Capítulo 66: Daunting News

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Severus se despertó bruscamente de su sueño, su puerta se dio cuenta; que había sido golpeada lo que lo había despertado. Recordando que la Mansión Prince estaba a salvo, nadie podía atraparlo aquí, y soltó el agarre mortal que tenía en su varita. Había algunas cosas a las que Severus no podía quitarles el hábito; dormir con la varita bajo la almohada era una de ellas. Lo había hecho todas las noches en Hogwarts, a pesar de que todos decían que era el lugar más seguro del mundo, Severus no lo creía. Harry seguía demasiado enfermo como para levantarse, así que supuso que tenía que ser su madre. Asegurándose de estar completamente cubierto por su edredón bostezando al hacerlo.

-Pasa-, dijo Severus, estaba sentado mirando la puerta; su habitación estaba como siempre en completa oscuridad. Después de tanto tiempo en las mazmorras, tanto en el colegio y como profesor, no podía dormir con ningún tipo de luz en su habitación.

Cuando Eileen abrió su puerta, la luz del pasillo se derramó dentro, haciendo que Severus gimiera, aún estaba agotado. No estaba seguro de cuánto tiempo había estado dormido, curioso ahora, sacó su varita y la fecha así como la hora aparecieron en letras rojas sobre su varita. Se sorprendió al ver que era tan tarde, sobre todo teniendo en cuenta que se sentía como si acabara de dormirse.

-¿Harry está bien?- preguntó Severus, saliendo de la cama preocupado por la emoción más destacada de su rostro.

-Lo he comprobado, está bien- dijo Eileen rápidamente, tranquilizando a su hijo. -Sigue durmiendo a pierna suelta, no quería molestarle así que no me entretuve-.

Severus dejó escapar un suspiro de alivio, contento de saber que Harry seguía bien, no sabía por qué seguía preocupado. Sin embargo lo hacía, le aterraba que le pasara algo más. Era ilógico por supuesto, pero cuando las emociones entraban en juego, no eran lógicas. De todos los que conocía eso, desafortunadamente ningún humano podía evitar sus emociones, no podía suprimirlas al menos no completamente. 

-¿Querías algo, mamá?- preguntó Severus, dándose cuenta de que debía haber una razón para que ella viniera. Ella nunca entraba en su habitación; bueno, no desde que él tenía once años, en todo caso. Rezó para que no estuviera aquí para obtener respuestas de él; siempre estaba de mal humor antes de su tercer café negro de la mañana. Sin el sueño normal, estaba aún más gruñón; por suerte, estaba demasiado preocupado para gritar a nadie. Ahora que Harry se estaba curando, volvería a la normalidad en poco tiempo. De todas formas, no quería arremeter contra su madre.

-Estaba pensando que Harry todavía está débil y dolorido, ¿no?-, preguntó Eileen, pensativa, entrando en la habitación. Tenía el café entre las manos, manteniéndolas calientes mientras daba un pequeño trago. Se sentó en la silla, a pesar de que la ropa de su hijo estaba sobre ella.

-Sí, tomará unos días' tal vez semanas para que vuelva a la normalidad, incluso en eso todavía se debilitará fácilmente- dijo Severus agarrando su bata de baño negra, el olor a café lo estaba desesperando por uno propio. Al ponérsela se levantó por completo de la cama, observando a su madre con curiosidad preguntándose por qué preguntaba cosas que ya sabía.

Bajando los peldaños Severus llamó a Dobby, exigiendo una cafetera en el salón. Sentándose en la silla junto al fuego encendido, calentándose de nuevo. Una vez que Dobby le trajo lo que había pedido, Severus cogió una taza y se sirvió un poco de café. Por una vez puso un poco de leche para que se enfriara más rápido y pudiera beberlo antes.

-No podía ser todo lo que querías pedir-, afirmó Severus sentándose, bebiendo su infusión ya sintiéndose mucho mejor con la cafeína en la mano y en la boca. Observando a su madre, preocupado por su extraño comportamiento.

-No lo es, sólo estoy contemplando por qué no le diste a Harry la poción de Eileen, se aseguraría de que se mejore rápido sin daños permanentes- dijo Eileen.

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