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Hermosuras del señor.
Al igual que cada miércoles regresamos con los tan ansiados resultados, nuevamente agradecemos de corazón a todos por su participación y todo el cariño que le dan a este apartado, cada semana disfrutamos de leerlos.
Ahora sí, redoble de tambores, por favor.
El día de hoy presentamos a 5 flamantes ganadores:
*La forma en que se muestran los resultados no tiene un orden específico.
Micaela se sentó cerca al balcón de su cuarto, junto a sus confiables medias brillantes y el libro de Mío Cid. La cual obligaron a leer a pesar de que no era su género favorito.
Hoy, era 24 de diciembre. Y justo como todos los años, su padre no estaba.
Cualquiera sentiría lástima por ella. Quien sea diría que el hombre no merece ser padre; a lo cual ella tendría que callarse y no soltar unos cuantos insultos hacia aquellos ignorantes vecinos de su barrio. Había que aparentar. Había que callar.
Su padre no estaba con ella por simple capricho. ¿Morir es capricho? Creo que no. Sin embargo, morir en batalla si puede ser una manera de hacerlo realidad.
El hombre participó en la guerra de Vietnam. Durante años se perdió muchas navidades con su familia; con su hija que lo extrañaba muchísimo.
Ella contaba los días para la llegada de las fiestas. Esperaba en la puerta que llegara, sano y salvo, como el papá de un primo suyo. No sucedió. Terminó la guerra, los soldados fatigados volvieron. Él no estaba entre el tumulto.
—Siento su pérdida. Su noble esposo sirvió a la patria y a la libertad —Fue lo único que el representante de la Presidencia dijo.
Le dolió eso. La indiferencia de aquellos que se suponía provocaron todo. Se dio cuenta pese a sus cortos 7 años.
Ahora, con 23 años, la Navidad no representa una época de esperanza. Su madre acepta eso. La deja sola en su cuarto mientras prepara la cena; Micaela usa esa hora para "conversar" con su padre. Al terminar, baja por las escaleras, se sienta, le da un abrazo por la espalda y ambas sonríen.
La foto de valiente hombre y padre de familia cuelga en la sala, durante su comida.
Si bien siempre he amado la navidad (esa época mágica y llena de alegría), este año es diferente...
Lo he perdido todo, y ahora, lo único que queda de mi es este diario, la libreta donde he escrito todas mis cartas a Santa desde que aprendí a escribir (se nota mucho la diferencia de caligrafía).
