Prólogo

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Miro a los tres hombres frente a mí, el primero luce serio, el segundo tiene una expresión neutral y el tercero que se encuentra en medio de los dos me mira sin expresión alguna mientras que yo trato de pensar en qué momento hemos llegado hasta este punto.

¿Es real? ¿Realmente esto está sucediendo?

-¿Están seguros de esto?-

-Sí-

Respondemos al unísono, entonces capto alguna emoción en sus ojos pero lo único que hago es fulminarlo con la mirada al recordar el porqué todo esto y el porqué nuestro matrimonio se está yendo al carajo en este mismo instante.

-Viendo que ambos tienen un acuerdo prenupcial, cabe decir que su cliente debe darle a la mía el cincuenta por ciento de sus bienes-

-No quiero nada que venga de él- refuto de inmediato- solo quiero el divorcio, no me importa el dinero simplemente necesito que firme, así podré regresar a Italia lo más rápido posible-

-¿Esta...?- está a punto de preguntar mi abogada

-Estoy muy segura- la corto antes de que termine su pregunta- necesito mi libertad ya-

Fijo mi vista en la suya sintiendo como la ira, el dolor y la traición me llenan el cuerpo, pero no agrego nada más y él tampoco simplemente mantiene una expresión neutral. Cuando nos entregan los papeles del divorcio, ninguno de los dos duda a la hora de firmar la línea en donde nos daba nuestra libertad.

-Oficialmente, ambos están divorciados-

Está hecho

Ya no hay vuelta atrás

Me levanto rápidamente para salir de aquel lugar y no echarme a llorar enfrente de todos al saber que realmente todo se ha acabado.

-Valentina espera-

Una mano toma mi brazo y me giro para ver al hombre principal de todo este asunto, aún sabiendo de donde provenía no dudó en aceptarme como su nuera.

-Dimitri lo siento, no puedo- tomo una respiración profunda- puedo perdonarle sus estupideces pero no esto-miro a frente- y honestamente es lo mejor para ambos, sabíamos que tarde o temprano las consecuencias llegarían-

-Lo sé, no te estoy pidiendo eso- me aprieta el brazo en reconforto- solo te pido que aún mantengamos contacto-

-Lo haré, lo prometo-

El asiente en respuesta

-Buena suerte, Val-

-Tú también, Dima-

Miro las nubes blancas a través de la ventanilla del avión privado, una solitaria lágrima baja por mi mejilla al recordar los hechos, ambos sabíamos que lo nuestro traería consecuencias pero aún así decidimos arriesgarnos.

Pero al final salimos perdiendo

El dolor de mi pecho no disminuye al contrario empeora y sin poder evitarlo las lagrimas salen como cascada de mis ojos, me obligo a mi misma a respirar profundamente para calmarme, me obligo a poner una expresión neutral para que nadie note mis emociones convirtiéndome en la jefa sin emociones que soy, miro las nubes otra vez poco a poco el cansancio y el sueño de haber llorado me pasan factura, entonces un último e inevitable pensamiento me invade.

Hasta nunca, Xander

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora