Capítulo 74

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Xander.

Placer.

Es lo que me recorría el cuerpo al ver como los más de treinta violadores que sacó mi esposa de la cárcel por un día, rompían la ropa y abusaban de Darío de formas en lo que dejarán destrozado, Valentina miraba todo con una neutralidad y satisfacción al saber que su abuso estaba siendo cobrado de forma triple.

Sí joden a mi esposa, no esperen que ella responda en el instante.

Lo hará, pero lo hará de una forma en que no te lo esperes en la que te puedo garantizar que será tu infierno, uno del cuál no tendrás salida por que la única que lo controla es ella, su verdugo en estos momentos de los causantes de la mayoría de nuestras desgracias.

No dejo de acariciar la piel de su cintura mientras que Valentina, se removía de forma tenue para buscar una mejor posición e inmediatamente, mi verga comienza a despertar al sentir la redondez de su trasero. Río por lo bajo en un ligero tono ronco, antes de inclinarme a su oído.

—Deja de hacer eso, solnischko—

—¿Por qué?— inquiere en un inocente que claramente no me trago— no estoy haciendo nada...—

—Ajá— pellizco ligeramente su cintura, se ríe— mi amor, ¿cuántas veces tengo que decirte que el me mientas solamente hace que me la pongas más dura?— se remueve de nuevo— deja de moverte, bruja—

—¿Y si no qué?— me mira por encima de su hombro, el desafío es palpable en su mirada negra que me arranca una sonrisa— ¿Que me harás?—

Sonrío de lado para bajar mis manos por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna, mi sonrisa se ensancha cuando siento como mi esposa se estremece debajo de mi cuerpo ante mis caricias cerca de su entrepierna para murmurar en su oído de nuevo.

—Prefiero mostrarte que te haré...— su cuerpo se tensa un momento, beso su cuello— más...todavía no, nena—

—Ni se te ocurra comenzar con algo y dejarme a la mitad, por que te mataré—

Suelto una risa baja antes de asentir, tomo su cintura con mis manos para acomodar su cuerpo de tal forma de que quede pegada a mi pecho y sus piernas cuelgan del reposabrazos de la silla, Valentina se ríe ante mis movimientos antes de que me incline a besar sus labios con pasión, lo que me hace sonreír en medio del beso.

—Te amo, nena—

—Te amo, parásito—

—Joder que boca tan más suave y sabrosa, perrita—

Los gritos de satisfacción de los reos que violan a Darío, nos sacan de nuestro momento y ambos miramos con una gran sonrisa de placer al ver que al hijo de puta le habían colocado una mordaza igual a la que usó con mi esposa para violar su boca, río al ver como bajan varias lágrimas de sus ojos mientras los cierra.

—No me gusta que tenga los ojos cerrados— digo en tono aburrido, observo a Carina quién también lo hace, mirando hacia otro lado— no están disfrutando del espectáculo—

—Eso se puede solucionar, amor—

En menos de cinco minutos, mi esposa ordena que peguen los párpados de Darío y Carina de tal manera en que no puedan cerrar los ojos, el sufrimiento que se mezcla con dolor en la mirada de Darío, me llena de satisfacción y sonrío con sadismo cuando su mirada se encuentra con la mía mientras que dos reos follan su culo, uno se encontraba en el suelo para chupar su propio miembro inútil y había uno, profanando su boca de la misma manera en que lo hizo con mi esposa.

—Espero que disfrutes de la atención que estemos dando, Darío— hablo hacia él— es lo mínimo que podríamos hacer. Posteriormente, de que cuidaras nuestros negocios en nuestra ausencia. Queríamos agradecerte el buen acto de fe que tuviste con nosotros—

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora