamos nuestras narices.
Volví a besarlo, sintiendo la maravilla de vivir la vida a su lado. Owen me hacía olvidar de todo lo que me preocupaba.
–Tengo un plan en mente que podría gustarte –susurró rompiendo el beso.
Lo observé con intriga y él tomó mis manos, besó mi frente y luego una de mis mejillas.
–El día está demasiado soleado y no podemos desaprovecharlo –añadió– ¿te gustaría ir al parque conmigo?
Reí al escucharlo y asentí, completamente encantada por su propuesta. Owen también rio con ilusión y comenzó a llevarme hacia su plan.

* * *

Caminamos hacia un parque que quedaba cerca, tomados de las manos y sintiendo el sol abrasador llenándonos de calidez.
Owen se detuvo y me observó con picardía, soltó mi mano y tomó asiento sobre el césped mientras apoyaba toda su espalda sobre la superficie de un árbol.
–¿Estás cansado? –reí para molestarlo.
–No, pero creo que podemos relajarnos un poco –sugirió desde el suelo y abrió un poco sus piernas, indicándome que podía unirme.
Sonreí y seguí sus pasos, el pelirrojo me ayudó a acomodarme y con cuidado apoyé mi espalda en todo su abdomen. Suspiré al sentir la comodidad de su cuerpo y sentí sus manos rodeando mi cintura hasta llegar hasta mi vientre, que parecía comenzar a crecer cada día más y más, pero aún casi nadie lo notaba.
–¿Te sientes cómoda? –susurró en mi oído.
Cerré mis ojos porque el sol daba directo en mi cara y asentí mientras me sentí volar con un pequeño beso que dejó debajo de mi lóbulo.
–Perfectamente cómoda, creo que podría dormir una siesta aquí mismo –dije y él rio con suavidad en mi oído– ¿y tú? ¿no te estoy aplastando?
–No, estoy muy cómodo señorita –respondió.
Mordí mi labio al escucharlo y llevé mis manos sobre las suyas, su pulgar le dedicó un par de caricias a mi vientre y nuestros dedos se entrelazaron.
–Hacía mucho que no estábamos solos –susurró él con calma.
–Podemos considerar esto como una cita –bromeé y él rio.
–Momentáneamente podemos considerarlo así, pero mereces una verdadera cita –susurró y escondió su rostro en mi cuello.
Sonreí al sentir su respiración relajada chocando contra mi piel.
–Cualquier momento que paso contigo se siente bien, no necesito ninguna cita para disfrutarte –respondí y abrí mis ojos– aunque... no me vendría mal un poco de intimidad antes de dormir.
Owen rio y salió de mi cuello para observarme, me penetro con su mirada llena de calma y estiré una de mis manos para posarla en su mejilla y acariciarlo.
–Los encuentros me han estado ayudando, mucho. La ansiedad y las ganas de caer en la adicción se han ido. Supongo que así va a ser siempre, cuando algo me afecta demasiado... pienso en drogarme –confesé mordiendo mi labio avergonzada
–No estarás sola cuando te sientas así, te estaré dando mi ayuda y lo solucionaremos –respondió.
–Lo sé, sé que estás, siempre estuviste ahí y me salvaste –susurré
Owen besó mi hombro y cerré mis ojos, sentí cómo me protegió aún más sobre sus brazos y solo me permití disfrutar el momento donde la calma nos invadía.
–Sé que tal vez a veces se te olvida, pero eres la mujer más valiente que conozco –susurró al cabo de unos segundos.
Mordí mi labio con timidez y sonreí.
–Desde que te conocí lo he pensado, y aún lo sigo pensando. La valentía que tienes es una de las cosas que tanto amo de ti –susurró en mi oído.
–¿Qué más amas de mí? –dije saliendo un poco de sus brazos y observándolo con picardía.
–¿De verdad quieres que te diga todo lo que amo de ti? –preguntó sonriendo con dulzura.
Sonreí y asentí, perdida en su ceño fruncido y su mirada encantadora.
–Me encanta tu humor, tu malhumor, tus enojos, tus bromas, tus abrazos, tus quejidos cuando estás profundamente dormida, tu risa espontánea, la manera en la que muerdes tu labio cuando estás pensando algo, tu nariz arrugada y ceño fruncido cuando intentas comprender, tu seriedad cuando intentas fingir que estás enojada... –dijo con calma, admirando cómo mis mejillas se tornaban rosadas al escucharlo.
–Suficiente –reí y llevé mi mano a su pecho– me siento profundamente avergonzada.
–¿Por ser tan perfecta? –frunció su ceño e inclinó un poco su cabeza.
Lo observé y él llevó algunos cabellos detrás de mis orejas, sonrió y dejó un par de besos en la punta de mi nariz.
–Para mí eres asombrosa en todo sentido, jamás me convencerás de la contrario –susurró y solo pude aferrarme a su pecho y abrazarlo.
–Te amo –susurré levantando un poco mi mirada, sintiendo mi voz un poco quebrada luego de escucharlo.
Rozamos nuestras narices mientras sus manos volvieron a acariciar mi vientre.
–¿Quieres que te cuente un secreto? –susurré cerca de sus labios.
–¿Un secreto? –preguntó con su mirada curiosa.
–Un buen secreto –sonreí mientras las yemas de mis dedos acariciaron su barbilla.
–Quiero saberlo –sonrió con timidez.
Me acerqué a sus labios con lentitud y dejé un pequeño beso en ellos, sintiendo su dulzura y su calma, aún cuando moría de intriga.
–Quiero que nuestro bebé se llame Noah, como tú sugeriste –susurré rompiendo el beso y mirando sus ojos que me escucharon con atención.
Owen sonrió un tanto confundido y dejó escapar una pequeña risa.
–No necesité pensar ningún nombre más porque creo que ya has pensado en el correcto –añadí.
–¿De verdad? –preguntó incrédulo.
–De verdad. Me encantaría que nuestro bebé se llame Noah Hunt Shepherd –sonreí mordiendo mi labio.
La mirada del pelirrojo se iluminó al escucharme y sus labios formaron la sonrisa más dulce que podía haber visto jamás.
–¿Estás cien por ciento segura? –rio.
–Por supuesto –reí– super segura. ¿Acaso ya no te gusta ese nombre? –bromeé.
Pero Owen sólo se limitó a abrazarme con fuerzas y a llenarme de besos, reí al sentirlo y me aferré a él.
–Creo que estoy soñando –susurró con dulzura y aprecié sus mejillas rosadas– siempre pensé que era un buen nombre, pero no quería presionarte, quería que ambos nos sintiéramos conformes.
Volví a reír al escuchar su sinceridad y me acerqué un poco para besar sus labios, cerramos nuestros ojos al sentirnos y ambos sonreímos en el medio del largo y lento beso.
–No tuviste que presionarme, me convenciste –susurré y él rio con timidez.
Volvimos a abrazarnos y Owen nos dejó caer sobre el césped con cuidado a ambos, sus manos rodearon mi cuerpo y sonreí relajada mientras mis manos se posaron en sus mejillas y lo aprecié de cerca.
Jugué con las pocas arrugas de su frente, su ceño relajado; mis dedos se deleitaban al sentir su piel y él achinaba sus ojos al sentirme mientras entraba en un estado de somnolencia lleno de dulzura.
–¿Crees que finalmente podremos ser felices? –pregunté en un susurro.
–¿Qué es para ti la felicidad? –respondió y me sorprendí.
Me quedé sin palabras y mordí mi labio intentando buscar una respuesta.
–Dejar de sufrir es felicidad. Sanar es felicidad –respondí y sonreí apenada– tenemos muchas cosas que sanar.
–¿Y crees que no podremos? Somos valientes, nuestros hijos son valientes –dijo Owen con decisión.
Suspiré y besé la punta de su nariz.
–Tú estás sanando en este mismo momento, acabas de compartirle tus miedos y sentimientos a un montón de desconocidos. Eso es valentía –añadió.
–No podría haber venido sin ti –respondí con mi voz un poco quebrada.
–Me ha encantado venir –confesó besando mi frente.
Mis manos buscaron aferrarse a él y busqué su boca para volver a besarlo, para sumergirme en la calma de ese momento. Hacía mucho tiempo que no sentía tanta paz y la vida parecía tan maravillosa.

➶ I met you at the university ➴ | OmeliaWhere stories live. Discover now