Capítulo 66

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Valentina.

Once de julio.

Recuerdos y más recuerdos, eso era todo lo que tenía desde hace un tiempo a la hora de dormir.

No más sueños.

Solo recuerdos.

Corro a como mis pies en la arena me lo permiten mientras suelto una carcajada, cuando escucho la queja de mi esposo a mi espalda, niego divertida con la respiración ligeramente entrecortada.

—¡Bruja tramposa!—

—¡Eres un mal perdedor, parásito!—

—¡Espera a que te atrape, bruja del demonio!—

Giro mi cuerpo para observarlo sin dejar de trotar ahora, hacia atrás. No dejo de reírme ante su expresión con falso enfurruñamiento y corro de nuevo, cuando veo que aumenta la velocidad de sus pisadas por la arena, aunque es algo difícil correr sobre ella, logro tomarle una buena distancia hasta que siento sus manos en mi cintura y ambos caemos a la arena, no dejo de reírme.

—¡Oye! ¡Me vas a llenar el cabello de arena!—

—Te lo mereces por ser una bruja tramposa—

—Amor, pueden pasar los años y siempre serás un mal perdedor—

—No es cierto—

—Claro que sí— arqueo una ceja divertida, sonríe de lado— ¿Quieres que te recuerde la primera vez que perdiste estrepitosamente contra mí en el póker?—

—En mi defensa, me estabas distrayendo para ver tus movimientos—

Abro la boca con una falsa indignación.

—¿Ahora es mi culpa?—

—Lo es—

—¿Por qué?—

—Por que me quedo idiotizado con tu belleza, mi amor— me besa brevemente, sonrío contra su boca— así que...sí, es tu culpa—

—¿Es mi culpa por haber nacido hermosa y preciosa?—

—Y sexy—

—Eso también— agrego, nos reímos— aparte, soy jugadora nata de póker. Mi padre, me enseñó a ser mejor que él, incluso—

—La maestra de las cartas, entonces—

—Ajá...— tomo su rostro para besarle castamente, se ríe— aparte, sigues siendo un muy mal perdedor—

—¡Que no, bruja!—

—¡Que sí, parásito! Reconócelo, amor. No hará daño—

—Ni en tus mejores sueños, bruja de Tasmania—

Una sonrisa maliciosa se forma en mis labios.

—¿Quieres que te diga lo que me haces en mis sueños?— inquiero en tono insinuante, antes de que mi tono de voz cambie— ¡Xander! ¡Bájame, parásito!—

—Primero, vamos a quitarte la calentura, bruja perversa—

—¡Como si tu no estuvieras caliente, cabrón!—

—Probablemente...—

—Parásito de mi esposo—

—¿Dime bruja del demonio que es mi vida?—

Me sonrojo mientras río por lo bajo, mis manos quitan un poco de arena en su espalda y no puedo evitar darle un pequeño pellizco a sus nalgas a lo que se sobresalta, chillo de la sorpresa cuando me azota en respuesta.

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora