Capítulo 15

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Xander

Miro fijamente las pantallas donde muestran la destrucción masiva de la mansión Marchetti, aquella que alguna vez fue casa de Valentina.

Aunque las cámaras que estaban adentro se destruyeron, siempre tengo asegurado todos los ángulos, fue de gran utilidad haber hackeado el sistema de tránsito de Calabria, me permitía observar que es lo que pasaba por fuera de los muros de la mansión Marchetti.

Ahora

Todo lo que mi ex esposa había construido, se había ido.

—Entonces, las cosas finalmente se aclararon— digo

—Sí— responde, mirando fijamente las pantallas— era hora, de poner las cartas en la mesa—

—¿Te arrepientes?—

—Nunca— me mira— jamás me arrepentiré, de escoger el bando correcto—

Una sonrisa sale de mis labios, asiento mientras coloco mis manos en su cintura suavemente, ella seguía encima mío juntos no dejamos de ver las pantallas mientras el humo y el fuego se levantan poco a poco hacia el cielo.

—Fue una buena idea tu programa, bruja. Lo reconozco—

Me mira por encima del hombro, sonriendo ligeramente.

—Aprendí del mejor—

Definitivamente, el haberle enseñado a Valentina acerca de la tecnología y el hackeo de sistemas, fue la mejor decisión que tomé en lo que respectaba a mi esposa. Recuerdo que mi padre tenía un viejo proverbio que pasaba por generaciones.

La esposa de un Zar, jamás será un trofeo. Ella es tu compañera. Tu igual. Un Zar no puede gobernar sin su compañera ideal.

Valentina, lo es y siempre lo será. Estemos juntos o no, si algún día llego a morirme no dudaría en dejar el poder a mi ex esposa, para que gobierne todo el imperio ruso de mi padre y mío.

Compañera del Zar, sólo hay una.

Y era ella.

—Entonces, hemos declarado la guerra— informo, asiente— ¿Cuál es nuestro siguiente paso?—

—Esperar un tiempo— bufo— te dije que este plan requería tiempo—

—Lo sé— digo.

—Tenemos que esperar a que Bruno, se recupere— asiento— después de eso, veremos sobre la marcha—

—¿Cómo supieron que Bruno era nuestro topo?—

—Darío no dudó en dar a su hermano en bandeja de plata con su madre— gruñe de mala manera— lo siguieron el día de nuestra última reunión—

—Que mierda de tipo—

—No lo maté sencillamente por que necesito hacerlo sufrir un tiempo—

Nos quedamos en silencio, mientras nos perdemos en nuestros pensamientos, me río al recordarlo y me inclino ligeramente hacia su oído.

—La Reina del Alboroto de la Bratva— se ríe— y yo pensando que al principio, sería una burla—

Levanto su camisa para ver su costado izquierdo, donde se encuentra el tatuaje que demuestra que la bruja, pertenece a la Bratva. La rosa negra siempre ha sido nuestro símbolo personal dentro de la organización, no solamente jurabas lealtad.

Era un símbolo de inmortalidad absoluta dentro de nosotros.

Sonrío, recordando ese día. El día en que me hizo que la llevara a tatuarse la rosa negra.

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora