Capítulo 19

11.6K 953 91
                                    

Xander

Todos finalmente salimos de la mazmorra de la tortura donde tenemos a Gusev junto al cuerpo de su esposa, cortesía de la Reina del Alboroto. Cuando llegamos al pasillo que da a todas nuestras habitaciones, Atlas se queja por quinta vez en una hora, ruedo los ojos ante su comportamiento.

—Admito, que la vieja esa tiene buena lengua— se acomoda los pantalones— hace tiempo que no me hacían una mamada magnifica, ahora entiendo porque Gusev se casó con ella—

—No entiendo como pasa de ser un mafioso hijo de puta, a ser un idiota como tu padre—

Me río por lo bajo ante el murmullo de Valentina en mi oído, ciertamente no se equivocaba en sus palabras con respecto a Atlas que no dejaba de quejarse como niño de cinco años.

—Está en nuestra naturaleza, bruja—

—¿Ser idiotas? Ya lo creo— arqueo una ceja— y también ser hijos de puta—

Niego con cierta diversión al ver como Bruno, suspira con cansancio ante las quejas de mi hermano.

—De no ser por ella— señala a Valentina— mi polla hubiera disfrutado un buen rato—

—Atlas, no te ofendas que ya me hartaste— se queja Bruno— mejor ve y buscate una prostituta que te la chupe—

Nos reímos ante la expresión de mi hermano que sin duda es digna de una foto, parpadea un par de veces abre y cierra la boca en busca de una respuesta.

—Pero— dice— que atrevido, niño—

—Yo le doy la razón al niño— afirma su gemelo.

—Yo también— digo

La bruja levanta su mano también

—Igual yo—

—Ve y consiguete una prostituta que te la chupe todo lo que quieras— responde Aslan.

—Pero yo quería esa— hace un pequeño puchero, rodamos los ojos— mejor me voy a dormir, adiós—

Negamos divertidos ante su actitud infantil y nos carcajeamos cuando cierra la puerta de su habitación con fuerza, Bruno se ríe por lo bajo.

—No me cansaré de decirlo, ustedes son raros—

No pasan ni dos segundos cuando la puerta se abre de nuevo y vemos a Atlas salir de su habitación con ropa de calle, el traje había quedado atrás y ahora se encontraba vestido con jeans, camisa junto a una chaqueta de cuero.

—¿A dónde vas?— pregunta su gemelo— ¿No que ibas a dormir?—

Atlas comienza a bajar las escaleras antes de gritarnos.

— ¡Se me quitó el sueño! ¡Iré a que me chupen la polla!—

—Afortunadamente, tenemos prostíbulos que abren las veinticuatro horas— afirmo— ¡Usa condón!—

—¡No! ¡Me dieron ganas de que me peguen una ETS en el pene!—

Aslan rueda los ojos mientras niega.

—Ve tras él— le ordeno— conociéndolo, estoy seguro que es capaz de no ponerse el condón—

—Lo sé— sonríe— pero, admito que necesito que me chupen la polla. Estoy estresado—

—¿No será por el palo que tienes en el culo?— agrega Val.

Mi hermano mayor entrecierra sus ojos en su dirección.

—Perra— sisea

—Pero no de tu perrera— le guiña un ojo— si me disculpan, caballeros. Esta dama debe irse a dormir, tiene trabajo más tarde—

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora