Cap. 42| "Familia en la ciudad"

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Narra Owen

-April -dije al salir del quirófano- lo hicimos muy bien, otra vez.
-Es asombroso que nuestras peores cirugías tengan éxito -dijo entusiasmada y me abrazó.
Reí y la aferré a mí con fuerzas. Desde que había llegado a Seattle, Kepner había sido una de las mejores personas que había conocido. Era una persona pura, y me encantaba que fuera mi compañera de trabajo.
Había aprendido a conocerla y ella también comenzaba a conocerme.
-Creí que no lo lograríamos -dijo riendo al terminar el abrazo.
-Pero lo hicimos, somos el mejor equipo de Trauma del universo -dije y ambos reímos.
-Nos merecemos un descanso ahora -respondió- creo que voy a echarme una buena siesta luego de tantas horas de pie.
-Sí... también yo debería... -dije y vi a Amelia a lo lejos.
April se fijó en lo que observaba y comprendió la situación.
-Tal vez deberías dormir la siesta, pero con ella -dijo riendo.
-¿Qué? -pregunté sorprendido- no...
-¿Piensas que no he notado lo mucho que te gusta? -preguntó.
La miré y no respondí, solo sonreí avergonzado.
-Guardaré el secreto, pero tus ojos hablan por sí solos -sonrió- y creo que a ella también le interesas.
Reí al escucharla.
-Ve con ella -dijo y palmeó mi hombro- nos vemos luego, Owen.
Sonrió y se alejó. La saludé con una última sonrisa y me enfoqué en Amelia.
Se veía totalmente concentrada mientras le hablaba a una enfermera. Amaba observarla desde lejos, sonriéndo y conversando con simpatía. Era amable con todos y parecía que cada persona con la que hablaba la admiraba por lo profesional que era.
No habíamos vuelto a vernos luego de que salí de su casa, dejándola a solas con el pequeño Christopher y luego de decirle las dos palabras que le daban inicio a algo nuevo en lo que teníamos. "Te amo".
No sé que era ese nuevo inicio, no sé qué éramos, pero sí sabía que no éramos solo compañeros de trabajo que se acostaban por una noche. Habíamos involucrado más cosas, habíamos involucrado nuestras intimidades y hasta nuestros hijos.
Estaba a punto de caminar hacia ella para pedirle un simple minuto, necesitaba hablarle y decirle que la noche anterior había sido estupenda. Necesitaba estar cerca de ella nuevamente, aunque así fuera un simple almuerzo en la cafetería del hospital.
-¿A esto te referías cuando me decías que Seattle era un nuevo comienzo? -preguntó una voz detrás de mí que me estremeció.
Mi corazón dio un vuelco y la felicidad se apoderó de mí al instante.
Volteé sin dudarlo y allí estaba, mi pequeña, definitivamente ya no tan pequeña, Megan. Mi hermana menor.
Tenía una sonrisa en su rostro mientras su cabello pelirrojo estaba recogido y un poco alborotado. Me observaba casi tan absorta como yo.
-Megan -dije sorprendido- ¿qué haces aquí?
-¿No es obvio? -preguntó- estoy aquí buscando a mi hermano, Owen Hunt ¿lo conoces?
Reí y caminé hacia ella, la envolví con mis brazos y besé su cabeza.
-No puedo creer que hayas venido a Seattle -dije en el abrazo.
Megan rió y asintió mientras se aferraba a mí con fuerzas. Había olvidado lo bien que se sentía tener a mi hermana entre mis brazos.
-¿Cómo estas? -pregunté llevando mis manos a sus hombros.
Sonrió y mordió su labio.
-Estupendamente -sonrió.
-Me alegra oír eso -dije riendo junto a ella.
-¿Y tú? -preguntó- aunque parece que estás bien.
-Estoy bien -sonreí.
Megan desvió su mirada hacia donde estaba Amelia y luego me observó.
-¿Era ella? -preguntó- podría jurar que lo era, la recuerdo perfectamente.
Giré para ver a Amelia pero ya no estaba. Aún así, reí nervioso y volví a ver a mi hermana.
-¿Estás disputándote entre Amelia y la pelirroja? -preguntó sin dejarme responder su pregunta anterior.
-April es una amiga -reí.
-¿Y ella qué es? -señaló el espacio en donde había visto a Amelia.
-Ella es ella, Amelia. Jamás podría estar entre ella y alguien más, porque siempre la elegiría a ella -respondí con sinceridad.
-No puedo creer que he venido aquí para ver tu nueva vida y resulta que también estás reviviendo el pasado -respondió con una sonrisa pícara.
Suspiré y asentí.
-Nada de esto fue planeado -respondí y mordí mi labio.
-Algo me dice que volver a verla no fue algo malo -agregó palmeando mi brazo- ¿no?
-No lo fue -dije sonriendo.
Y tal vez mi rostro hablaba por sí solo, porque Megan entendió perfectamente el gran significado que tenían mis palabras. O tal vez pudo saber lo que mis facetas expresaban.
-Yo sabía que iban a volver a estar juntos -me dijo con una sonrisa.
-No estamos juntos -respondí- estamos... estamos intentando algo pero no sé cómo describirlo l descifrarlo.
-Tal vez como una segunda oportunidad ¡gracias al cielo! estaba cansada de verte soltero -agregó- nunca he visto una cita tuya desde que me presentaste a Amelia hace años.
-Yo tampoco he visto otra cita tuya que no sea Jackson -respondí y Megan rió- ¿él ha venido?
-Sí pero... -Megan mordió su labio- está con mamá, intentando buscar un hotel decente.
-¿Mamá? -dije confundido- ¿mamá ha venido a Seattle? pero si ella nunca sale de Nueva York. No ha ni siquiera vuelto a Escocia.
-Pero sabe que su hijo vive en otro estado y lo extraña a horrores. Por eso, cuando se enteró de que Jackson y yo vendríamos a la ciudad por algunos chequeos médicos decidió sumarse -sonrió.
-Yo también la extraño -respondí- especialmente porque ella sería estupenda para ayudarme con algunas situaciones.
-Algunas situaciones: tu ex en el mismo hospital que tú -rió.
-Baja la voz -dije mirando a nuestro alrededor- podría escucharte alguien. Ven, vayamos a la sala de jefes, allí todo es un poco más... privado.
-Diaj ¿es ahí en donde se acuestan todos los doctores? -preguntó.
-¿Desde cuando te volviste tan inocente? -bromeé- no, esos son los cuartos de descanso.
Rió y llevé una mano a su cintura para guiarla hasta el lugar. Se sentía bien tener a mis más conocidos en Seattle, no solo porque era algo que necesitaba, sino porque también sabía que Camila enloquecería al verlos.
Llegamos a la sala de jefes y le indiqué a Megan que se sentara mientras le servía un vaso de agua.
Se lo extendí y ella sonrió con dulzura. Me senté a su lado y ella apoyó su cabeza en mi hombro.
-Es bueno volver a verte -dije dándole un pequeño beso en su cabeza.
-Lo mismo digo -rió y bebió de su vaso- verte va a ser lo mejor de venir a esta ciudad un tanto horrorosa. ¿Por qué la elegiste? Nueva York tiene lo mejor.
-Creo que sabes bien por qué... necesitaba un nuevo comienzo y Camila también. Necesitaba alejarme del pasado y alejarla de Sadie. Aunque resulta que llegué a Seattle y volví a reencontrarme con gran parte de mi pasado -dije refiriéndome a Amelia- ¿qué están haciendo aquí?
Mi pregunta provocó que Megan sonriera apenada y se encogió de hombros. Salió de sobre mi hombro y observé su mirada un poco apagada.
-¿Han venido a hacerlo otra vez? -pregunté, refiriéndome a Jackson y a ella.
-Sí, hemos venido por vez número un millón a ver si el tratamiento ha hecho efecto -respondió.
Sonreí y tomé sus manos entre las mías, sabiendo cuán importante y angustiante era hablar con ella sobre eso.
-No va a funcionar, nunca ha funcionado y hemos gastado cientos de dólares en algo que ya es una tonta ilusión -agregó.
-Pero no lo sabes... -intenté decir- tal vez...
-Tal vez, nada. Estamos destinados a esto, no puedo ser madre, no puedo quedar embarazada -respondió con angustia.
-Pero eres muy joven todavía -respondí- estoy seguro de que puedes recurrir a más tratamientos o incluso a otros medios, mereces ser madre si lo deseas Meg.
-Ya no siento que pueda ser una buena madre, tal vez la vida quiere que no lo sea porque de seguro iba a ser una muy mala. Pero siento que le he fallado a Jackson -confesó- tantos años para... para nada.
Su voz se debilitó un poco y mordió su labio intentando reprimir su angustia. La rodeé con mis brazos y la aferré a mí.
-No le has fallado a nadie, Jackson te ama, cuando lo de ustedes comenzó ninguno estaba con el otro por el simple deseo de ser padres. Fue por amor verdadero -dije.
No respondió y se aferró a mí en silencio, recordándome sus tiempos de niña, donde siempre recurría a mí porque era lo más cercano a papá que ella tenía.
Respeté su silencio y me mantuve refregando su espalda.
-Mi turno con el especialista en fertilidad es en media hora, no quiero irme de aquí llorando o angustiada, solo cuéntame sobre Amelia -dijo luego de unos minutos.
Reí al escuchar que volvía a recuperar su semblante y asentí.
-Llegué y resulta que ella estaba aquí. Fue impactante, pero más impactante fue reencortrármela a través de su hijo de dos años -dije.
-¿Hijo? ¿está casada? te estás metiendo en problemas -me dijo preocupada.
-Sí, hijo, Christopher. Y no, no está casada, es una larga historia que toca sus más profundos dolores -respondí, protegiendo el pasado de Amelia- su hijo es maravilloso. Ah, y... nuestros departamentos están al lado.
Megan toció mientras bebía el agua y me observó sorprendida.
-El destino me da miedo, no puedo creer que viva en el departamento de al lado -dijo sonriendo- dime que al menos ya la has reconquistado.
-En secreto sí, pero nadie lo sabe -dije sonriendo avergonzado.
-Sí, igual no eres demasiado disimulado, te encontré observándola como un tonto enamorado. Deberías fingir más si quieres que todo sea un secreto -mordió su labio y me abrazó- ¿Cami la conoce?
-Se conocen y, por alguna razón, Amelia ha estado apoyando a Camila en los momentos en los que más necesita una figura que se asemeje a su madre. Al rol que Sadie no logra cumplir -respondí.
Sonreí avergonzado y mordí mi labio.
-¿Qué más puedo decirte? cuando estoy junto a ella siento que respiro completamente bien, y cuando estoy junto a su hijo siento que se ha ganado mi corazón completamente -agregué- ese niño es tan asombroso como su mamá.
-Entonces no lo dudes, Amelia es esa señal que el destino te envió. Tu alma está destinada a la de ella -respondió acariciando mi cabello- ¿qué haces que no te encuentras llenándola de besos y abrazos, encantándola con todo lo que eres?
Asentí y sonreí al escucharla. Pero no dije nada, pues claro, no podía decirle que ya lo había hecho la noche anterior cuando finalmente habíamos vuelto a hacer el amor luego de tanto tiempo. Ese momento que se había vuelto a sentir como una primera vez.

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