Capítulo 57: Harry's Second Potion

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Las siguientes semanas pasaron rápidamente con el clima cambiante, Harry pasaba cada segundo de su tiempo inmerso en los libros de Pociones o elaborando pociones cuando no estaba siendo entrenado por Severus para la próxima guerra. Severus había admitido que no había mucho que pudiera enseñarle todavía, pero sí que seguía entrenándolo para que sus reflejos no se hicieran más lentos y se mantuviera en plena forma. Harry estaba decidido a conseguir su segunda poción antes de la próxima conferencia de Pociones, que por cierto era también la misma semana de su cumpleaños. Era el momento en que la mayoría de los maestros de Pociones preferían presentar su trabajo, lo que daba publicidad al nuevo producto y la oportunidad de que la gente lo comprara. Que era inevitablemente de lo que se trataba, de la publicidad, de los inventos y de demostrar su valía. También le daba a Harry la oportunidad de volver a Egipto, que era donde se iba a celebrar la siguiente conferencia una vez más. No era de extrañar que eligieran el hermoso país, era uno de los más antiguos y donde se habían inventado las pociones. La mayoría de la gente confundiría que las pociones se habían inventado en Roma, pero estaban equivocados. Cada día recuperaban libros y artefactos mágicos para venderlos o exponerlos en sus museos, saqueando en nombre de la conservación, por así decirlo. De hecho Harry había comprado un pergamino de pociones a William (llámese Bill) Weasley, que es un rompedor de maldiciones, había trabajado anteriormente en Egipto. Lo había estado vendiendo a través de Gringotts, así que sin duda los duendes también recibían comisión por ello.

-Me han convocado a una reunión de la Orden, nos vemos en unas horas-, dijo Severus leyendo una misiva.

-Ten cuidado- dijo Eileen, como siempre preocupada por su hijo, había una guerra en marcha así que no era de extrañar. El periódico informaba de más y más muertes a medida que pasaban las semanas. No sólo en el mundo muggle, sino que desgraciadamente las familias del mundo mágico también estaban siendo atascadas. En su mayoría, aquellos que se oponían abiertamente al Señor Oscuro, como todos sabían, nadie sobrevivía para contar la historia de Lord Voldemort. Muchos de ellos habían trabajado en varios departamentos del Ministerio, siendo atacados en sus casas y no en campo abierto. Severus tenía una diana andante en la espalda, había desafiado abiertamente a Voldemort, admitiendo haberle espiado. Ella sabía sin duda que el malvado mago estaba esperando para atacar a su hijo. Si por una sola razón se sintiera agradecida a sus padres, sería por esto, por haberle dado su verdadera herencia. Lo mantenía a salvo dentro de los recintos de la Mansión Prince, para que el Señor Tenebroso no pudiera encontrarlo.

-Lo haré-, dijo Severus con seriedad, no había sobrevivido tanto tiempo sin ser cuidadoso. Cogiendo su capa se la puso, decidiendo no ponerse la túnica cerrada. No las llevaba puestas desde que salió de Hogwarts, no tenía motivos para hacerlo. Ya no tenía que intimidar a los alumnos para que le prestaran atención y hicieran lo que se les decía. Sin embargo, los miembros de la orden no se quedaron mirando a medias, estaban acostumbrados a verle sólo con la túnica, bueno los que habían estado en la Orden la última vez.

-Adiós-, dijo Harry aún inmerso en su libro, pero le dedicó a Severus una mirada de preocupación antes de volver a él. Severus sabía batirse en duelo mejor que nadie, podía defenderse. Tenía que creerlo, estaba bastante seguro de que a Severus no le gustaría que le dijeran que no fuera. No, Severus tenía su orgullo, y si alguien entendía eso era Harry. Es lo único que ha tenido toda su vida, su orgullo, sus logros y por supuesto ellos, Severus y Eileen. Sin ellos, sabía que no podría haber logrado todo lo que tenía.

Severus salió de la mansión con un propósito, con su varita como siempre oculta en su brazo, con hechizos contra la invocación entretejidos dentro de la funda. Nunca iba a ningún sitio sin ella y dormía con ella bajo la almohada, a pesar de que la mansión era lo más seguro que podría ser. Por desgracia, estaba muy arraigado en la mente de Severus; lo había hecho durante años antes de venir aquí. Puede que Hogwarts sea el lugar más seguro del mundo, pero no era por los pabellones, no, se decía que era por el simple hecho de que Albus Dumbledore estaba allí. Por mucho que Severus confiara en Dumbledore, lo cierto es que no se fiaba de todo el mundo dentro de los pasillos de Hogwarts.

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