Capítulo 60

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Valentina.

Intento contener las ganas de reírme pero no puedo, suelto una risa baja entre dientes que rápidamente se convierte en un chillido de dolor mezclado con placer al sentir como la mano de mi novio se estrella contra la piel de mi trasero.

—¡Oye!— me quejo— ¡Duele!—

—Me alegro, nena— responde, podría jurar que está sonriendo de no ser por la tela roja que obstruye mi vista— ¿Algo que decir?—

Fingo pensarla un par de segundos, tengo que morder mis labios un momento para no soltar pequeños suspiros de placer cuando las manos de Xander, comienzan a pasearse por mi cuerpo hasta llegar a mi coño donde tengo que gemir por lo bajo, cuando dos de sus dedos hurgan entre mis pliegues.

—Ah...—

—¿Decías algo, nena?— inquiere con cierta burla, resoplo con placer cuando su pulgar hace presión en mi clítoris. Me remuevo encima del banco de azotes, pero en respuesta recibo uno, chillo— no te muevas, Valentina—

—¿Es tarde para retractarse?— inquiero con falsa inocencia que ni siquiera yo me trago, se ríe— como que me ya se me quitaron las ganas de que me azotes las nalgas y me rompas el culo...—

—Ajá, ¿sabes que entre más mentiras me digas más irá en aumento el número de azotes, preciosa?—

—Eso...— abro y cierro la boca— ¡Es injusto!—

—No pusiste queja, ayer que me lo propusiste, nena—

—¡Estaba ebria!— intento alegar, sus dedos en mi coño tocan ese punto sensible— ¡Ah, Lucifer! Joder, justo a...— recibo otro azote, jadeo por lo bajo— ¡Xander!—

—Amore, tu coño chorreaba antes de introducir mis dedos y ahora, está peor...— hace un pequeño ruido en negación— ¿Y todavía tienes el descaro de decirme que no quieres que te folle el culo?—

—Eres un salvajibestia con él— hago un pequeño puchero, aunque sea una mentira más— por tu culpa, no puedo caminar—

—¿Y quién dijo que necesitabas caminar para que me montes la verga?—

—Eres...— su pulgar hace círculos en clítoris— amour...—

—¿Sí, nena?—

—¿Me follas por favor?—

—¿Ves, amore?— inquiere con falso orgullo, resoplo y ruedo los ojos detrás de la venda roja— nada te cuesta—

—A mi culo, sí—

Intento mover mis caderas a cómo las ataduras de mis manos y piernas me lo permitan en el banco, el cuero del material se pega a mi pecho, mis pezones se colocan duros y tengo que tragar saliva cuando Xander, no deja de mover sus dedos dentros de mi coño. Cierro los ojos para abrir la boca, soltando un par de pequeños gemidos roncos, las paredes de mi coño se cierran alrededor de sus dedos y justo cuando estoy a punto de alcanzar el orgasmo.

Se detiene.

—Dannazione...— mascullo en italiano, se ríe. Resoplo— esto será una tortura muy lenta...—

—¿Lo dudas?—

—No—

Luego del desayuno y tener un par de charlas más, mi descaro volvió a grandes decibeles a lo que aproveché para molestar a Xander, cosa que salió mejor de lo que esperaba por que en menos de dos minutos me tenía en su hombro, para traernos a la jaula de oro.

Acabo de romper récord.

Normalmente, me toma alrededor de unos cinco minutos en colmar la paciencia de Xander.

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora