Desafíos de Novela Juvenil

Desafío #12: Resultados

Hoy es miércoles y como de costumbre les traemos los resultados del desafío anterior :) 

Nos agradó mucho leerles, y es oportuno recordarles que contamos las palabras. Hubo varios relatos que nos encantaron, pero excedían del límite de palabras (ya sea por 1, 2 u 8). Ojo a esos detalles. 

No obstante, luego de una ardua evaluación, les presentamos los seleccionados. Pendientes al próximo desafío éste próximo viernes. 

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Por fin se estaba acercando el fin de la preparatoria. No me lo podía creer. Había esperado tanto para ese momento... que parecía irreal.

—Te queda poquito, hermanita —dijo mi hermano desde el marco de la puerta de mi habitación, donde me observaba.

—Sí, por suerte.

—Pero aún te falta algo para poder terminar —estableció acercándose a mí.

Fruncí el ceño, sin comprender a qué se refería, —¿El qué?

—Tenemos que jugar a un juego...

—¿A qué juego? —pregunté más relajada, a sabiendas de que se trataba de alguna tontería típica de mi hermano.

Una sonrisa macabra se formó en su rostro y ahí supe que no era ninguna tontería...

—El juego consiste en que —me ofreció un largo y afilado cuchillo— tú debes matar a alguien.

Tragué grueso, aunque sabía que todo se trataba de una broma. Tenía que ser una broma.

—¿Qué? ¿Qué dices?

—Pero no puede ser simplemente a alguien. Tienes que matar a uno de nuestros padres. Tú eliges, bonita.

—Estás de broma, ¿no?

—Claro que no. Tienes que demostrar tu lealtad.

—¡¿Mi lealtad?! ¿Mi lealtad matando a uno de nuestros padres? —espeté con la rabia contenida transformada en lágrimas.

—Elige... y hazlo —sentenció antes de dejarme sola en mi habitación con un cuchillo y una decisión que tomar.

No podía ser. Tenía que ser una broma. ¿Cómo iba a matar a mis padres? ¿Cómo iba a elegir a uno de ellos? ¡Iba a ir a la cárcel! ¡Mi hermano se había vuelto completamente loco!

Sin embargo, sabía que no tenía opción. Era o uno de ellos... o yo. Mi futuro. Mi preparatoria. Tenía que terminarla como fuera.

Aproveché ese momento que ambos dormían para ir a su habitación. No lo pensé por mucho tiempo, porque entre más lo hacía, más dudaba.

Me acerqué y... le clavé el cuchillo en el cuello al que más cerca tenía. Sin pensarlo.

Me desperté antes del amanecer con la respiración agitada y el corazón latiendo a un ritmo descontrolado.