IV.

260 31 108
                                    

Hades; rey del Inframundo.

Tartaro.

-Entonces, ¿Está vez solo me has traído granadas?

-Lo lamento padre. —Entone con mucha falsedad que el podía percibir— Pero es lo único que por ahora puedo traerte para que no mueras de hambre.

-¿¡Es que acaso me has visto la cara de tu esposa!?

Aquel grito trajo consigo una fuerte brisa la cual agitó mis cabellos, el hablo soltando algo de saliva por el enojo. Era normal, nunca le traía algo que deseará comer y nunca lo haría, pues capaz y quería volver a meternos en su barriga. Solo que está vez masticando su comida.

-Bueno, si no deseas la comida puedes joderte padre. —Empece a darme media vuelta— Total, el que pasará la noche con hambre será usted y no yo.

-¡Espera! —Otra vez gritando, algunos cabellos se fueron a mi cara— Esta bien, dame las jodidas granadas...

Apenas oi eso cogí tres de las seis que había traído y las lance sin mirar atrás a su prisión. Oi como estiró un poco sus brazos para coger las granadas por los grilletes que llevaba.

-¿Que? ¿Solo tres? Pero dijiste que traías seis.

Y si, había traído seis. Pero el no era quien para rechazar la comida, era un prisionero, prisionero que encima por órdenes del menor de mis hermanos yo tenía que cuidar de primera mano.

-¿Ah así? Pues creo que me equivoqué padre... —Fingi demencia— Conté mal. O de repente las otras tres se esfumaron al oír como las despreciabas.

Escuché como sus grilletes sonaron, como las cadenas se habían tensado. Cómo con su mirada yo llamaba mi atención. Era obvio que para quien una vez fue gobernante del mundo tomase esas actitudes, solo qué, ya no era más el gobernante del mundo. Ni siquiera de su vida pues ni podía elegir que comer.

-¡Muchacho de mierda! ¡Tuve que haberte triturado con mis dientes!

-¡Pero no lo hiciste! Ese fue tu error. —Grite dándome la media vuelta— Y mírate ahora, ahí encerrado, en dónde encerraste a los otros hijos de Urano que no eran titán o no gozaban de tu gracia.

El se quedó callado, no dijo más, solo alejo esos asquerosos ojos que llevaba en la cara hasta estar nuevamente en las sombras de su celda.

De pronto el sonido de su boca comiendo la granada se hizo presente, mordía muy fuerte la fruta, parecía no cerrar la jodida boca al comer y tragar tras hacerlo puré. ¿Sería eso algún tipo de indirecta? Probablemente, pero poco podía hacer en ese lado. Su situación no era para nada la ganadora.

-Gracias. —Dijo en un tono amargo, mientras aún masticaba—

-No necesito que agradezcas nada, es un deber. Porque si por mí fuera te jodes padre. —Confese un secreto a voces sin más— Ahora te pido que comas con la puta boca cerrada.

-¿Así como Persefone lo hizo con Zeus?

Estaba queriendo provocarme, como siempre lo intentaba cada cierto tiempo. Esperando a que en alguna de esas cayera y por odio intente pelear con el. Era obstinado a la idea de que en algún momento me iba a hacer caer en sus provocaciones.

-No, como mamá lo hizo contigo al traicionarte.

-Curioso... Sabes hijo mío, me preguntó algo. ¿Cuando tuvo más cerrada la boca al "comerse" a su papá Persefone? ¿Cuando se hizo serpiente? ¿O cuando se hizo pasar por ti?

Cambien mi dirección, di unos pasos dirigiéndome a la celda en dónde el estaba. Me pare frente ahí con mis manos en los bolsillos, mientras esperaba a ver si se atrevía a seguir hablando.

-¿Por qué se fue realmente Zagreo? ¿Por qué odiaba el infierno? ¿O por qué probablemente no eres su padre?

-¿Acaso eso debe importar ahora papá? Solo se que el ya se fué, desde ese momento sea que fue o no fue mi hijo dejo de serlo.

-Claro, me alegro de tu bondad. ¿Que mejor regalo que negar ser su papá? —Unas carcajadas salieron de él— Seguro fue el mejor día de su vida.

Probablemente, pensé. Zagreo odio el Inframundo o eso dejo saber el día que se marchó, era mi hijo. Pero me dolió saber que en su odio contra mi reino me incluía a mi y a sus hermanas.

-Si, probablemente padre. ¿Sabes cuál fue mi mejor día?

-¿Cuál? —Pregunto en un tono de obligación, el sabía que igualmente respondería aunque no pregunte—

Por mi cabeza pasaron un montón de momentos, cuando Zeus nos saco de su estómago, cuando lo derrotamos, cuando se le encadenó, cuando como un perro se le llevo a la boda de Harmonía y Cadmo. Pero finalmente me decidí por uno, uno que a diferencia de sus provocaciones era una completa verdad.

-Cuando vi tu rostro lleno de dolor porque mamá confesó traicionarte. Porque demostraste que hasta un monstruo como tú puede llorar.

Pude sentir como si de un perro rabioso se tratara empezó a gruñir, mi comentario lo había molestado mientras que los suyos poco me habían importado. Pero a diferencia de cuando lo enoje con respecto a la comida está vez no intento acercarse, creo que el cerebro en este caso si le dió para recordar las cadenas.

Lo único que hizo fue tirar afuera de su celda lo que dejó de la tercera granada, lo cual eran la semillas y nada más.

-Rea no hubiera hecho eso, fue la maldición d~

-¿De quién? ¿Del abuelo? ¿La que tú llamas maldición pero el mundo profecía? No intentes excusar que a mamá la manipularon padre.

-¡Cállate! —Al final se le salio el grito, otra vez aire moviendo mi pelo— ¡No fue hasta que ustedes ganaron que se le llamo profecía! Los hombres de oro vivían mejor que los suyos, y sin la obligación de adorarnos.

Otra vez quería sacar ese tema, tema de que nosotros éramos los malos. De que el solo quiso defender el mundo antiguo que creo y dió paz, pero una paz que a costa nos costó la libertad a muchos, no solo a mí, Poseídon y mis hermanas. Para él nosotros éramos los malos, para mí solo fue una guerra dónde cada quien velo para lo mejor de si mismo.

Tampoco era quien para considerarme un héroe.

-Bueno padre. —Dije mientras daba pasos al lado contrario de su celda, ya sin mirarlo— Si vas a volver a tocar ese tema tan aburrido pues me voy. No tengo tiempo que perder.

Empecé a caminar, sentí un silencio raro pues el no era de quién le gustase quedar en situaciones como estás callado. Al menos no conmigo, estuve a punto de perderme de su vista cuando volvió a hablar.

-¿Cómo está mi bisnieto? Ese tal, Ares.

Me quedé un rato quieto, pensando, intentando recordar si en el pasado había preguntado por el. No, solo lo había nombrado, pero nunca mostró un interés por saber cómo estaba el.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Where stories live. Discover now