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¡Feliz año nuevo 2019 a todos! Hoy es miércoles y como de costumbre les traemos las historias seleccionadas por el equipo. Gracias a todos por participar, y recuerden que los desafíos continúan cada viernes. Pendientes al próximo viernes, 4 de enero de 2019.
Mientras tanto, les dejamos los relatos seleccionados de este desafío:
Era media noche, la gente bailaba al rededor y la música de vals sonaba en todo el lugar. En el centro de la pista de baile estábamos los dos moviéndonos suavemente al ritmo de la balada.
Era la fiesta de fin de año de la preparatoria Wember. Los egresados disfrutaban de su fiesta y yo disfrutaba de mirarla a ella, por última vez.
— ¿Vas a decirme quién eres? — preguntó May viéndome a los ojos.
— Soy tu Caballero esta noche — dije evitando revelarle quien soy.
Hace seis años fuimos compañeros de primaria, una noche de diciembre como ésta ambos celebrábamos el fin de año. Esa noche me despedí de mi primer amor sabiendo que mi familia me llevaría a otro país para atender mi enfermedad, una enfermedad que me dejaría en claro que la vida es corta.
— ¿Por qué siento que ya te he visto antes?
— Quizás ya me has visto alguna vez — sonreí al terminar la frase recordando los viejos tiempos.
May no sabía que yo era el niño gordito que una vez la hiso soñar con los ojos abiertos, también soy su primer amor. En esos tiempos yo era obeso pero con el tiempo y con la enfermedad perdí mucho peso, ahora estaba delgado y quizás por eso no lograba reconocerme. Era mejor así, que no supiera que soy yo, así no sufriría si después no me encuentra.
— Después de esta noche, ¿voy a volver a verte?
— Intentaré aparecer en tus sueños.
— ¿Por qué tan enigmático? No eres de esta escuela ¿Que haces acá?
— Viene a verte.
— ¿Intentas conquistarme?
— No, ya te conquisté antes.
— ¿Si? — miró confundida — entonces ya nos conocíamos.
— ¿Me dejas hacer algo que nunca hice? — ella asintió a mi petición.
Me acerqué lentamente a ella deteniendo los pasos del vals. Una de mis manos tomó su cintura atrayéndola a mi. Nuestros labios se pegaron en un suave beso que me llenó de emociones. Hace seis años soñamos con ésto, hoy lo estamos viviendo. Nuestras respiraciones eran una sola. Pero ese sería mi último beso, era un regalo de Dios.
