22. Stohess

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Stohess

- ¿Cuánto crees que tardarán? -preguntó Antón acercándose a una ansiosa Giselle.

Las calles en el distrito Stohess estaban tranquilas, demasiado para el gusto de la soldado Church, ni siquiera había un par de ciudadanos rondando el perímetro, y eso ya le estaba afectando a sus angustiados nervios.

Desde que Levi le reveló sus sospechas sobre el asesino de Marco Bott, su corazón no había podido encontrar la paz, aún menos cuando mencionó que gracias a la audacia de Hange Zoe ella participaría en el plan principal para atrapar a la maldita titán femenino, era su hora de venganza.

-No sé -respondió fastidiada.

Desde hace mas o menos una hora llevaba el ceño fruncido, los brazos cruzados y no había emitido mas palabras que un par de monosílabos, a pesar de que Hange y Antón se habían esmerado lo suficiente para sacarle conversa, incluso cuando la científica mencionó sus sospechas sobre la estrecha relación del capitán y Giselle.

Pero no, ella quería atrapar al titán femenino rápido y revelar no solo la traición que cometió a las facciones de la milicia, sino que también, al inocente Marco Bott.

Tal vez así su consciencia se sentiría tranquila y ya no tendría esos molestos sueños de un castaño a punto de ser devorado.

Sabía que sus intenciones eran egoístas, porque más que vengar al desconocido soldado, quería quitarle peso a su intranquila mente, el peso de no haber hecho nada para ayudarlo, de no haber consolado al novato que lloraba a mares por su amigo, de no haber revelado la verdad a tiempo y evitar todas las tragedias que le continuarón.

A pesar de que Levi le había recordado muchas veces, antes de partir a Stohess, que la culpa no era de ella, ese sentimiento molesto en el fondo de su estómago no se iba, y le estaba comenzando a inquietar.

- ¿Crees que Armin haya convencido al chico titán? -preguntó Antón a Hange. -Lo veía un poco confuso antes de partir.

-Eren es un tonto idealista -dijo Giselle. -Le gusta ver lo bueno en todos, aunque sean de lo peor.

Los ojos confundidos de Antón se dirigieron a la tensa Giselle, esta se encontraba apoyada en la pared del edificio en donde aguardaba por la aparición del titán hembra, tenía el cabello recogido en una trenza y la vena de la frente marcada, estaba estresada y eso se podía observar a leguas.

Antón carraspeó incomodó ante la respuesta de Giselle.

-Ya oíste a la chica, Antón -dijo Hange entre risas. -Eren es tonto.

-Yo... -balbuceó el rubio.

-Lo siento -murmuro Giselle apenada. -No ha sido un buen día.

-Vale -murmuró él. -No tienes porque disculparte.

El sonido de diversas tejas rompiéndose en mil pedazos sobre el duro asfalto del distrito Stohess interrumpieron la pequeña conversación, los ojos de la chica se abrieron de par en par en el momento en que la tierra comenzó a temblar, sabía que era lo que se avecinaba, y se encontraba totalmente preparada para ello.

Observó a la distancia, entre los múltiples callejones de Stohess, como el cuerpo gigante y curvilíneo del titán femenino se aproximaba a toda prisa. Ella estaba escapando, seguramente de una furiosa horda de soldados.

Su trote era ligero, casi como si flotara por encima de las diminutas personas que observaban la escena boquiabiertos, todo lo hacía con tanta elegancia que cualquiera podría pensar que aquel gigante titán había sido entrenado minuciosamente para ello.

Sueños de libertad - Levi Ackerman.Where stories live. Discover now