Capítulo 28

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Observo tranquilamente desde el pequeño sillón que se encuentra en la mazmorra de tortura de la casa de Xander, hago una mueca al sentir todavía el olor a mujer muerta en el lugar mientras que Atlas, abre una de las heridas de la pierna libre de Mijaíl para hurgar en su interior y de un solo golpe, sacar uno de los huesos.

Los gritos de dolor del hombre hace en eco en el lugar como lo ha sido los últimos días, Atlas se ríe a carcajadas para jugar con el hueso lleno de sangre entre sus manos con guantes de latex negros.

—¿Crees que a Kosti le guste ese hueso, Aslan?— pregunta hacia su gemelo, que arranca una tira de piel de Gusev— es grande, ya sabes que le gustan los huesos grandes—

Río por lo bajo y niego con cierta diversión, recargo más mi espalda en el respaldo del sillón, observando detenidamente sin ninguna emoción el cuerpo de Mijaíl.

Todo estaba destrozado tanto internamente como superficialmente, a los informes que leí de Remy y Yerik durante nuestros días de ausencia. Nuestros hombres lo habían torturado día y noche con el cuerpo de su esposa, lo profanaron e incluso le cortaron la cabeza a la mujer para colocarla en una pica frente a él.

Tenemos las grabaciones de esos y debo admitir, que fue bastante entretenido ver cómo el hombre suplicaba que dejaran en paz el cuerpo de la mujer que amaba.

Sí, claro.

Escorias como Gusev, solamente aman a las mujeres que son capaces de hacerles una buena mamada sin perder su toque con el paso de los años.

Centrándome de nuevo en Mijaíl, su cuerpo estaba hecho un asco que cualquiera que lo viera, no lo reconocería. Sin una pierna y las miles de heridas junto a los huesos expuestos, se habían infectado de manera en que todo parecía estar podrido.

Los gemelos no dudaron en hacer de las suyas también, mientras que yo solamente estaba de espectadora al igual que Bruno, quien poco a poco comenzaba a aprender cómo nos movemos nosotros en la Bratva.

Chasqueo la lengua divertida y una sonrisa torcida se asoma en mis labios, viendo el dolor de Gusev que sale por cada poro de su piel, en el momento en que su mirada se conecta con la mía, veo la súplica para que termine con él.

Mátame.

—No voy a hacerlo— respondo fríamente, mi sonrisa se ensancha— al menos, todavía no— ladeo mi cabeza— pero no te preocupes, ya falta poco para tu muerte—

Aslan coloca uno de sus dedos en su barbilla, para comenzar a caminar alrededor de Gusev, quien ha terminado por aceptar su destino de una buena vez por todas y que no tiene escapatoria alguna.

—Creo que deberíamos llevarle otro hueso a Kosti— habla— uno para que se limpie los dientes y otro, para que juguemos con él—

—Me parece una buena idea, copia— afirma su hermano— ¿Quieres escoger el otro hueso?—

Kosti es el nombre de la mascota que los gemelos tienen en Siberia, un Pit Bull Terrier color negro muy hermoso que está entrenado para acabar con un enemigo, si los gemelos lo desean pero a su vez, es un amor de mascota con su círculo de confianza.

—Me sorprende que no lo trajeran con ustedes— indago— siempre viaja con ustedes de un lado a otro—

—No lo quisimos traer en caso de que las cosas aquí, estuvieran más tensas de lo que esperábamos— se encoge en hombros Atlas— no queríamos que resintiera el cambio con la muerte de papá—

—Comprendo...— asiento.

—Pero lo extrañamos y por eso mismo, mañana llega a primera hora—

Sonrío mientras niego.

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora