13. Vida en el castillo

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Vida en el castillo.

La legión de reconocimiento había decidido que el escuadrón del capitán Levi se dirigiera junto a Eren Jaeger al antiguo cuartel para mantenerlo vigilado, pero, principalmente, porque necesitaban un lugar alejado de la ciudad y con gran espacio para experimentar con la transformación titán, con la errática Hange Zoe al mando.

El viaje a caballo hasta las instalaciones no fue muy largo, solo habían llevado lo necesario para sobrevivir un par de semanas, más una gran carreta con suministro de gas y cuchillas, por si los titanes aparecían y el escuadrón necesitaba hacer lo que mejor les salía, asesinar gigantes, o si Eren decidía transformarse en titán y asesinar a los seis soldados élite.

Estaban felices, principalmente porque tenían tiempo de sobra para descansar y no se encontraban en medio del cuartel general bajo las miradas asustadizas de recién graduados, o las de envidia de veteranos.

Ellos podrían dormir, estirar sus músculos y relajarse con una buena taza de té negro bajo el caliente sol de verano, sin embargo, el castillo se encontraba totalmente sucio con grandes capas de polvo y telarañas, algo que Levi definitivamente no aguantaría, por lo que el equipo élite no tuvo tiempo para descansar aquella mañana de lunes como lo habían estado planeando.

En ese momento el capitán Levi estaba siendo aborrecido por sus subordinados.

Excepto por una distraída Giselle, quien se encontraba limpiando la antigua cocina del castillo con sus pensamientos sumergidos en los acontecimientos ocurridos después de la batalla en el distrito de Trost.

Había formado parte del equipo de limpieza en la ciudad, específicamente quienes se encargaban de levantar e identificar los cuerpos de los cientos de ciudadanos y soldados muertos en batalla, no era una tarea muy alentadora para Giselle, pero si tenía la firme convicción de que aquellas personas merecían una buena ceremonia para lograr cerrar ese ciclo tan horrible en el cual se encontraban, y eso la mantenía en pie.

Un par de horas habían pasado desde que la batalla terminó, ella ya había cumplido con sus labores en la enfermería del cuartel general y se había ofrecido voluntaria para el reconocimiento y captura de cuerpos, cualquier cosa para no pensar en lo que había visto en medio de Trost, aquella horrible traición a un inocente soldado.

Ya había limpiado una gran área de la ciudad en los primeros dos días, intentaba a toda costa no acercarse a ese callejón en el cual sabía que el cuerpo de ese soldado se encontraba, no quería que la culpa volviera a florecer en lo más profundo de sus entrañas, ni mucho menos escuchar nuevamente esos gritos desgarradores que calaban fuerte en sus huesos.

Pero ahí estaba.

Al tercer día de limpieza, cuando aún una gran cantidad de cuerpos y cenizas caían desde el oscuro cielo, sus pies habían llegado inconscientemente al lugar, a aquel callejón destruido donde un sinfín de soldados de las distintas facciones cargaban cuerpos en sus brazos.

Observó aquel punto en específico, sin embargo, debió esconderse detrás de unas tejas porque un cadete castaño observaba el cuerpo con angustia y horror.

- ¿Sabes su nombre, recluta? - preguntó una de las encargadas de la limpieza, con la lista en una mano y el lápiz en la otra.

-Lo perdí de vista, pero es imposible que él... ¿Qué paso, Marco? -murmuró el recluta con los ojos desorbitados. - ¿alguien lo vio morir?

El recluta giró sobre su propio eje, ignorando por completo a la encargada de limpieza quién continuaba hablándole despreocupadamente, él se encontraba angustiado e impactado, todo su cuerpo estaba rígido a excepción de sus manos que temblaban discretamente, la castaña podía sentir como el cadete quería gritar y explotar en llanto, ella también lo quería.

Sueños de libertad - Levi Ackerman.Where stories live. Discover now