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¡Buenas tardes!
Esperamos que hayan tenido un excelente inicio de semana, agradecemos de corazón la cantidad de participación que tuvimos en el desafío pasado, hemos disfrutado leyendo las metas que se han puesto para este año.
Siempre tengan presente de que no importa si uno no tiene metas grandes, basta con metas pequeñas que le den significado a quien eres y que te impulsen a llegar a lo que quieres.
Antes de dar a conocer a nuestros ganadores queremos recordarles que es importante leer las condiciones del desafío, de esa forma no se restan puntos a la participación.
Ahora si, sin más preámbulos, les presentamos a nuestros ganadores.
El año pasado solo deseé recuperar mi salud mental. Y justo cuando lo hice, llegó algo que jamás pensé:
El confinamiento.
De repente ya no podía moverme de mi casa, ya no podía salir a hacer deporte; ni siquiera a dar un paseo por la naturaleza. Todo lo que me había ayudado a mantenerme sana, desapareció. Y con ello llegó otra crisis, de la que ahora tampoco sé salir. Porque muchos dirán "El confinamiento se acabó", pero ahora tengo que llevar mascarilla, no puedo acercarme a la gente y tampoco tocarla.
Me siento tan... inhumana.
Ya no me cuido tanto. Tampoco lloro tanto, pero estoy llena de rabia. Porque no es la primera vez que me pasa. Por alguna razón, desde que nací, cada vez que por fin consigo adaptarme, llega algo nuevo que lo cambia todo. O voy muy lenta o la vida va muy rápida.
Sin esperarlo, las lágrimas empiezan a brotar de mis ojos y a resbalar por mis mejillas.
Odio esto. Lo odio.
Encima, cada político y medio de comunicación dice lo mismo: saldremos de esto juntos y recuperaremos la "nueva normalidad".
¡Lo irónico es que llevan diciendo lo mismo desde marzo!
¡Yo no quiero una "nueva normalidad"!
¡Quiero la normalidad que tenía!
¡Quiero poder tocar a la gente sin miedo!
¡Quiero poder salir a donde quiera, sin permisos ni mascarilla!
¡Quiero ser humana!
De repente se me ocurrió lo que quería pedirle al 2021. Mi hermana todos los años nos pedía que escribiésemos un propósito para año nuevo. Pero claro que concretamente este año, pensar en eso solo me daba ganas de llorar.
Cogí un bolígrafo y papel, dispuesta a realizar la tarea. Cuando terminé, observé el resultado. Era triste, pero terriblemente cierto.
Siento el frío de la brisa que se hace uno con el de mi corazón. El vaho sale de mi boca y me siento temblar, cierro mis ojos y respiro lentamente hasta que mis temblores se apaciguan.
El silencio total reina sobre la multitud, el vacío es casi aterrador. Pero ya es normal, el primer día del año siempre se comienza con un gran mutismo. Las masas plácidamente dormidas, y otras, de seguro no saben a dónde pararon a dormir. Puedo ver todo, disfruto de los ecos de mi corazón desde aquí en lo alto de este edificio. Fue un año difícil, no... Difícil es poco para el sufrimiento que pasé, que hemos pasado, pero eso no me detuvo.
Pienso y no dejo de mirar el cielo que se viste con un azul grisáceo.
«¿Va a llover o va a salir el sol?»
El igual que esté nuevo año... ¿Va a llover para nosotros o va a salir el sol? ¿Sentiremos el torrencial de nuestras lágrimas o la calidez de una sonrisa? Así es la vida como este cielo encima de mí, impredecible. Entonces yo también lo seré.
Quiero una mejor vida un mejor yo. Volveré a escribir esa historia que dejé a medias, a leer nuevos libros y terminar la última página al que dejé a la mitad. Quiero terminar de aprender de tocar el piano. Mis noches serán de estrellas, quedaré tan embelesado con ellas que las llamaré a cada una por su nombre. Estudiaré, bailaré, no dejaré que me maten el amor. Seré un necio contra la desesperanza. Seré mejor me lo prometo.
—¡Llueva o salga el sol, yo Jess Hard, no cambiaré y miraré el cielo! —grito con emoción al vacío.
A veces los tiempos de crisis son también momentos de esperanza.
