IX.

428 52 30
                                    

Hades; rey del Inframundo.

El ruido de un gallo me levanto de la forma mas cruel posible pues por fin había conseguido acomodarme en aquel cuarto donde acompañe a mi sobrino. Helios se encontraba saliendo justo en ese momento con su carruaje y por la puntualidad del animal supuse que era Alectrion, así que a ciencia cierta no sabía si molestarme con el que fue convertido en animal o con mi sobrino que estaba descansando en una muy poca probable paz.

Me levanté como pude con muchas partes de mi queriendo crujir como un pan recién horneado pero tenía que aguantar hasta salir para no despertar a mi sobrino. Eso tomo mucho esfuerzo, salir con el hecho de abrir muy pero muy lentamente la puerta y evitar que mis articulaciones tronen fue una osadía. Pero estuve afuera, inmediatamente aproveche y cada centímetro de mi se dejó oír como un concierto de quién rompía más copas hasta que toda la presión dentro de mi fue liberada y camine.

A Ares ahí dentro le dejé una nota, no de despedida pues al final nos veríamos en mi reino, pero si de hasta pronto. Me decidí por no volver al Olimpo solo para estar cuando Zeus lo obligue a zuplicar perdón a la caprichosa Atenea y el no era quien para obligarme.

Poco a poco fui subiendo ignorando desde los guardias del calabozo hasta los de la superficie, no quería tener que saludar ni que me saluden. Solo deseaba ir a por mi esposa y volver con nuestras niñas. Tenía que comentarles lo sucedido aunque muy probablemente a Persefone no le gustaría la noticia; pero eso importaba poco para mí.

Justo en ese momento pase por el jardín donde el supuesto intento de asesinato se llevó a cabo, la sangre seguía ahí impregnada en las plantas, a lo lejos llegué a creer que eran rosas pero de rosas solo tenían el color. En ese sentido Ares si era culpable, la forma tan violenta de asesinar y la firma era de el, sin embargo decir que fue por mero capricho absoluto y negación era un cuento que no me creería jamás y menos con Selene de testigo absoluta.

¿Acaso Zeus pensó que uno era idiota? ¿De que no iría con Selene portadora de la luna? ¿Aquella que curiosamente le encargó de deberes muy «urgentes» en su tiempo de descanso? No, a diferencia de sus demás Olímpicos que vivían en sus nubes que los privan del aire para razonar a mi eso no me ocurría. Podía engañarlos a ellos pero a mí no, ese juicio era una farsa por la cual luche y aproveché. Aproveché para llevarme a Ares lejos de todo ese ambiente aún cuando tengo que fingir la «ausencia» de más testigos.

-Hades.

Una voz irrumpió en mi monólogo interior, paso la esfera de mis pensamientos y penetró a mi capacidad auditiva para que le diera algo de atención.

Voltee rápidamente pues estaba algo apurado, necesitaba irme de ahí pues todos eran idiotas y a quien tenía al frente era más idiota aún.

-¿Desde cuándo el mensajero se puede expresar "de a tú" con un rey Hermes? —Mas que pregunta fue una exigencia contra él—

-Perdón, señor Hades.

-Mejor, ¿Que sucede Hermes? —Empece a jugar con un mechón de mis largos cabellos—

Creo que el no esperaba tal respuesta mía que lo anulo de confianza, se había puesto algo nervioso cuando le hable seco y directo. Tenía que agradecer que no planeaba hacerle nada cuando Ares me contó como discutió con el. No lo iba a tratar tan bien como cuando me llevo con Poseídon a la sala.

Antes de decirme algo tragó saliva.

-Zeus, mi papá, digo el rey de los dioses. —Ya ni sabía cómo expresarse por lo visto— Papá Zeus requiere hablar con su majestad.

Zeus requería hablar conmigo, ¿Pero de qué? ¿Exactamente sobre que asunto que falte tocar? ¿O será acaso que se siente traicionado porque acompañe a mi sobrino, «su hijo»?

Volteando los ojos y haciendo mi mejor cara de estrés le dije a Hermes que iría donde él, me di la media vuelta y estuve a punto de caminar cuando se había dispuesto a acompañarme. Yo le lancé un "no" muy tajante con lo cual desistió de insistir.

En pocos minutos estuve frente a la puerta de su oficina, minutos en los que pude aprovechar para haber ido con mi amada reina y esposa pero que tenía que malgastar con el mujeriego que había de rey.

Entonces abrí la puerta, abrí mis ojos de la sorpresa.

Una chica de cabellos naranjas corrió a mi para ahogarme con un abrazo, la humedad se plantó en mi vestimenta, humedad de lágrimas. Ella estaba que decía mi nombre a duras penas y me preguntó que en dónde estaba.

-¡Hermano! ¡Menos mal llegas! ¡Te estaba buscando!

Zeus sonaba preocupado, muy preocupado, no tendría que estar preocupado sino que enojado por el asunto de Ares y Atenea.

Los peores miedos llegaron a mi mente.

-¡Se directo maldita sea! ¿¡Que hace mi esposa aquí y por qué llora!?

No iba a perder tiempos en dramas, no podía darme ese lujo, menos con la situación frente a mi. Para que la portadora de la muerte y un idiota al cien por ciento estuviesen así es que algo malo estaba sucediendo y necesitaba saberlo.

-¡El Inframundo amor mío, el Inframundo! ¡Nuestras hijas peligran! —¿Que? ¿Realmente dijo eso Persefone?—

Mi mano empezó a temblar y a alejarse de ella junto a la idea de darle consuelo, el corazón me latía a mil por hora mientras que con mucho esfuerzo intente formar una sola palabra en pregunta.

-¿Qué?

-¡Varios gigantes han escapado en la noche! ¡Hemos enviado a Deimos y Fobos pero no hay respuesta!

-¿¡Es que eres idiota!? ¿¡Cómo vas a enviar a dos hijos que temen por el destino de su padre a pelear contra los mismos gigantes!?

La rabia invadía cada vena y arteria dentro de mi, en mi rostro probablemente una se hincho. Mis puños se cerraban queriendo golpearlo hasta enviarlo con Cronos y Urano a él y solo a él. Mis dientes hacían presión los unos contra los otros. La atmósfera estuvo a punto de alterarse pues un aura rodeaba mi ser. Pero entonces todo fue frenado por la mano de aquella mujer que amo tocando mi rostro.

-Hades por favor, salva a nuestras hijas. —Sus ojos me transmitieron su miedo, este me contagio asesinando mi rabia—

Tenía que tomar la cordura e ir al Inframundo.

-Quedate aquí, te prometo que nada les pasará. ¡Zeus! —Dije centrando mis ojos en el, apuntando con mi dedo contra el rey— ¡Dile a Hermes que traiga inmediatamente a Thanatos e Hypnos! ¡Que dejen sus labores en la tierra oriental y vengan que su rey los llama!

El asintió con su cabeza, serio, mientras la preocupación parecía irse de él y respondió con un: "Di, hermano."

Apenas tuve su respuesta me aleje con el mayor dolor de mi alma de Persefone, con un beso en su frente y unas palabras que ni yo sabía si eran verdad o mentira,  con un "todo estará bien" me di la media vuelta y por donde entre empecé a correr para ir rumbo a mi reino.

Justo en ese momento que salí cruce mirada con una diosa que parecía iba a entrar, a Atenea.

This is War (Esto es la guerra) | Ares and Atenea fanfic Where stories live. Discover now