Desafío 3: Resultados

518 37 8
                                    

Hoy es miércoles y como saben

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hoy es miércoles y como saben... ¡es hora de dar a conocer las historias elegidas! En esta ocasión tuvimos pocas participaciones así que solo seleccionamos dos ganadores. ¡Recuerden que entre más participen, más oportunidades tienen de ser elegidos! 

Los que no fueron seleccionados en esta ocasión, no olviden que habrán más desafíos. Pendientes a este próximo viernes, 30 de noviembre de 2018 puesto que tendremos un desafío corto y de lo más chévere... así que de parte del perfil les esperamos con ansias para poder leer y evaluar sus participaciones. 

¡Ahora les dejamos con los dos elegidos de este tercer desafío! Enhorabuena.

1. _Ivaldi_

Había oído decir a varias personas que la primera impresión es lo que cuenta y con Carlos yo creí que si era un chico amable por chat también lo sería en la vida real, qué sería como yo. Pensé que tendría una pinta de raro pero cuando empecé a buscarlo mediante la ropa que traía me di cuenta que era él.

Las risas de sus amigos sonando entre el agua del retrete en el que me hundían varias veces a la semana, resonaron detrás mío, advirtiéndome de lo que podría pasarme si me acercaba a él. Seguramente tendría asco de mí, personas como Carlos no eran más que adolescentes que, tal vez sin quererlo, rompían a otros, hasta hacerlos polvo.

No quería dar el primer paso, sería su oportunidad para avergonzarme en pleno parque así que decidí enviarle un mensaje "Creo que me he perdido, estoy frente a una estatua que apunta a no sé donde. Traigo una sudadera roja". Mi excusa quizá no era la más buena pero esperaba que fuera lo suficientemente útil para hacer que Carlos se acercara a mí.

Empecé a ver a todos lados cuando el visto se marcó en la pantalla, estaría por llegar en cualquier segundo y yo, como un animal asustado, quería cubrir mis espaldas.

—¿Marco? —la voz a mis espaldas era la encargada de mis ridículos y pesadillas más grandes. Un escalofrío me recorrió la columna.

No dije nada, solamente mirando hacia otro lado voltee a enfrentar a aquel bravucón que extrañamente era también mi único amigo.

—Debe de ser un chiste —la expresión de Carlos podía ser lo más impagable del mundo en ese momento, no pude ver si tenía ira o desagrado en sus ojos—. ¿Cómo es que...?

—Parece que no somos muy distintos... ¿Verdad? —me dolió cada palabra que salía, nunca había respondido enfrente de Carlos en la escuela ya que sí hablaba la paliza era peor.

Si aquello era una mala broma yo quería que se terminara. Las mejillas de él se empezaron a poner rojas, no supe donde clavar mi mirada para evadir su presencia.

—Marco, yo... —su voz sonó muy débil, nunca había lo escuchado así.

—¿Por qué lo haces? —por temor a lo que diría hablé yo, sin saber cómo e interrumpiendo su habla para luego inmediatamente arrepentirme.

—No tenía opción y... —sus ojos brillaban ¿Iba a llorar? No, era imposible—. Perdóname, enserio, perdóname.

¿Perdonar a quien tanto daño me había hecho desde la primaria? No era fácil, aquellas heridas tanto físicas como emocionales no me dejaban disculparme con él.

—No haría esto si no fueras mi amigo, Marco —él me tendió la mano, como si fuese una señal de que confiara en él.

Me había hecho daño, pero también me había comprendido. Tomando su mano firmemente, con el poco valor que tenía, intenté mirarlo a los ojos, encontrando nada más que arrepentimiento, por primera vez Carlos no me dió miedo.

 Tomando su mano firmemente, con el poco valor que tenía, intenté mirarlo a los ojos, encontrando nada más que arrepentimiento, por primera vez Carlos no me dió miedo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

2. Jonas_Parker

"Libro abierto."

La lluvia comienza a caer y con ella, mi dolor.

Está enfrente mío, observo sus labios formando una sonrisa burlona. Su mirada gris es distinguible a pesar de la tristeza que cae del cielo.

Decepción, un dolor atravesando mi estómago y mis latidos rápidos aparecen desde el instante en que él apareció hace unos segundos.

Zeus ahora sabe mis debilidades, conoce mucho sobre mí, no puedo evitar sentir temor. Cuántas no fueron las noches en que hablamos sobre cualquier tema o incluso cuando le contaba sobre lo mal que la pasaba cada día.

Supongo que estaba demasiado ilusionado por alguien que no existía y nunca se me ocurrió la noble posibilidad de que todo fue parte de una broma.

Puede que en algún momento lo haya pensado, aún así no me importó y fui un libro abierto para que me conociera.

Es un hecho que ahora me molestará más con sus amigos bravucones.

De algún modo me siento atrapado, dominado por cada broma que me ha hecho, con esta me ha aplastado. Nunca fui su enemigo, pero me derrotó.

Estoy cayendo y solo me observa con burla. Sus amigos deben estar cerca y no tardarán en presenciar todo esto.

—Supongo que esperabas a alguien más.

Lo peor de darme cuenta que todo siempre fue una broma no es este momento como resultado. Lo es saber que no siento enojo, no puedo estarlo con él.

A principios de año me hablaba para pedirme que le pasara alguna actividad o tareas de días pasados.

Siempre lo ayudaba, porque era la primera persona en mucho tiempo que me hablaba. Sentía emoción y era la única que había en mis días.

Zeus me gusta, lo ha hecho desde hace meses. A pesar de eso, no podía evitar sentirme mal porque solo se acercaba para su conveniencia. No me importaba, siempre procuraba realizar cada tarea sabiendo que él la pediría y estaría bien con dársela.

Creí que de las burlas que recibo de sus amigos al caminar por los pasillos, él no me veía como un bicho raro. Estuve cegado por mis ilusiones y no me importó.

—Voy a interpretar tu silencio como uno de enojo, me odias, ¿no es así?

—No —retrocedo.

—¿No? —hay sorpresa en su voz. Puede que también molestia.

Los hoyuelos en sus mejillas cuando me sonreía después de hablarme por primera vez aparece como recuerdo. No puedo estar enojado por lo que ha hecho.

Debería marcharme. Me sorprende que aún no lo haga él. No parece importarle que esté siendo mojado por la intensa lluvia.

No puedo hablar, no puedo formular alguna oración. Tampoco puedo confesar lo que siento por él.

¿Por qué permití ilusionarme sabiendo que existía la posibilidad de que al final terminara cayendo?

Nuestras miradas se encuentran y no sé si en la suya todavía hay burla. A pesar de que tan solo un metro nos separa, no puedo distinguir del todo lo que refleja.

No estoy seguro de lo que siento en este momento.

Desafíos de Novela JuvenilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora