Cap. 30| "Mi secreto"

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Narra Owen

Había decidido despertarme temprano ese sábado, incluso si no tenía que ir al hospital.
La noche anterior había tomado la determinación de pintar las paredes más amargadas y blancas del departamento con colores más agradables, además de acomodar las últimas cajas que quedaban. Todo por Camila, que realmente merecía vivir en un hogar al que le gustara llegar cada vez que volvía de la escuela.
Preparé los baldes de pintura y sin dudar, comencé a pintar en silencio y sin hacer demasiado ruido para no despertarla.
Mientras pintaba, aún recordaba la noche anterior. No dejaba de pensar en el momento de miedo y desconcierto que tal vez Camila había vivido y me carcomía la culpa, realmente me sentía un pésimo padre.
Y por otro lado, no podía quitar de mi cabeza el rostro de confusión de Amelia cuando le confesé que Camila no era mi hija. Las pocas sonrisas que me había dedicado, se habían esfumado en tan solo una confesión.
Pero es para ella no era una confesión cualquiera, y lo sabíamos, significaba remover el pasado.
Me habría gustado contarle más cosas y explicarle todo lo que tal vez se preguntaba. Pero la situación se había dado así y tal vez debía quedar de esa manera, al menos, mi conciencia ya estaba un poco más tranquila luego de habérselo confesado.
Luego recordé a Cami durmiendo en su sofá y no pude evitar sonreír. Es que realmente no podía entender cómo Amelia había logrado calmar a mi hija tan plácidamente luego de tanto escándalo y alboroto.
Y finalmente, pensé en Sadie. Obviamente era mi turno de llamarla y anunciarle la noticia. Sabía que tal vez iba a exagerar las cosas y eso llevaría a que Camila se encontrara en una situación que no gozaba y solo iba a perjudicar más el vínculo con su madre. Camila no confiaba en Sadie para nada, y estaba seguro de que no iba a querer hacerla parte de esa nueva aventura de mujeres.
-¿Papá? -escuché la voz de Cami detrás de mí, una voz un poco ronca de dormir y a la vez llena de dulzura.
Volteé a ver con el pincel entre mis manos y sonreí al verla con sus ojos achinados de sueño. Era hermosa.
-Hey -dejé el pincel en el balde de pintura y me acerqué a ella- despertaste temprano.
Asintió y se refugió entre mis brazos. Acaricié su espalda y besé su cabeza.
-¿Te encuentras bien? -pregunté sabiendo que aún estaba adaptándose a su ciclo menstrual, y que posiblemente le llevaría más que solo horas procesarlo.
-Me duele la panza -respondió enterrando su rostro entre mis brazos- y no puedo dormir, me siento molesta.
Sonreí y tomé su rostro entre mis manos, podía notar la confusión en sus ojos.
-Ve al baño e higienízate, sé que eso va a calmar un poco la molestia. Mientras, yo te prepararé algo para desayunar y luego, si los dolores siguen, tengo unas medicinas que van a aliviarte -le propuse intentando animarla- ¿qué te parece?
Camila asintió y sonrió con vergüenza, le di un último beso en su frente y comenzó a alejarse siguiendo mi consejo.
Volví a observar la pared que estaba comenzando a pintar y sonreí con debilidad, el color claro se veía bien y comenzaba a darle un poco de luminosidad al ambiente.

Narra Amelia

No había dormido demasiado bien. Por mi cabeza divagaban un montón de cosas.
La noticia de Owen me había trastornado un poco porque no la esperaba en absoluto. Se veía hasta imposible que la joven Camila no fuera su hija, si pese a ser el clon de su madre tenía gestos y expresiones que la hacían casi un clon de Owen.
Tenía muchas dudas que tal vez necesitaba que el pelirrojo me las respondiera. Pero me hacía falta valor para evacuarlas.
Si Camila no era su hija ¿qué hacía con la niña? ¿adónde estaba Sadie en esta historia?
Y luego, pensé en Link. Pensé en el beso que habíamos estado a punto de darnos, porque yo misma lo había pedido. No sé que había querido demostrar en ese preciso momento, pero agradecí que Camila nos interrumpiera.
Pasé de tener una cita con Link, a tener al pelirrojo pidiendo perdón en mi puerta porque su hija se había entrometido en mi viernes por la noche. Y eso era lo gracioso, los paralelismos de las situaciones, y los distintos sentimientos que mi corazón sentía por cada una.
Link era perfecto, pero no sentía nada.
Owen parecía ser imperfecto, y seguía sintiendo todo.
Estaba acostada en mi cama, evitando levantarme y comenzar mi sábado, cuando escuché unos pasos casi silenciosos aproximándose a mí.
Me incliné un poco sobre mis codos y allí estaba, Christopher, parado en la puerta y observando si estaba despierta.
Sonreí al verlo con su cabello despeinado, sus ojos achinados y su pijama lleno de ositos.
-Buenos días -mordí mi labio y él sonrió- ¿ya no quieres dormir más?
Negó con su cabeza y mordió su labio. Sabía perfectamente qué quería, y yo también:
-Ven aquí -dije abriendo mis brazos.
Christopher corrió hacía la cama con ganas y se acurrucó entre mis brazos mientras besó mi mejilla con dulzura. Acaricié su espalda y lo aferré aún más a mí mientras nos cubría a ambos con las mantas de la cama.
-¿Dormiste bien, pequeño? -pregunté en un susurro.
Me miró con sus ojos grises y sonrió mientras asentía y se sentaba a horjadas sobre mis piernas. Acaricié sus mejillas rosadas y besé su frente.
-¿Y Cami...la? -preguntó inclinando su cabeza con dulzura.
Reí al escucharlo y lo atraje más hacía mí.
-Camila fue a su casa -le respondí.
-Quiero jugar con ella -sonrió y mordió su lengua.
-Tal vez otro día podrás jugar con ella -dije acariciando su cabello- ¿si?
-Ajá -respondió llevando sus manos a su boca y volvió a inclinar su cabeza.
Reí al saber que se aproximaba otra pregunta. Lo observé y admiré lo precioso que era.
-¿Mama? -preguntó.
-Dime -respondí.
-Quiero mi bibe...rón -respondió frunciendo el ceño.
Reí y se inclinó para abrazarme.
-¡Por favor, mama! -dijo y rió.
-Iré a preparar tu biberón entonces -dije haciéndole cosquillas- ¿me esperas aquí?
-No, al sofá mama -respondió bajándose de la cama con rapidez y sabía que eso solo significaba que tenía ganas de tomar su biberón mientras se entretenía mirando dibujos animados.

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