Desde pequeño he estado peleando entre las sombras, sin nombre ni rostro, acabando con la corrompida maldad que encuentro dia a dia en mi diario vivir, utilizando el poder que el destino me dio, la velocidad de un ninja. La gente que rumorea acerca de mí solo me conceden dos adjetivos, algunos dicen que soy un heroe y otros que soy un criminal, pero creo que no estoy de acuerdo con ninguno de los dos.
Sin embargo, ayer ocurrió algo que podría cambiar esto, perseguía a un ladrón que había encontrado en una joyería cerca de la avenida principal, yo corría por los tejados viendo como el ratero miraba a su alrededor con miedo y justo cuando mi espada lo tenía en la mira y estaba preparado a hacer el corte en su cuello, una extraña energía me arrebató el arma de las manos y dejó que el ladrón escapara.
—¿¡Quién mierda fue!?—grité al aire con rabia e impotencia.
De las sombras salió una chica vestida de blanco que en principio parecía ingenua e inocente, estaba confundido hasta que baje la mirada hacia sus piernas. Sus pies no tocaban el suelo,y de sus manos salían destellos del mismo color que su vestido, en su costado izquierdo estaba mi espada tirada en el suelo. Me lanze en un movimiento ágil para agarrarla pero en medio del salto me frené en seco. Sentí que una voz me arrullaba el oído.
—Te necesitamos.— Su voz era tan calmada que parecía que no fuera ella quien hablaba.
Mire hacia abajo y me di cuenta de que yo tampoco estaba tocando el suelo y que me rodeaba un aura de luz. Mire hacia su pecho y me detalle en el pin que colgaba de su ropa. Ahora lo entendía todo.
—No quiero hacer parte de su estupido equipo—le dije mirándola a sus ojos grises— ni tener nada que ver con ustedes.
—Brian, la agencia está buscando a alguien para que luche en la guerra que se avecina.— Me soltó, la mire a la cara y en sus ojos pude ver preocupación.
—No soy un soldado que pelea guerras de otros y dile a Natalie que hay gente mucho más heroica que yo.—Me quite el tapabocas, ya no tenía sentido ocultarse, ella sabía quién era yo.
—Ese es justo el problema, la gente del planeta M-85 la secuestró. Estamos buscando un nuevo lider y yo vine aqui por que sabia el aprecio que Natalie te tenía. Si decides rechazar ya encontraremos una nueva persona.—Un frío aire me inundó desde la punta de los pies hasta el último de mis cabellos, por mi mente paso cada uno de los momentos que viví con ella en el pasado, cuando era un simple niño que no controlaba sus poderes.
—Si es por Natalie, me enfrento a Dios en persona.
—No quiero usar mis poderes, Dave, no otra vez. ¡Estoy cansado de esto! Siempre que lo libero, acabo hiriendo inocentes, incendiando pueblos enteros...
—No voy a obligarte, Stephen. – Dijo Dave, caminando hacia la ventana—. Pero quizá, sólo esta vez, quieras hacer una excepción.
Hizo una señal y Aura me volvió a atrapar con su telequinesis, inmovilizándome. Ella es la única capaz de evitar que libere mis poderes.
—Recuerdas a Darla, ¿no? – Dijo, viendo aún por la ventana – Bueno...esta vez, él la tiene.
Se hizo silencio en la sala. Darla... no ella. Es tan fuerte, ¿cómo perdió contra Segan? No puede ser verdad.
—... Mientes... lo dices para que me una a ustedes... — dije con la voz destrozada
—Ojalá estuviera mintiéndote, Stephen... – Dave se acercó a mí y continuó hablando — Nos emboscaron. Estábamos combatiendo una de sus tropas... y él llegó. Nos tomó por sorpresa, Darla estaba muy débil para derrotarlo.
Un recuerdo vino a mi cabeza, mi única pelea junto a la Alianza.
—Stephen, ¡libéralo! – Gritaba Darla al ver aproximarse a las tropas de Kat'a.
—¿Y qué hago si pierdo el control? No está Aura para frenarme.
—Te mataré si es necesario, ahora, ¡libéralo! Son demasiados.
Los hombres de Batak llegaron finalmente. Darla alejó a la mayoría con un golpe sónico, pero eran demasiados para ella sola, para cualquiera de nosotros. Un grupo se encaminó hacia mí, pero mi poder aún no se liberaba.
—¿Qué rayos esperas? – Gritó Darla.
Uno de ellos saltó sobre mí, pude ver su piel grisácea y reseca, sus fauces abriéndose de par en par para devorarme, y entonces...
Se deshizo en una nube negra. Las flamas negras que rodeaban mi brazo indicaban que Lenfel había despertado.
—Tanto tiempo sin vernos, humano...— Dijo Lenfel con aquella voz demoníaca dentro de mi cabeza.
—Hoy no tomarás el control, Lenfel, no lo permitiré.
—Ahh... sigues defendiendo el lado contrario, joven mortal. Creí que el trago de poder que te obsequié te haría amar la guerra...
—¡Basta! Si peleo es por defender esta Tierra, no por satisfacerte— Regresé al campo de batalla.
Lancé una ola de llamas negras que hizo retroceder a las tropas. A mi lado, Darla peleaba magistralmente.
—Cuánta muerte estás causando, querido Stephen... tus ideales te han traicionado, ve toda esa sangre en tus manos, es obra de la guerra...
—¡Calla!— Grité enfurecido, sentí como perdía el dominio.
—¡Stephen, respira, no dejes que se imponga! – Gritó Darla.
—Mi fuego corre en tus venas, Stephen... yo te otorgué este don, serás imparable, sólo déjate llevar....
Sentí como mis llamas se volvían más grandes e inestables, pronto incendié a la mayoría de las tropas, pero perdí el control.
—Vamos, sabes que no puedes resistir...
Justo en ese momento, sentí un fuerte golpe en el rostro. Darla me acababa de derribar.
—¡Stephen, combátelo! La batalla terminó.
Estaba por lanzarme sobre ella, sin control sobre mí mismo, cuando algo me atrapó, era Aura, por suerte.
