Capítulo 33

9.2K 726 263
                                    

Valentina

Suspiro con cansancio mientras presiono el puente de mi nariz para evitar la punzada de dolor de cabeza, a mi lado escucho la risa mal disimulada de Bruno a lo que solamente piso su pie con fuerza, sonrío ante su queja.

—Eso dolió—

—Para que dejes de reírte—

—No fuiste tú, la que dijo: me gusta acompañar a los hombres a sus compras— responde en burla— te dije que era mala idea—

—Demonios, tu hermano es más especial con la ropa que Xander— exclamo— a ese ruso le regalo un par calzones de su marca favorita y es feliz lo que queda del año—

—No puedes negar que mi hermano tiene buen gusto, no escoge nada al azar—

Demasiado para mi gusto.

Resoplo por lo bajo dejando caer mi cabeza en el sofá del lugar donde venden camisas a medida junto a más trajes con diseños italianos, habíamos pasado gran parte de la mañana en el mismo lugar desde hace horas y mi estómago ya pide más comida.

—Con un demonio, Salvatore— espeto— por lo que más quieras, date prisa, hombre—

—Deja de molestar, Marchetti— responde desde el probador— que no cualquier traje me gusta, mi gusto es demasiado especial—

—Comienzo a verlo...— ruedo los ojos— demonios, debí haber comprado yo la ropa para que solamente te la pusieras—

—¿Y si no me hubiera gustado?—

—Es tu maldito problema— gruño— a menos, que quieras pasear por toda la ciudad y el apartamento desnudo—

—Estoy seguro que te encantaría que eso pasara, Marchetti—

Chasqueo mi lengua y una risa sarcástica sale de mis labios.

—Veo demasiados penes a diario, Salvatore— respondo— dudo que el tuyo sea una novedad interesante—

—No muchas no decían lo mismo, Marchetti—

—Lastima que yo no soy de las muchas— niego— ¿Las pollas italianas? Son una decepción, por algo me quedo con las rusas—

—Es por que no sabes buscar bien, preciosa— afirma y juraría que sonriendo con arrogancia— de darme la oportunidad...—

—Oigan— carraspea Bruno— ¿Saben que estoy aquí?— me mira, arqueo una ceja— no vayas a pervertir suciamente con mi hermano—

Finjo falsa ofensa colocando una mano en mi pecho, bufo con falso dramatismo.

—¿Me crees capaz, pollo?—

—Sin ofender, te acostabas con Darío—

—¿Eso qué? El pene inútil de tu hermano, no era bueno— sonrío— en cambio el de Iván... ¡Uff!— me abanico, fingiendo tener calor— ese si era una buena polla, demasiado buena—

—Espera—

Ambos nos giramos ante la voz de Salvatore, quien abre la cortina del probador y mis cejas se arquean al ver que sale con la camisa desabotonada y mis ojos no pueden evitar irse hacia sus abdominales marcados junto a una línea fina de vello negro que recorre su estómago hasta perderse en el inicio del pantalón.

Bueno, definitivamente el tipo no está nada mal.

Carraspeo por lo bajo antes de volver a encontrarme con sus ojos azules que son iguales a los de Bruno, quien arquea una ceja inquisidora con cierta molestia en mi dirección.

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora