Capítulo 47: The Trial Of Lily Potter

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Había unos cincuenta magos y brujas vestidos de color ciruela, con la letra W cosida en sus túnicas. Era dorada y no combinaba en absoluto con las túnicas de color ciruela. Harry sabía todo esto, lo recordaba de la última vez que había estado en esta misma sala. Había algunas diferencias notables; Madam Bones con su monóculo estaba ausente. No, no ausente, había sido víctima de los mortífagos. Había parecido una bruja tan formidable, pero no, eso no era cierto, Harry sabía que los mortífagos se movían en manada. Podías ser el mejor de los mejores, pero rodeado, digamos, de cuatro a uno, no tenías ninguna posibilidad. Fudge también estaba ausente, y muerto por sus propias manos. Harry observaba con curiosidad al nuevo Ministro de Magia, nunca había visto a nadie como él. Había vetas grises en su melena leonada y en sus pobladas cejas, tenía unos ojos amarillentos y agudos detrás de unas gafas de montura de alambre y una cierta gracia espigada, aunque caminaba con una ligera cojera. La impresión de astucia y dureza fue inmediata. Era duro por lo que había leído en el periódico que había sido un Auror, ascendiendo en el escalafón hasta llegar a ser jefe de la oficina de Aurores. Era lo que se podría llamar un veterano curtido en mil batallas como Alastor Moody, sin las heridas.

Severus y Eileen estaban con él hoy, manteniéndolo entre ellos. Realmente no había querido venir, pero Severus había insistido. Según su maestro/amante de Pociones, tenía que dejar atrás el pasado, tenía que seguir adelante, de lo contrario seguiría afectándole. Harry había reemplazado los recuerdos de los días en que había sido torturado, con gran reticencia y con la ayuda de ambos de Snape logró superarlos. Ya no se estremecía cuando le lanzaban ese hechizo; nunca se lo lanzaban a él sólo se decía sin varita, para ver cómo reaccionaba. Harry no quería volver a congelarse, era demasiado peligroso. No sólo eso, sino que había tenido éxito en el lanzamiento de hechizos no verbales, y había completado las primeras etapas de la poción Matalobos. A pesar de lo que había hecho su madre biológica, Harry estaba prosperando. Demostrando que tenía más que ver con el hechizo, que con el hecho de que Lily había intentado maldecirlo.

Lily fue traída, los grilletes le pesaban mientras la llevaban al único asiento en la parte delantera de la sala. Tenía el pelo muy revuelto y sus ojos verdes estaban muy abiertos y temerosos. La sentaron con mucha más amabilidad de la que merecía, y los Inefables se situaron a un lado de la sala. Por si acaso pasaba algo y tenían que someter a la prisionera. Esto es exactamente lo que era hoy Lily Potter.

-Muy bien-, dijo Rufus Scrimgeour de pie, orgulloso y alto, con sus ojos amarillentos observando a todos como un halcón. -Estando el acusado presente comencemos. ¿Están listos?-.

-Sí, señor-, dijo Percy Weasley, con la pluma preparada, transcribía todas las palabras que se escuchaban en la sala. Era su escribano, así como el subsecretario de los ministros, y estaba muy orgulloso de su posición. Tenía más ambición política que cualquier Weasley, y estaba decidido a triunfar. Quería ser capaz de mantener a su familia. Quería que crecieran con las cosas que él no había podido. Juguetes nuevos, ropa nueva y cosas nuevas para el colegio, no las cosas de segunda mano que siempre había tenido que coger de sus padres. Siempre había tenido las cosas de Bill o Charlie, lo único que no había tenido de segunda mano era su rata costrosa de mascota. De lo que ya no se sentía tan orgulloso de admitir, sabiendo que había sido Peter Pettigrew todo el tiempo. Eso le revolvía el estómago; de hecho, se había puesto enfermo cuando se enteró. No estaba mal querer dinero, estatus y felicidad, ¿verdad? Entonces, ¿por qué su familia estaba tan en contra? Maldita sea, él sólo quería respeto y poder comprarle a cualquier hijo que tuviera cosas adecuadas y lo conseguiría.

Severus apenas era capaz de mirar a Lily a los ojos, a pesar de lo que había hecho... su mente seguía vagando hacia su infancia. La inocente e ingenua niña que él había introducido en el mundo mágico. Desgraciadamente, hacía tiempo que había desaparecido; en su lugar había una mujer amargada y muy enfadada. Algo que nunca se había imaginado que fuera Lily, ni siquiera cuando le había hablado de sus padres había perdido su... juventud. Sabía que estaba haciendo lo correcto, ella no podría salirse con la suya para volver a intentarlo. Sólo podía esperar que alguien, esto le llegara y se diera cuenta de lo que hizo.

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