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¡Feliz semana!
Cómo todos los miércoles venimos a traerles los resultados de nuestro desafío semanal.
No sin antes extender un enorme abrazo a ustedes, nuestros sensuales seguidores. Quedan tan solo menos de dos meses para terminar este año que terminó cambiando las cosas que teníamos planeadas. Sabemos que no todos la han pasado de la misma manera, pero al menos desde aquí queremos darles un pequeño mensaje de ánimo para que continúen adelante.
Recuerden que después de la tormenta siempre viene la calma. ❤
Nos estaremos leyendo este viernes para una nueva edición de los desafíos semanales.
*La forma en la que se muestran los participantes no tiene un orden en específico. +
A veces te sigo esperando en la noche. Luego duermo y me doy cuenta que soñarte es algo involuntario. Una vez casi te olvido pero encontré una nota que escribiste, simplemente te recordé. Después de eso comencé a ir a terapia, no era normal lo que me estaba pasando. Me sentía bien, todo iba bien. Estaba más tranquila pero vi el calendario, fue como si le pegaran una patada a todo mi progreso y lo mandaran a volar. En ese tiempo volví a escribir, volví a pintar, me intentaba concentrar en otras cosas, pero siempre volvías, aunque no de la forma que yo quería.
Juego con la cadena, la lanzo y atrapo en la soledad de la noche.
Constantemente vivía en rutinas que cambiaban según los meses. Calles diferentes, asientos sin compañía o con una, y visitaba los bares en diferentes barrios-desde el más peligroso al más adinerado- sólo quería conocer la profundidad de cada persona que me topaba por donde yo habitualmente pasaba.
Así mismo, mi vestimenta constaba de colores alegres y sombríos. Tan atrevidos que una madre no dejaría usar y tan recatado que un padre estaría orgulloso de recibir buenos cumplidos sólo por la forma de vestir.
La típica sociedad que se rige de normas y expectativas con tan sólo una mirada a lo que lleves puesto.
En una rutina en el mes de navidad me choqué con alguien inesperadamente único. Quizás fue sus ojos bicolores y el cabello negro azabache que le llegaba hasta sus hombros. Pero no, era una persona que poseía un aura deslumbrante en el sentido que no podías dejarlo pasar a simple vista. Elegante a una manera vergonzosa para los ricos.
Porque su mirada era oscura y su caminar era tan confiada que asustaba a los presentes, pero yo no tuve la misma reacción.
No me hice a lado cuando se dirigía hacia un lugar en específico, me paré al frente de él y por primera vez hice algo que mis abuelos considerarían incorrecto.
