19. Retorno a las murallas - parte I

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Retorno a las murallas -  parte I

El panorama era desalentador, de eso no cabía duda, y el sollozo apagado de Giselle no lo hacía más fácil para Levi. Debían continuar, ir a por la maldita titán y córtale la cabeza, era su misión, y su venganza al mismo tiempo.

Ella aún se encontraba enterrada en los brazos del pelinegro, el rostro lo ocultaba contra su pulcra camisa, al mismo tiempo, que la humedecía con sus gigantes lágrimas. Llevaba al menos unos tres minutos en esa posición, lamentado una y otra ves la perdida de sus fieles compañeros y amigos de escuadrón.

Sentía el corazón vacío una vez más, aquel nudo en el estómago, aquella sensación de que pudo hacer más.

Levi se odiaba por ello, él debía haber estado con su escuadrón en el momento que ocurrió todo, y no esperando entre las penumbras como Erwin le había ordenado, tal vez las cosas hubiesen sido diferentes si tan solo tuviera las agallas para desobedecer.

Pero no, él no era esa clase de persona, ni esa clase de soldado, de hecho, era el ser más metódico y rutinario que había en todo Paradis y las filas de soldados dentro de la legión.

Suspiró.

Estaba cansado, tan cansado que sentía que en cualquier momento se acomodaría sobre la castaña mata de pelo de Giselle y dormiría más de mil días hasta recuperar toda la energía que había estado perdiendo en esos cuatro años como capitán, un título que él nunca pidió.

-Creo que es hora de irnos -murmuro Giselle contra su pecho. -Mis espadas están lejos, y el titán femenino puede volver.

Los ojos de Levi se enfocaron en el cuerpo débil y pálido de Giselle, el cual comenzaba a moverse lentamente de la incómoda posición en la que se encontraba.

Ella tenía las mejillas sonrojadas, los labios rojos, el cabello enmarañado y los grandes ojos de cervatillo hinchados por las lágrimas, toda la imagen de una chica que acababa de llorar, aun así, se veía espectacularmente hermosa.

-Capitán -llamó Giselle ya caminando hacia sus espadas. -Debemos movernos.

-Si -respondío en sus usuales monosílabos, sorprendido por la rapidez con la que Giselle cambiaba su estado de humor.

Él no tenía la capacidad emocional de Giselle para llorar a los muertos y expresar amor, ni mucho menos el carácter dulce e histriónico de Hange o incluso la audacia de Erwin, él, más bien, era un ser silencioso que tendía a ocultar sus emociones tras una fría capa de indiferencia y rabia, creando un falso aspecto rudo.

Pero él no era así en realidad, la verdad es que ni él mismo conocía a ciencia cierta cómo es su verdadera personalidad, sin embargo, tenía la intención de hacer un pequeño intento y traspasar esa barrera de frialdad con la hermosa y valiente mujer frente a él.

-Giselle – la llamó. -No tienes porque ser fuerte para mí ni para nadie -murmuró apenado, pero con la mirada fija en la soldado. -Si quieres volver a desplomarte llorando por más minutos, hazlo, estaré aquí esperando...no me iré a ningún lado.

La castaña lo observó, con la mirada fija en los dedos inquietos de Levi, y decidió sonreír abiertamente a su capitán.

Sabía que era difícil, afrontar un momento como ese y continuar como si nada estuviera pasando, sabía que expresar sus sentimientos y botar toda la pena y rabia que tenía era un desafío, aun más para alguien tan emocional como ella, pero, sobre todo, para Levi, porque prácticamente esos inquietos y temerarios soldados eran parte de su familia, y también los había perdido.

Sueños de libertad - Levi Ackerman.Where stories live. Discover now