Capítulo 81: Operation Striker - Rescue mission

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Severus y Harry revisaron sus bolsillos por costumbre, asegurándose de que tenían su kit de pociones y, de paso, sus varitas. Ambos aparecieron directamente en el Ministerio de Magia, en la División de Aurores. La sala estaba llena de magos vestidos con sus túnicas de auror, Dumbledore, por supuesto, destacaba como un pulgar dolorido. No por su edad, ni por su pelo blanco, sino por la llamativa túnica que llevaba. Sinceramente, podía actuar como un faro y alertar a la gente de que venía, tal vez por eso la usaba. Habían averiguado dónde habían retenido a Shacklebolt, algunos no podían creerlo y otros no estaban tan sorprendidos. Los Carrows habían logrado evadir la justicia durante la última guerra, pero no lo harían esta vez. Incluso si lograban salir de la mansión, sus propiedades serían cesadas cortando otra base de operaciones para Voldemort.

-¿Qué hace aquí un mago menor de edad?- preguntó una voz, acercándose a Harry. -¡Vuelve a la escuela chico! Yo te acompañaré-, pensando que de alguna manera había logrado aparecerse accidentalmente en el Ministerio de Magia.

Harry agarró la muñeca del mago, haciéndole gritar mientras Harry se la retorcía haciendo que el mago gimiera más de la cuenta mientras caía de rodillas, con los pies incapaces de mantener con seguridad su propio peso en pie. Estaba jodidamente indignado; ¿parecía alguien que debería estar en el colegio? Bueno, sí, ¡pero esa no era la cuestión! Había hecho sus O.W.L. y sus N.E.W.T. y se había ganado una maestría en pociones. No era un mago al que le gustara regodearse, pero sus logros no debían descartarse tan fácilmente. ¿Habría sido difícil para el auror preguntar quién era primero?.

-Harry-, llamó Cedric, ganando su atención, abriéndose paso entre el tinglado de Aurores para llegar hasta su amigo, preocupado. Ninguno de los aurores acudió en ayuda de Smith; no había ninguno allí al que no hubiera cabreado. Ellos, sin embargo, no habían hecho nada al respecto, pero sí disfrutaron viéndolo caer.

-¿Se te permite venir?- preguntó Harry, soltándose bruscamente y olvidándose del Auror. -¡No has dicho nada!- añadió mientras se abrazaban como hermanos.

-Si hago esto, seré un Auror Junior-, dijo Cedric con suficiencia, pero sus ojos estaban llenos de preocupación aprensiva, y tenía siempre derecho a estarlo, no sabían a qué se enfrentaban. Aparte de la disposición general de los pabellones y de cada una de las habitaciones que había dentro. Que por supuesto todos habían mirado e impreso en su mente, cada uno tenía una habitación en la que penetrar, así como un compañero. Había pasado de estar en formación, a ser Auror a prueba, y luego por supuesto Auror Junior que esperaba.

Los únicos que seguían a eso eran los Aurores experimentados y luego los Aurores experimentados senior que estaban a cargo de los rangos. Gente como Alastor Moody, el ministro Scrimgeour solía ser uno también, había un espacio para el trabajo, así que uno de los Aurores mayores estaría para la promoción, Moody favorecía a los suyos, así que probablemente sería Tonks o Shacklebolt.

-Buena suerte-, dijo Harry, sabiendo lo mucho que significaba el puesto para Cedric. Ya no sería un auror a prueba para él, sería un auror de pleno derecho y, por fin, digno de mención. Incluso había empezado a recibir clases de Sirius para convertirse en animago, con la esperanza de que eso le ayudara a ascender a un puesto mejor.

-Quiero que lo arresten por agresión-, espetó el Auror poniéndose de pie, agarrándose el brazo como si se lo hubieran aplastado.

-Cállate Smith. Eres una vergüenza para la casa Hufflepuff y el cuerpo de Aurores cómo te han mantenido nadie adivina-. susurró Cedric peligrosamente. Puede que Zacharias Smith haya acabado en Hufflepuff, pero el sombrero que sentía estaba equivocado, era un cobarde y un egoísta, todas las cosas contra las que estaban. Huiría si eso salvara su inútil pellejo antes que quedarse a luchar, y los aurores se darían cuenta de ello tarde o temprano. Había sido el primero en marcharse durante el ataque al Ministerio; había dejado a una mujer que había resultado herida a pocos metros de él en su intento de huir. Sabía que el mago no iba a durar, que metería la pata, siempre lo hacía. Sin embargo, Smith nunca le había caído bien, ni a muchos de sus compañeros de Hufflepuff, su actitud era demasiado desagradable como para seguirle el ritmo.

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