36. De torturas y compromisos

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De torturas y compromisos

Unas horas mas tarde, cuando Giselle Church ya se encontraba completamente recuperada, el nuevo escuadrón élite se dirigió junto a Dimo Reeves y su hijo a una elaborada emboscada a la policía militar.

El escuadrón necesitaba alguna pista sobre el paradero de Eren Jaeger e Historia Reiss, y Dimo necesitaba respaldo, por lo que hacer una pequeña alianza no era del todo descabellado, o al menos así lo pensó Giselle cuando Jean le explicó todo lo que había sucedido con lujo de detalles.

Ahora se encontraban en una pequeña choza en las afueras del distrito Trost, en medio de un espantoso bosque que amenazaba con ser atacado por titanes en cualquier momento, y sentados alrededor de una vieja chimenea a la espera de Levi.

Él había ordenado que la policía militar que habían capturado anteriormente sea llevada hacía el sótano del lugar, específicamente a unas pequeñas celdas que se disponían a lo largo de la choza, no había explicado el por qué ni mucho menos había pedido ayuda, simplemente el se había encerrado en el sitio con un ostentoso delantal de cuero colgando del cuello.

-Creo que Giselle debe ir y exigir que se nos expliqué que sucede -opinó Mikasa observando el fuego fijamente. -Si es ella, no golpeará a nadie.

Giselle sonrió divertida, no entendía como es que horas antes se había puesto irremediablemente celosa con aquella pelinegra, no tenía motivo, Levi era completamente fiel a Giselle al igual que Mikasa a Eren, había sido una completa idiota.

-¿¡Estas loca!? -protestó Connie. -Sabrá que la enviamos nosotros y vendrá a castigarnos -dijo mirando a todas direcciones. -No quiero limpiar esta mugrosa choza con mi lengua.

-Concuerdo -dijo Sasha. -Mejor esperemos.

Jean observó a la castaña por sobre sus pestañas, ella se encontraba en silencio y con una sonrisa cálida en los labios. Agradecía que estuviera a salvo, ella era su hogar, además de su madre, no quería que nadie le hiciera daño o que pusiera una fea mueca en su delicado rostro.

A pesar de que habían empezado con mal pie, y que Jean estuvo a poco menos de un centímetro de golpearla por la muerte de Marco, estaba satisfecho del cómo habían ocurrido las cosas, de ser por el contrario, nunca habría conocido a una compañera tan fiel como Giselle Church, y a pesar de que en el fondo de su corazón sabía que existía un pequeño sentimiento de amor romántico hacia ella, lo ocultaba, porque él solo quería verla feliz.

-Chicos -habló finalmente Giselle. -Soy su segunda al mando, creo que tengo derecho a saber que ocurre -explicó entre risas. -Iré, vuelvo en unos minutos.

Jean se levantó junto a ella, y la acompañó en silencio hacia la pesada puerta que separaba la estancia de piedra de la choza y el subsuelo. Estiró su largo brazo izquierdo por sobre el cuerpo de Giselle y le abrió la puerta, sin siquiera observarla, él sentía que debía protegerla a toda cosa, aunque sea abriéndole una misera puerta.

-Creo que ahora somos criminales -dijo Jean escuchando como un grito se escapaba del estrecho espacio entre la puerta y la pared. -Ten cuidado allá abajo.

-Jean -habló Giselle con una sonrisa. -Es solo Levi, no me pasará nada malo -dijo con obviedad.

-Ya -suspiró. -Esta bien, solo, no quiero que mates a nadie más por culpa de nosotros.

Giselle suspiró profundamente, al mismo tiempo que bajaba su azulada mirada de cervatillo al frio suelo. Si tan solo Jean comprendiera que ella no sentía remordimiento alguno por haberlo salvado, aunque eso implicará manchar sus manos de sangre por él.

Sueños de libertad - Levi Ackerman.Where stories live. Discover now