Capítulo 52

12.2K 926 474
                                    

Xander.

¿He perdido la cabeza?

Sí, lo he hecho.

¿Me importa en estos momentos?

No, no me importa.

¿Pude evitarlo?

Sí.

¿Tenía ganas de evitarlo?

Absolutamente, no.

Simplemente...

Ya no pude más.

Este último mes ha sido un total calvario que no encuentro las palabras exactas para expresar todo lo que ha pasado. Una mierda tras otra. Mis emociones y sentimientos se estaban yendo en picada desde aquella noche en año nuevo, luego tras recibir su mensaje que necesitaba su espacio y tiempo para pensar todo acerca de nosotros y nuestra amistad, fue todo lo que necesité para venirme abajo.

El dolor se multiplicó.

La confusión empeoró.

Mis sentimientos y emociones, calaron con más fuerza contra mi pecho.

Mi mente no deja de repetirme que todo esto es una mentira.

Nuestra amistad es una mentira que ya no podemos sostener por mucho tiempo.

La verdad está a nuestra frente y ninguno de los dos es capaz de enfrentarlo.

Somos unos cobardes, claro está.

La estoy jodiendo de nuevo, lo sé.

Me estoy jodiendo de nuevo, pero, ya no me importa realmente.

Ya lo estaba desde hace tiempo.

Simplemente...

Ya no podía soportarlo mucho más tiempo.

No más.

Ella siempre tendrá el mismo efecto sobre mí hasta que me muera.

Volverme loco.

El gemido de sorpresa de Valentina muere en mi boca en el momento en que tomo su cintura para atraerla hacia mí y besarla con fuerza, sus labios se quedan pegados a los míos sin hacer algún movimiento alguno. Me quedo de igual manera, simplemente tomando un momento para saborear la textura de sus labios, tal como la recordaba.

Suaves.

Demasiado suaves a contraste de los míos.

Sol y oscuridad.

Así ha sido siempre.

El ligero sabor de cereza mezclado con champagne hace que me estremezca de pies a cabeza, todo mi cuerpo hace una explosión en mi interior más fuerte y revolucionaria que la primera vez que la besé en ese gimnasio sin su permiso.

Y de alguna manera hemos terminado en la misma situación que hace años atrás.

No la culparía por dispararme de nuevo en las piernas, seré jodidamente feliz porque nuevamente he vuelto a probar su boca que es el mismísimo paraíso en el infierno pero diez mil veces mejor que la primera vez, no me cansaría de decirlo.

Valentina Marchetti era mi paraíso infernal al cual sucumbiría una y mil veces.

Nos quedamos un par de segundos sin saber cómo reaccionar, hasta que comienzo a mover mis labios contra los suyos de manera lenta y suave, probando cada centímetro de su boca hasta que finalmente tengo una reacción del pequeño solnischko.

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora