Capítulo 91: Six Days

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Harry abrió los ojos somnolientos, sus manos se movieron automáticamente hacia el otro lado de la cama antes de darse cuenta de que nunca más habría un cuerpo cálido allí. No, pensó Harry con firmeza, tenía que hacerlo bien, tenía que devolverle a Severus, y no podía criar a un niño solo. Sentado, se llevó la mano al estómago sin poder creerlo. Anoche había lanzado el hechizo para mostrarle el bebé una docena de veces y se había quedado mirando. Viktor también se había pasado anoche, esta vez sin Lukas que había estado trabajando esa noche, le encantaba ser sanador. No se había atrevido a contarle a Viktor lo que estaba planeando, ya era bastante arriesgado que Neville y Luna lo supieran. Podrían meterse en serios problemas, y él no quería eso. Había pasado horas después de que Viktor se fuera, leyendo un libro sobre viajes en el tiempo. El solo hecho de leerlo le hacía girar la cabeza, había tantas teorías para un mundo mágico que podía retroceder en el tiempo que realmente debían tener algo más que suposiciones.

Luna había dicho "donde hay muerte, siempre hay muerte", y él empezaba a suponer que se refería a él. Moriría en el proceso, pero teniendo en cuenta que no podía haber dos de la misma persona se solucionaría. Severus viviría y su otro yo nunca conocería la agonía de perder a la persona que amaba más que a nada en el mundo. El bebé estaría bien, en su otro yo también, pero ¿podría correr ese riesgo? Sev lo mataría si las cosas no salían bien, pero él nunca lo sabría, nadie lo sabría realmente. Su cuerpo desaparecería probablemente, la magia cubriría sus huellas. Deseó tener pruebas sólidas, suspirando con tristeza; volvió a coger el libro, hojeándolo sin ver realmente las palabras. Tantas teorías, ¿y si realmente había metido la pata? ¿Matarlos a todos? Un escalofrío recorrió su cuerpo.

Cada acción tenía sus propios riesgos, la suya era un poco más arriesgada, cerrando los ojos sintiendo que las lágrimas volvían a acumularse en su interior. Estaba rompiendo todas las leyes del mundo mágico, pero tenía que hacerlo, no podía vivir sin Sev. Se sentía tan vacío sin él, tan perdido; nada podía recomponerlo. La elaboración de pociones siempre había sido su pasión, a pesar de todos los tiempos turbulentos, pero la idea de elaborar pociones le repugnaba. No quería hacer nada y menos elaborar pociones, Sev era su todo, y tenía que hacerlo, sin importar las consecuencias. Tenía que ser fuerte, aunque todo saliera mal.

Eileen no se levantaría hasta dentro de unas horas... tal vez para entonces lo tuviera todo resuelto. Deslizándose desde la cama, abrió la puerta del armario y cerró los ojos, su corazón se retorcía viciosamente, podía oler a Sev por todas partes. Se obligó a no pensar en ello, lo vería vivo de nuevo aunque fuera lo último que hiciera. Tragándose el nudo en la garganta, cogió su ropa y cerró la puerta del armario apresuradamente. Probablemente sería lo último que hiciera.

Realmente estaba a punto de hacerlo, pensó Harry con un sentimiento de esperanza e incredulidad que lo consumía mientras se vestía. En realidad, no debía hacerse ilusiones, ya que no tenía ni idea de dónde encontrar los giradores de tiempo. Sólo podía esperar que Sirius supiera dónde estaban, ya que dudaba que pudiera obtener esa información ni de Scrimgeour ni de Moody. Podría haber tenido una oportunidad con Shacklebolt, rogando a Merlín que las cosas salieran bien... sólo por una vez en su vida.

Completamente vestido, con la varita en la muñeca, salió de la mansión Prince hacia Grimmauld Place.

Los oídos de Remus captaron el sonido de la aparición, lo que le hizo levantarse y salir de la cocina donde había estado sentado tomando café. Desde que había ocurrido la batalla no había dormido mucho. Sirius tenía suerte; era capaz de dormir más de unas pocas horas seguidas. Probablemente porque estaba trabajando duro para capturar a los mortífagos que habían escapado después de la batalla. Que eran tres o cuatro mortífagos, los más peligrosos estaban entre rejas, como los Carrows, Malfoy, y los Lestrange por supuesto siempre habían estado encerrados.

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