II.

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Hera; la diosa del matrimonio.

El peso de mi cabeza sumado al del estrés que está familia me hacía cargar reposaba sobre mi mano que sostenía mi mejilla, en dónde su raíz estaba puesta en mi trono gracias a mi brazo. Ahí en la gran sala de Los Doce estábamos pocos, hace tiempo que aquella sala dejo tener a todos los que su título decía.

No importaba si mi esposo engendrará más bastardos, no habría quien decida ocupar un trono y los que ocupaban uno apenas y ya venían.

-Y como le decía padre, esa es la situación actual que se vive en la tierra. Los líderes de los dominados "países" no se atreven a atacarse puesto la sabiduría los guía a qué ese no es el camino.

Así se había puesto hablar la hija de mi esposo, aquella única nacida fuera de nuestra unión a la cual no tenía motivo de odio pues no era prueba de las tantas infidelidades de Zeus. Pero aún así la odiaba, no. La envidiaba.

-¿Y cuánto tiempo crees que eso será un impedimento hasta que decidan aniquilarse diosa de la guerra? -Dije cambiando mi postura a una más firme, ahora prestando atención de verdad- Todos aquí sabemos lo imperfectos que son estos mortales, como su instinto de aniquilación los ha llevado a guerras una y otra vez. ¿Cómo no sabemos que está es otra paz armada como la de hace cien años?

Sus brazos se cruzaron, su rostro reflejo algo de incomodidad. Me miraba sabiendo que esas preguntas tan repentinas tenían motivó, tanto ella como mi esposo se burlaron de mi hijo. Era obvio que iba a fastidiarlos. Eso era lo mínimo que podía hacer tras haber llegado tarde a la gran sala, si tan solo las ninfas me hubieran avisado antes probablemente el idiota de Zeus no se habría burlado de su hijo.

La atención se centro en mi. Zeus, ella, los bastardos de Hermes y Apolo, mi otro hijo; Hefesto. Los cinco de doce mirándome.

Entonces la diosa decidió responderme tras haber pensado bien su respuesta.

-Porque yo misma me encargo ahora de los deberes de la guerra, porque finalmente tras años pude sembrar los dotes de la inteligencia del campo de batalla en los mortales. -La tensión aumentaba, mis preguntas no fueron de su agrado. Probablemente se venía su contraofensiva verbal- Aparte qué, la gente ya no se ve tan influenciada por la violencia innecesaria de su hijo Ares.

Bingo, era precisamente dónde pensé que iba a golpear con sus palabras.

Antes de darle una respuesta observé nuestro entorno; Zeus mostraba indiferencia pero seguro que por dentro se aguantaba la risa, Apolo educado como siempre fingió no oír, Hermes se mordía su labio para no reír y Hefesto me miraba fijamente. Su mirada estaba pidiéndome que no siga con ese juego tan clásico de los dioses pero yo, yo iba a seguirle.

-Hablas con la verdad hija de Zeus, pero sin embargo es de mi hijo a quien tanto tiempo lleve en el vientre del que hablas y como el deber de cualquier madre debo de defenderlo. -Lentamente alcé una mano y con esta hice un ademán, dos esferas aparecieron; una de color rojo y otra de azul- El es tan necesario como tú aunque no lo parezca, porque aunque ni el se de cuenta por su sed de sangre y tú por tu egocentrismo la guerra no solo se gana con la estrategia. Pues se quiera o no está hay que llevarla a la práctica, y en la práctica de la guerra siempre habrá la violencia de Ares.

Iba a seguir, no planeaba quedarme callada. Ni aunque mi propio esposo me pidiera que me calle lo haría pues tanto el como ella ya se habían salido con la suya contra mi hijo, pero no lo harían conmigo pero entonces algo que me freno no fue porque el decidiera hablar. Fue porque se hizo oír unos aplausos.

El hijo favorito iba a hablar.

-Por más que en el pasado sus acciones hayan sido las peores contra mi y mi familia he de admitir que en el arte de las palabras usted es como pocas reina del Olimpo. -El de los cabellos rubios se había parado de su trono y caminaba al centro de la sala- Sea que para mí hermana pueda ser una mentira bien disfrazada o una verdad bien aclarada como es para mí, lo que no se puede negar es el como nos quedó de claro. Pero he de interrumpir antes de que una discusión vaya a nacer por la tensión que siento entre las dos.

Una pequeña sonrisa acompañaba la seguridad con la que Apolo hablaba, otra sonrisa apareció en el rostro de Atenea. En mi, solo se hizo presente un gesto de desagrado pues me habían interrumpido pero no había forma en que pueda responderle tras el "halagó" hecho desde el compromiso.

Aunque me fastidie admitirlo si alguien dominaba el arte de hablar ese era el dios de las artes Apolo, con la chica puede que tenga el como ganarle en una discusión. Pero irme en palabras contra Apolo sería un error que tenía claro no cometer. Y dada la situación solo me quedo responder con el mismo nivel de compromiso.

-Agradezco mucho que aún con los problemas del pasado me puedas halagar desde la objetividad Apolo y aún más agradecida estoy con que frenes lo que si, probablemente pudo haber sido una discusión.

Habiendo dicho eso y sin ganas de hablar del tema del matrimonio espere en silencio a que hablara Zeus. Pues Hermes y Hefesto, también Apolo ya habían hablado antes de Atenea. La espera no fue tan larga puesto que el rey de los dioses se paró para vociferar.

-Viendo que el silencio invadió nuestra sala, que mi amada esposa probablemente no quiera hablar sobre el matrimonio en esta reunión y qué varios de los nuestros como Dionisio, Artemisa y demás dioses se ausentaron doy por concluida está reunión. Pueden retirarse.

El primero en irse mostrando algo de apuro fue Hermes, tras es el siguió Hefesto, de ahí Apolo junto a Atenea a quien podía jurar que algo le había susurrado. En plena sala nos quedamos Zeus y yo.

Oyendo sus pasos mire hacia su dirección, viendo como se acercaba sentí la palma de su mano reposando en mi mejilla y el como sus labios hicieron contacto con el mío por un instante... Solo un instante.

Sabía que me estaba mirando pero yo no quería mirarlo, intentando ver hacia cualquier lugar mientras el jugaba con unos de mis cuántos mechones fue que decidí preguntarle algo.

-Sabes que tú hijo es de temperamento corto y aún así apoyaste, no. Te burlaste junto a tu apreciada hija de él, ¿Por qué?

No habré visto su rostro, pero estaba casi segura que probablemente había puesto los ojos en blanco. Lo que si ví fue su torso y el como su caja torácica se extendía para tomar aire y botarlo para después hablarme.

-Porque de Ares no siento ni una pizca de lo que puedo sentir por Atenea o Apolo, porque actúa como un monstruo y como un monstruo lo trató. -Su mano dejo lentamente mi mejilla para bajar a mi mentón, con un ligero movimiento elevó mi rostro y tuve que mirarlo- No es un secreto la discrepancia que tengo contra el esposa mía, pero hace tiempo el colmo mis intentos de llevar las paces y lo sabes muy bien.

-Pero es tu hijo... -Sus palabras eran crueles, si no fuese de tantas infidelidades ya cometidas probablemente me hubiera quebrado al oírlo- Es nuestro hijo Zeus, ¿Cómo puedes tratarlo así? ¿No sientes realmente ni una pizca de aprecio por el? No entiendo como un padre puede ser ta despreciable con su descendencia, como tú puedes ser así...

-Hera, escúchame...

-¿Para que? Si es obvio lo que me dirás, que Ares siempre ha sido una causa perdida. Que debo dejar de preocuparme por el, que el estrés que me genera el protegerlo me hace mal. ¿No lo entiendes? Yo tampoco apoyo en lo que se ha convertido pero es hijo mío y tuyo, aquel hijo que una vez deseamos tener cuando terminara la titanomaquia.

-Pero no es el que esperaba. -En su voz se oyó la decepción, lentamente sentí como se apartaba su mano de mi- Lastimosamente Ares es el árbol que nació doblado y poco por no decir casi nada se puede hacer por el...

Sentí como mi rostro se movió de una forma involuntaria, por más que no le mostrará lágrimas, que no se quebrara mi voz, era claro queme afectaba el oírlo hablar así y el muy idiota pensó que podía apaciguar mi mal con un beso en la frente que me dió para luego volver a hablar.

-Disculpame, pero Helios me está esperando. Tengo que hablar con el, espero puedas un día avanzar en ese tema como yo esposa mía. Te amo.

A veces era un idiota, otras veces el Zeus del que me enamoré. Pero claro era que en esta ocasión fue idiota y como un idiota se marchó por la puerta dejándome sola. Ahí en plena sala, aquella que se sentía tan vacía como lo era yo, sin duda nada fue como esperaba tras la derrota de mi padre.

Todas mis ilusiones de una familia perfecta se estamparon cuando la realidad piso el freno.

Pero, ¿Debería avanzar como el lo hizo?

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Where stories live. Discover now