II.

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Atenea; diosa de la guerra.

Lunes.
4:31 PM.

Había pasado el domingo entero en mi habitación, sin pudiendo olvidar la noche de anoche. Dormí recién a eso de las seis de la mañana para levantarme a las tres de la tarde. Cuando salí solo un momento para buscar a Artemisa me dieron la notificación de que ella había salido al continente madre de África, que raro, ¿Por qué lo hizo sin avisarme? De repente fue por lo indiferente que me comporte el sábado que no me dijo nada, según las ninfas se debía a qué unos cazadores estaba abusando y que haciéndose pasar por human entregaría a estos a la justicia. Apenas oi eso me sentí orgullosa por ella, siempre demostró defender a los animales aún cuando ella los cazaba, pero era con fines  de nuestra cultura obviamente. En este caso era gente que solo buscaba lucrar con los animales de aquel continente al sur del Olimpo.

Obviamente tampoco podía buscar a Eros sin más, pero espere todo el día a qué el viniera a visitarme. Me quedé así esperando a quien nunca llegó.

Fue recién que hoy me enteré por rumores de las ninfas de que los dioses del amor habían sido llamados a ir a Canadá pues se les encargo un deber. Probablemente era el de ir por una amante de papá o algo así, solo tenía la idea de que probablemente era algo dificultoso como lo mío con Ares y por eso su demora.

Pase gran parte del día organizando los detalles, asegurando algunas cosas, reservando un hotel en mi siguiente destino(al que iría acompañada de quien amaba). El destino era Lyon, de solo pensar el lugar y vernos a los dos en un bote hacía que el azúcar se dispare en mi al punto de que podría padecer diabetes.

Entonces la puerta se abrió.

-Hola Atenea. —Dijo la voz femenina de quién temía—

-¿Que haces aquí? —Pregunte mientras me paraba de mi cama y la miraba—

-Solo deseo despedirme de tí, darte buenas vibras por la ciudad a la que vas con papá.

Terminando su oración camino hasta donde estaba yo, ella no me generaba nada de confianza con todo lo sucedido, buscando con mis ojos ví que una de mis espadas de colección estaba colgada en la pared a unos cuantos metros. Si era necesario la usaría para defenderme.

Las vibras de Harmonia no me generaba buen rollo.

-Si realmente me deseas buenas "vibras" con tu padre no le hubieras contado nada a Hera. —Respondi hostil, juzgando a aquella hija de mi amado con la mirada— No me hubieras hablado como lo hiciste el día que me llegaste a interrumpir conversando con Hermes.

-Tienes razón, no hubiese hecho nada de eso. Pero tuve que Lechuza. —Seguia dando pasos a mi dirección— Obviamente tu y tu inestabilidad emocional de ocho meses no lo entenderían.

-No voy a permitir que te atrevas a ofender mi persona en mi aposento Harmonia.

-Pero bien que a Eros si, ¿No? Lechuza escucha. —Cada vez está más cerca a mi, yo calculaba la distancia para saltar por la espada— De verdad, no planeo hacer más cosas polémicas. Solo hablemos como madrastra e hijastra, ¿Te parece?

Cuando lanzo su pregunta estaba frente a frente a mi, yo pensando lo peor estuve a punto de tirarme donde mi arma. Pero ella en un rápido movimiento se me adelantó, por un momento pensé que se iba a abalanzar contra mí pero grata fue mi sorpresa cuando se acostó en mi cama cansada.

Jalando mi muñeca me hizo sentarme a la orilla de mi cama, la mire extrañada pues se le notó cansada al estar ahí entre las sábanas.

-Dime Atenea, ¿Puedo confiar en que mi padre esté bien contigo? —De frente a la yugular de su parte— Mi padre es alguien que para muchos será un demonio, pero sea eso verdad o no el tiene un corazón, un corazón que ya fue pisoteado y maltratado muchas veces. Pero nunca por un amor correspondido en lo sentimental, así que dime si puedo confiar en ti por favor.

-Harmonia, yo amo demasiado a tu padre...

Por un momento el recuerdo de la despedida de París paso por mi mente, no sabía si era buena idea comentarle para que se haga una idea de mi amor. Al final considere que lo mejor era que no.

-...Lo tanto que a mentira de todos me veo con el sin miedo a que me atrapen, siendo capaz de renunciar a todo esto y los lujos si me hicieran elegir. Sería capaz de batallar contra el mismo Cronos por él.

-Ya veo. —Añadio mientras se estiraba— Entonces te consideras capaz de todo eso, no esperaba menos de alguien quien teorizo debe amar más a mi padre que yo misma.

-¿Algo más? —Pregunte esperando a que siga hablando, dudaba que solo viniera a hacer esa pregunta—

-Papá tiene hijos, aunque claro ya lo sabes. —El sarcasmo se oyó en su hablar— Es obvio que tienes el cariño incondicional de Eros y Anteros, pero dime. ¿Que hay el de mis hermanos gemelos y yo? ¿Podrás ganarte su cariño?

-Eso dependerá de ellos lastimosamente Harmonia. Pero puedo decirte que de mi parte intentaré hacer lo posible por ganarme su apreció, incluído el tuyo.

-Respuesta muy inteligente. Pero...

Genial, me veía venir que saldría con algo. Tenía que refutar aún cuando mi respuesta fue la más sincera y sabía que le podía dar en ese momento.

-Tu, ¿Podrás quererlos como si fueran tus propios hijos? ¿O a mi? ¿Aguantarlos cuando vayan a verte junto a papá? ¿A mí juzgando cada cosa mala que hagas? Porque ninguno de los cuatro son tarea fácil, déjame decirte. Y yo los aprecio demasiado y los amo como hermana un montón. Así que dime, ¿Podrás?

¿Cómo tenía que responder? ¿Con sinceridad? ¿Con algo de mentira solo para decirle lo que quería? Obviamente jamás haría lo último, no quería vivir con mentiras ni con Ares ni con sus hijos. En parte decía cosas ciertas, Eros demostró no ser alguien que digamos se requiera poca paciencia, más bien, requería un montón de esta. A Anteros lo conocía poco, pero notaba que probablemente era con quién mejor podría llevarme en el sentido de aguantarle caprichos y eso. Sin embargo, Deimos, Fobos y obviamente ella... No sabría decir con quién tenía la tarea más difícil. Si con los gemelos que eran partidarios de Eris con mi novio, o con Harmonia que parecía la hija celosa que desea el mejor partido para su padre.

Al final respondí con el sentimiento.

-Prometo intentar quererlos tanto a ellos como a tí. Pero para eso se necesita más que palabras, se necesita hacer un vínculo.

Una sonrisa se dibujo en su rostro, una pequeña sonrisa se dió y tras volverse a estirar se sentó a mi lado. Dándome palmadas en la espalda me habló.

-Entonces no veo problema que estés con papá. Me alegra que seas tú quien llene su corazón de alegría, ojalá pronto me den un hermano nuevo. Los que tengo ya están muy grandes.

Creo que me sonroje pues se rió. En cuanto calmó su risa se paró y camino hasta la puerta, parecía irse sin más. Giro la perilla cuando la frene con mis palabras.

-Hey, ¿Ya te vas?

-Si. —Hablo mientras abría la puerta— Ya acabe aquí, deseo pasar un rato con mamá. Un momento de madre e hija.

-Ah, ya veo... Entonces ve, no te interrumpo más.

-Oye.

-¿Si?

-Me alegra que seas la persona indicada para papá y perdóname lo que he hecho, de verdad que no fue con mala intención. Y me alegra que hayan consumado el amor en París.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Where stories live. Discover now