VII.

319 32 64
                                    

Atenea; diosa de la guerra.

Domingo.

Estaba paseando por uno de los tantos pasillos del Olímpo, mirando por el balcón las pequeñas dónde residían algunos seres. En mi camino me encontré con varios dioses que llevaba tiempo sin hablar, entre ellos Hermes y Dionisio parecían estar discutiendo. O mejor dicho, Hermes parecía discutir y Dionisio lo ignoraba.

-¡Muchachos! ¡Hola! —Dije acercándome— ¿Cómo han estado?

En cuanto voltearon Hermes corriendo llego hasta donde estaba yo y me abrazó, por su parte Dionisio se acercaba a paso relajado mientras se rascaba los cabellos.

-Pero miren nada más, es la princesa del Olímpo. —Hermes me abrazaba fuerte, tanto que si Ares estuviera aquí seguro lo mata— ¿Cómo te va con tu misión de buscar a ese hermano nuestro?

¿Que puedo decirte Hermes? ¿Que ese hermano nuestro solo con sus labios y mera presencia me hace sentir especial? ¿Que es sin duda lo mejor que me estaba pasando? No, claramente no podía decirte eso, así como a papá y Apolo tenía que mentirte a la cara.

-Ay Her si supieras, es muy cansado todo esto. Hasta hay días donde preferiría que se joda y viva de incógnito en el mundo mortal.

Pero conmigo, juntos...

-Ya verás que lo encontrarás, entonces papá podrá darle justicia hermana. —Dijo pensando positivo, cuando eso para mí era pensar negativo— Pronto aparecerá.

-Hola Atenea, ¿Que tal todo? —Finalmente Dionisio llego hasta donde estaba yo con Hermes— Me enteré que quieres llevarte un vino para tu regreso a la tierra, ¿Es verdad?

-Si, es verdad. Lo que pasa es que en el país que ando actualmente tiene unas vistas que las noches que descanse quiero pasar al menos una bebiendo un poco de vino.

El me miró un poco raro, se le hacía curioso que pidiera un vino siendo que últimamente solo tomaba en ocasiones especiales... Y es que eso era, ver a Ares se volvía para mí algo especial.

Finalmente se dió cuenta que si se ponía a pensar se iba a esforzar, por ende dejo esa idea de lado y alzó los hombros diciendo:

-Esta bien, iré a buscar uno ahora. ¿Seco o dulce hermanita?

-Dulce por favor, y que este algo cargado.

-Oye tranquila. —Dijo Hermes golpeando suavemente mi hombro— Si no te conociera diría que te planeas emborrachar.

Tuve que luchar por evitar sonrojarme, no podía dejar ver algo que fuera raro en mi. Tenía que cuidar mi apariencia.

-Hermes déjala, Atenea si quiere se puede emborrachar si desea. Su trabajo es exhausto. Bueno, cuidense. —Hablo Dionisio relajado mientras caminaba alejándose de nosotros— Mandaré a uno de mis sátiros a que te deje una buena botella en la puerta de tu cuarto Atenea. Adiós.

Tras eso Dionisio se perdió de nuestras vistas, en cuanto eso paso me acordé de cómo lo encontré con Hermes y le pregunté a qué se debía.

-¡Ah! ¡Lo que pasa es que discutíamos con respecto a Afrodita! —Explico el mensajero— Y bueno, empezó una discusión respecto quien la trataba mejor como su amante.

Genial, hombres discutiendo sobre cosas de hombres.

-¿De verdad? Porque te juro que parecía que eras tú quien discutía y Dionisio quien solo oía.

-Bueno, ya sabes. —Dijo mientras caminaba en círculos evitando mirarme— Dionisio siempre va a su bola, creo que toda su vida la pasa ebrio de vino y lo camufla.

Eso sonó algo lógico, pues Dionisio siempre iba con la nariz roja como un tomate y apenas caminaba decente. Siendo que más bien daba pasos de tortuga.

-Oye, pero Hermes. —Tuve que interrumpir—

-¿Si hermana?

-¿No sería más fácil si resuelven eso preguntándole a la "señorita recorrido por mi cama"?

El se mató por unos segundos de risa, se rió tan fuerte que parecía oírse el eco de sus carcajadas, a la par se tiró al piso a rodar. Diría que se estaba ahogando de la risa, creo que el sabía de quien estaba hablando. Finalmente se levantó en cuanto la risa se le pasó y solo me miró.

-¿Y bien?

El seguía callado, sin decir nada. Solo me sonrió.

-Hermes, ¿Pasa algo?

-¡No! Nada. Es solo que...

Por una extraña razón se puso algo raro, como no queriendo responder. Entrecerrando mis ojos lo mire mientras hice un poco más acusativo mi tono de voz.

-¿Es solo que...? —Pregunte—

Lo que no espere fue que una voz ajena a el respondiera.

-Porque mamá siempre los compara con papá, dice que mejor ahorrar saliva en preguntar tonterías y mejor gastarla en sus zonas erógenas. —Por mero reflejo al oírla voltee a verla, no pensé que ella estuviera por acá y menos que me fuera a responder. Hermes se puso rojo como un tomate— De Hermes piensa que para correr kilómetros le falta gasolina y que a Dionisio tanto vino le jode por su lentitud.

Hablaba agresiva, sin pelos en su lengua, con un lenguaje corporal que señalaba que quería humillar a Hermes lo cual consiguió pues cuando lo mire para preguntar si era verdad el solo dijo:

-Este... Tengo que irme.

Y así sin más se marchó, de la forma mas rápida. Dejándome ahí sola con la hija de Ares, con Harmonía.

-¿Hola? —Pregunte desconcertada— ¿Pasa algo Harmonía?

-Hola Atenea, bueno. Creo que eres lo suficiente lista para saber que pasa algo. Tengo al frente a la «perseguidora» de mi padre.

¿Está era la Harmonía de la que Eros me hablaba? El me dijo que era la más tierna y dulce de los hijos de Ares con Afrodita, pero frente a mi parecía una mujer que le gustaba pisar a los demás y hablaba soltando veneno.

Teniendo que fingir enemistad con su papá y por ende con su descendencia cruce mis brazos y puse una cara de enojo.

-Tu papá se ganó eso al escapar de prisión, al tumbar a Selene con flechas y herirme a mí.

-Por favor Atenea. —Su tono era burlesco— A mí padre solo le he visto usar el arco para enseñar a Eros y Anteros. Dudo que el haya atacado a Selene.

-¿Estás atreviendo a decir que mi padre, tu abuelo, Zeus está mintiendo?

Ella dió unos pasos al frente, hasta estar cara a cara conmigo. Cogiendo mi brazo y afilando su garganta para que sus palabras corten me respondió.

-Si, estoy seguro que el está mintiendo. Así como tú mientes.

Cómo respuesta cogí la muñeca con la que agarro mi brazo y la aparte de mi, sintiendo como un poco de irá invadía mi ser le respondí haciéndome la indignada.

-Yo nunca he mentido Harmonía, así que te pido que retires tus palabras y pidas perdón. —Nuestras miradas decían que queríamos matarnos, aunque de mi parte solo era actuación— Estás poniendo en juicio las palabras de el rey del Olímpo y de la princesa de esté.

Fue entonces, que sin importarle mi posición o el hecho de como todo el Olimpo empezó a juzgar a la descendencia de Ares me jalo las tiras de mi ropa y me acerco a ella. Acercando su boca venenosa a mi oído me susurro una respuesta qué no esperaba.

-No, estoy poniendo en juicio a las palabras de quien encontró a mi padre pero dice que aún no.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Where stories live. Discover now