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Sensuales seguidores, al igual que cada semana les traemos los resultados del último desafío que subimos. Estamos muy felices con la enorme acogida que estos están teniendo, así que aprovechamos este pequeño espacio para enviarles un enorme abrazo virtual.
La competencia estuvo muy reñida, y luego de un intenso debate entre los jueces llegamos a la conclusión de que 8 fueron los ganadores de esta semana.
¿Tu nombre no figura entre ellos? ¡No te desanimes! la práctica hace al maestro así que cada semana tendrás una nueva oportunidad.
Ahora, sin más preámbulo, les presentamos a los ganadores.
*La forma en la que se muestran los participantes no tiene un orden en específico.
Hace miles de años que te fuiste, pero sé que volverás, me lo prometiste.
Al ver la calle aun siento tu aroma, por el manto de estrellas que me dejaste para recordarte, siempre esta sobre mí, solo yo lo puedo ver. El cielo está teñido de un azul intenso casi tan lindo como los lagos que alumbras de noche, y las nubes casi tan blancas como tu piel.
Al recordar nuestra distancia no siento pena, o tristeza, me siento bien, porque tú, recorriendo el mundo eres feliz.
Aún recuerdo tu aroma ¿sabes? A pesar del océano de tiempo que ha pasado entre los dos, aún soy capaz de recordarlo.
Camino por la calle que solíamos recorrer y es triste darme cuenta de que la única diferencia, es que ahora lo hago sin tu compañía. Mirando al cielo me pregunto en qué fallamos, en que tanto nos equivocamos, me siento impotente al no poder hallar una respuesta.
Tienes que saber que, a pesar de lo que somos ahora, siempre nos quedará lo que fuimos y yo fui feliz... feliz a tu lado.
Seis meses hacían desde tu partida, y tu aroma, no desaparecía de aquella casa. Pensaba que mudarme era la solución para todo. Pero erré.
Miré al cielo —tan gris como yo—, luego, comenzó a caer una fina lluvia. Irónico, recordé aquellos momentos en que me hacía feliz que lloviera. Tú solías acurrucarte conmigo.
Caminé inconscientemente, incluso llegué hasta la calle. Un cláxon me hizo reaccionar y caer asustado. Pronto, unas manos se acercaron a socorrerme y me di cuenta.
—Gia... —musité pasmado. Pero no fue ver tu rostro sorprendido lo verdaderamente contundente.
Aún conservo tu aroma en mi piel, todavía camino por aquella vieja calle donde nos conocimos; paseo por aquel lago donde pasamos aquel verano, ese donde parecía que el cielo y el agua eran uno, donde el ocaso nos envolvía y nos cubría con la noche.
Tú me hiciste feliz y aunque no estés conmigo hoy, viviré por ambos, estarás tan orgullosa de mí que cuando nos reunamos, nuestro amor será eterno.
Iba caminando hacia tu casa aquel día, el cielo brillaba al compás de la alegría que cargaba en las venas, estaba más que feliz, ¡era mi primera vez visitándote!
La noche anterior no había podido quitarte de mi mente, cosa rara, ¿no? Tu aroma estaba impregnado en mis memorias, tu sonrisa en la mía, esos ojos... ah, tu mirada en cada recuerdo; todo tú, todo lo que eras estaba adentrándose en mí otra vez como cuando éramos adolescentes.
¿Soy honesta? Hubiera preferido no esperar cinco años para decírtelo, pero no iba a seguirlo escondiendo luego de casi perderte.
Desde aquel día en el que te vi en la calle de la avenida 14 no he dejado de pensarte ni de creer percibir tu delicioso aroma. Esa tarde me sentía fatal pero tu sonrisa despejó el cielo y me hizo feliz; ahora ando por los rincones suspirando por ti.
¡Qué suerte tengo! En el salón, al lado mío, están tú y tus ojos bellos.
Realmente espero que leas esto y es que no me importa que ahora el amor de tu vida sea otra pues verte contento es lo único que quiero.
Termino de ablandar la tierra en el lugar donde acabo de plantar una rosa y me remonto a los recuerdos que guardo tan profundamente en mi mente mientras echo un vistazo al cielo.
Recuerdo la manera en la que amabas las rosas. Siempre que salíamos a caminar pedías de ir al parque para atravesar el rosedal. Cruzabas la calle emocionada y corrías entre las flores aspirando fuertemente su aroma.
Pero ahora tú ya no estás aquí y por eso me dedico a plantar rosas, para honrar tu memoria y volver al tiempo en el que fui feliz a tu lado.
Tú me enseñaste a amar, a reflejar mi silueta en la calle, me enseñaste a ser feliz sin siquiera tocar el cielo, a apreciar nuestro aroma a experiencias y expectativas, a sonrisas y lágrimas.
Tú me enseñaste todo lo que soy, lo que fui, y lo que seré; por eso te dejo esa felicidad, ese aroma y esas enseñanzas para que te sumerjas en ellas y dejes el pasado lleno de dolor.
Vuela alto y olvida el sufrimiento, tu vida ha culminado, pero el consuelo de saber que me enseñaste a vivir me abrazará por siempre en mi soledad.
