Capítulo 75: Holiday Fun

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-Te dije que el hechizo no sería suficiente-, dijo Harry, con los labios fruncidos para no reírse. Estaban en su segundo día de crucero, mañana atracarían de verdad. Estaba deseando hacerlo; a pesar de que el descanso había sido bastante refrescante. Sev no le había dejado coger más que un libro y no era uno educativo, Harry descubrió que no le importaba, era agradable sentarse al sol sin hacer nada más que hablar con los demás. O ir al club por la noche, y tomar unas copas. No estaba acostumbrado a eso, a no tener nada que hacer; estaba acostumbrado a que su día se llenara por completo y luego cayera en la cama exhausto por la noche. En Hogwarts había leído todo lo que podía conseguir, y luego llegó el torneo. Lo que le hizo leer más tratando de averiguar cómo sobrevivir a él. Luego fue un laberinto de estudio y preparación para sus O.W.L. y Maestría, que en un momento dado se volvió demasiado para él. Sinceramente, sintió que si leía un libro más, su cabeza iba a explotar literalmente. Luego, antes de darse cuenta, había superado su Maestría y había podido relajarse un poco.

Severus se limitó a mirar a Harry con desgana, antes de hacer una mueca de dolor; la quemadura de sol le recorría toda la espalda y el pecho. Anoche no había sentido nada cuando se fue a dormir, pero esta mañana se sentía como si se estuviera asfixiando. Sentía su cuerpo como una enorme ampolla. Estúpidamente, había intentado ducharse; había durado sólo dos segundos antes de saltar del susto.

-¿Quieres que baje a la tienda a por una poción?- preguntó Harry sombríamente, su diversión se desvanecía.

-¿Pagar el doble por pociones aguadas de segunda? No, gracias- dijo Severus con evidente sorna. No se fiaba de las pociones, al menos de ninguna que no hubiera elaborado él mismo, en todo caso. Rebuscando en el cajón miró con asco su camiseta de manga larga. Le daba pavor ponérsela, ya se imaginaba lo agitada que se pondría su piel al ver algo en ella.

-Acuéstate-, dijo Harry rebuscando en su bolsa, buscando algo que aliviara el dolor de Severus hasta que preparara algo para él. Encontrando lo que buscaba, después de hurgar durante unos cinco minutos. Sonrió triunfante; parecía que los ingredientes de Pociones iban a salvar el día una vez más.

-No hace falta que parezcas tan engreído-, dijo Severus poniendo los ojos en blanco mientras hacía lo que le habían ordenado, se sentía vulnerable pero confiaba plenamente en Harry. Como era evidente al dormir en la misma cama con él sin su varita bajo la almohada en eso. Siseando cuando su pecho desnudo rozaba la ropa de cama.

-Te prepararé la poción, sólo me llevará media hora-, dijo Harry mientras cogía un puñado de Aloe Vera puro, no tenía aditivos. Lo sabían porque era de la Mansión Prince, la planta había sido cortada hasta la raíz y el jugo extraído de los tallos grandes y pequeños. Los aditivos eran un gran no cuando se trataba de ponerlo en calderos llenos de diferentes ingredientes de pociones.

-Puedo prepararme yo mismo, no soy un inválido ahh, eso se siente bien-, gimió Severus, cuando el Aloe Vera comenzó a aliviar y quitar el calor de su espalda inmediatamente. Suspiró suavemente, mientras esos ágiles dedos hacían un trabajo rápido pero persistente en su espalda roja y en carne viva. No estaba acostumbrado a que otras personas, aparte de su propia madre, estuvieran pendientes de él, pero ni siquiera eso podía soportar. Se mordió la lengua, sin poder evitar la reacción de su cuerpo a las suaves caricias.

Harry sacudió la cabeza, sonriendo irónicamente; Severus había pensado que el hechizo sería suficiente para evitar que se quemara con el sol. Por supuesto, le había advertido, ya que le había ocurrido a él; no era lo suficientemente fuerte como para evitar que te quemaras en un clima tan ardiente. Había pensado que Egipto era cálido; no era nada comparado con este clima. No podía negar que le gustaba estar así de cerca de Severus, y cuidarlo. Aunque fuera de una manera tan insignificante como ayudarlo con esto. -Siéntate y date la vuelta-, dijo Harry cuando ya se había demorado lo suficiente, hubiera seguido todo lo que pudiera. Al menos no se había quemado los brazos... pero eso solo porque se negaba a desnudarlos. Severus se sentó y se acercó al borde de la cama, con las piernas abiertas para que Harry se acercara a él y le pusiera el Aloe Vera. Su piel nunca se había quemado tanto, o al menos tenía la costumbre de mantenerse alejado del sol. Por eso su piel era tan pálida y le parecía bien.

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