V.

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Atenea; diosa de la guerra.

Horas antes a la reunión...

Mi querido padre se tocaba su frente, el estrés lo había invadido al grado de fastidiarlo físicamente y el no tenía molestia alguna en dejar ver su malestar. O al menos no tenía aquella molestia cuando se trataba de mi.

Se estaba encontrando así, en su trono sentado; puesto tuvimos un tema importante que hablar, tema muy sorpresivo; uno el cuál yo le pedí pues consideraba se tenía que atender con suma urgencia. Este tema era sobre el destino de Ares como dios de la guerra, obviamente hablando de la violenta y maligna; de sus males que han acarreado siempre.

¿Por qué? ¿Por qué consideraba que se tenía que hablar del destino de ese ingrato violento? Pues consideraba que ya no era necesario tener un dios como él, al menos no a cargo de esa divinidad. Pues es obvia la verdad. Hace tiempo el mundo dejo de necesitar con tanta urgencia la violencia en su guerra; ahora era más estratégica incluso con sus armas, llegaba a ser hasta más limpia gracias a estás. Ya no había (o al manos en su mayor parte) espadas abriendo estómagos, cabezas volando por ser cercenadas, mazos haciendo puré lo que una vez fue una persona. No, ya no era así. Ahora solo bastaba con una bala o una explosión y la persona podría morir con lo que en el pasado los hombres de la época del mito habían envidiado. Una muerte menos sangrienta de acordé para sus cuerpos.

Aunque excepciones iban a ver siempre, pero ya no era así en su mayoría... Y sabía que por consecuencia yo podría asumirlo dentro de mis deberes.

Y Ares...

Bueno, Ares podría ser aún dios del valor.

"Aún".

-Entonces hija mía, tu la cual siempre has sido mi mayor orgullo desde te concebí sin necesidad de una mujer de por medio; tú quieres ocupar lo cargos de Ares.

De manera repentina habló Zeus; mi padre. Por lo visto ya había calmado su estrés y animado a hablarme. Sabía que su estrés no era por Ares, porque cuando le comenté de quitarle sus títulos de dios de la guerra sonrió como pocas veces el lo hacía; pero, cuando le comenté de tomarlos yo misma fue cuando esa misma sonrisa se esfumó de su rostro como un alma lo hace del cuerpo cuando llega su hora de partir.

-¿Necesariamente tienes que ser tu hija mía? ¿Por qué no asignar a alguien más? Aquellos títulos son solo una mancha que arruinaría el lienzo que son los tuyos propios. -Estaba segura, quería convencerme de desistir a la idea- Solo piensa un poco mi diosa de la sabiduría. ¿Cuando has visto en tu inmortal vida a un rey llevar los títulos de un caballero? ¿Que el rico asuma con orgullo las tragedias del pobre? ¿Estás realmente segura?

Por supuesto que estaba segura. Era momento que el título de dios de la guerra fuera solo para uno, ¿Y quién como yo para portar aquél? Después de todo la victoria siempre me acompaño en el combate, como si de una amiga se tratará; la sabiduría iluminaba mi camino, como un farol de luz a los barcos buscando buen puerto; mi lanza tan precisa y letal, como el depredador que acecha a su presa.

-Asi es padre y es un tema del cual quiero tu consentimiento para hablarlo en la reunión, está que se llevará acabó hoy; porque como es sabido Ares estará presente y mejor oportunidad que en frente de ti y tu aprobación se lo diga.

-Pero aún no te he dado mi aprobación Atenea.

Mis ojos se abrieron por la sorpresa, sus palabras me habían dejado helada. Incluso podría decir que mi corazón se freno. ¿Sería que al final no me daría el permiso? No, el nunca era así conmigo; no se iba atrever a negarme aquello.

-¡Jajaja! -De la nada se puso a reír, aunque así de la nada también dejo de hacerlo- Tuviste que haber visto tu rostro hija mía. Si es eso lo que quieres... ¿Quien soy yo para negarte aquel deseo?

-¿Entonces podré hacerme de sus títulos padre? -La seguridad volvía a mi cuerpo, mi corazón volvía a latir si es que la sorpresa lo freno- ¿Tendré el derecho de poder quedarme con lo que alguna vez fue de mi hermano?

Antes de responderme se paró de aquel trono en el que estaba, ese que se alzaba por encima de los doce tronos que rodeaban el centro de la sal que al medio tenía por como alfombra un extenso mapa de lo que era el mundo; pues este también era extenso. Caminando y alejándose de su trono se aproximó a mi, su figura se hacía cada vez más imponente pues sus pisadas eran acompañadas del eco que el lugar le proporcionaba; sin duda tenía frente a mi lo que se dominaba como el rey de los dioses.

Mirándome directo a los ojos, con una mirada la cual solo me contagiaba su seguridad y afecto me sonrió para abrir su boca y articular las palabras.

-Si, eso será tuyo a partir de ahora. Ni el mismo Ares aunque venga con el Hado será capaz de cambiar mi decisión. Ahora tú, quien naciste de mi frente y te llamas Palas Atenea; tú serás ahora la diosa de la guerra estratégica y de la violenta. Tu serás quien porte hoy con orgullo de forma absoluta la deidad de la guerra.

La felicidad invadió mi rostro al punto que las lágrimas brotaron de mis ojos para danzar por mis mejillas, mis labioso en contra de mi voluntad querían hacer una sonrisa; mis ganas de abrazar a mi padre de dispararon pero yo, yo tenía que demostrar seriedad. Así que solo me límite a decirle un:

-Gracias padre, te juro que no te arrepentirás de esto.

Él, dándose cuenta que unas lágrimas se fugaron de mi las seco con su dedo índice derecho. Sonriéndome se dió el capricho de abrazarme y finalmente no pudiendo ir en contra de mis sentimientos le fui correspondida abrazándolo.

Entonces fue que me habló en un tono algo bajo.

-Lo se hija mía, lo sé; pero. -"Pero", esa palabra había sonado completamente con otro tono de voz- ¿Que haremos ahora con Ares? Hera no es un problema, pues como mi esposa debe aceptar sin titubeó mis decisiones, pero él en cambio...

-El solo conservará su título del dios del valor padre y nada más, tampoco quiero dejarlo en la nada; pero ahora será un dios menor. -Dije buscando adelantarme a sus pensamientos antes de que se volvieran palabras- Y como el dios menor que será, deberá de asumir aunque no le guste tu voluntad.

-Porque sino, las consecuencias serán graves. Si no quiere recibir un castigo el deberá evitar cometer cualquier escándalo en el Olimpo. Veo que lo tenías todo planeado, seguro por eso quieres que sea en la reunión que se dé.

-Asi es padre, así es...

Todo estaba bien planeado, nada podría arruinar aquello. Pues tenía a mi padre de mi lado, al rey Zeus; en cambio el solo a su madre pues su "amada" Afrodita no estaría. Y que grato era el Hado pues para mí conociendo a Hera estoy segura de que ella no dejaría a su hijo cometer ninguna tontería.

Nada podía salir mal...

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Where stories live. Discover now