12. El día después de un gran descubrimiento

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El día después de un gran descubrimiento

Se encontraba dormitando en la silla de su escritorio con una pierna sobre la otra, los brazos cruzados y la cabeza cayendo despreocupadamente hacia delante, como solía hacerlo todos los días en su dolorosa rutina, sin embargo, no lograba hallar la paz en su mente.

Él estaba completamente consciente de que se había comportado como un completo idiota, como uno de esos mocosos que él tanto detestaba, y lo peor de todo es que ella no tenía idea del por qué, ni mucho menos culpa.

Unas horas después de la batalla en el distrito Trost, todos los soldados de las diferentes facciones de la milicia de Paradis se encontraban en sus respectivas enfermerías, tratándose, mutuamente, las diversas heridas que la ardua lucha por recuperar la ciudad les había provocado.

Levi había sido herido superficialmente en un costado de su costilla izquierda, principalmente porque aterrizó mal sobre un tejado y se golpeó distraídamente con la punta de una pequeña torre, pero estaba sangrando y debía limpiar esa mancha antes de que la suciedad lo superará.

- ¿Esta bien así? -escuchó que una amable Giselle le preguntaba a lo lejos a uno de los cadetes recién graduados. -Avísame si te duele.

Observó como la punta de los dedos de Giselle tanteaba la gran herida del cadete, este solo se limitaba a morderse el labio y mirar con grandes ojos a la bonita castaña, con ojos de admiración.

Detestaba eso, detestaba con todas sus fuerzas sentirse ebrio en celos, sobre todo cuando Giselle solo estaba cumpliendo con sus deberes de soldado.

Él no era así, nunca había querido ser de esa clase de hombres posesivos y tontamente embobados por una mujer, lo había jurado cuando observaba como una fila de idiotas se amontaba alrededor de su madre jurando amor eterno y luego corriendo hacia el mejor prospecto, encantados por una cara bonita. Se sentía extraño, casi incomodo con lo que había descubierto hace pocas horas, Levi no sabía que era lo que Giselle Church había hecho con él, pero lo odiaba.

Levi no necesitaba de nadie para tranquilizar su mente, mucho menos de una pequeña mujercita con grandes ojos de cervatillo.

Observó nuevamente a Giselle, quien ahora se dirigía rápidamente hacia él con un pequeño botiquín entre sus manos y una sonrisa cómplice en los labios. Levi lo sabía, Giselle estaba igual de embobado por él, pero no quería seguir perpetuando sus ilusiones, lo suyo nunca podría ser.

Había muchas razones por las cuales esa relación nunca tendría frutos, pensó Levi, principalmente porque uno de los dos moriría luego, él no era un buen partido, no necesitaba de nadie y el ambiente de guerra constante tenía a Levi irritado todo el tiempo, no tenía porque involucrar a Giselle en eso.

Rápidamente llamó a Petra y le ordenó curar sus heridas, la muchacha era amable y sentía una gran admiración por su capitán, no se negaría ante tal petición, ni siquiera cuando Giselle ya se encontraba frente a él sosteniendo las gazas y el alcohol.

-Emm ¿me las prestas? -preguntó Petra con un tono de voz penoso.

Giselle, quién solo observó a Levi con una ceja enarcada y los ojos perturbados, entregó los instrumentos a su compañera y se alejó de la escena con paso firme hacia el próximo cadete herido.

Estúpido, pensó Giselle, y decidió no pensar más en el tema.

Levi frotó su rostro con ambas manos, resignado a no poder dormir sus habituales dos horas, la escena de esa tarde lo atormentaba de sobremanera ¿Por qué se había comportado así? No estaba mal que sintiera amor hacia Giselle, mientras ella no lo supiera y él no hiciera nada al respecto, ninguno saldría herido y podrían continuar con esa agradable relación de compañerismo, entonces ¿Por qué? ¿Por qué intentaba inconscientemente alejarse de ella?

Sueños de libertad - Levi Ackerman.Where stories live. Discover now