Capítulo 29

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Xander

Silbo una melodía rusa que mi padre solía cantar para mamá, cuando ambos tenían una cita romántica y yo me quedaba al cuidado de mis hermanos para hacer de las nuestras.

Claramente.

Las cosas nunca terminaban bien con nosotros tres solos en un inmenso castillo como lo era la casa de mis padres.

Bajo las escaleras en dirección hacia la cocina, cuando entro me encuentro a Bruno con el ceño fruncido en concentración a la vez que mueve sus manos con rapidez para armar una pistola, me quedo en la entrada de la cocina mirándolo con cierta curiosidad al verlo practicar.

Gracias a las cámaras de seguridad que hay en toda la casa, pude mirar un poco más de cerca la sesión de entrenamiento de armas con Valentina, ciertamente el chico es rápido en aprender y no teme a que sea corregido para mejorar las cosas con su aspecto.

—¿Sigues poniéndote al día?—

Bruno da un pequeño brinco en el banco de la isla y se gira para mirarme, arqueo una ceja para acercarme hasta donde se encuentra. Se encoge en hombros de manera indiferente, como si no se tratara de algo fuera de lo común.

—Un poco. Tomando en cuenta como están las cosas, quiero aprender a ser mejor conmigo mismo así como ustedes—

Asiento tomando el arma de sus manos y la inspecciono cuidadosamente, sonrío antes de entregársela de nuevo.

—Aprendes rápido, chico— digo— me imagino que ya sabes cual es la prueba de fuego para que esto— señalo el arma— funcione como debe. Puede verse ensamblada de manera perfecta...—

—Pero si no aseguro todo, corro a riesgo a que la bala salga por el lado equivocado y me de un tiro por mi mismo— me interrumpe— mamá pollito, es buena—

Río por lo bajo ante el sobre nombre que le ha puesto a Valentina, niego con cierta diversión y veo como Bruno recarga el arma pero antes de disparar, me mira un momento. Asiento en señal de que no hay problema, señalo un florero en la esquina que es horrible.

—Si me haces el favor de destruir ese florero, te lo agradecería. Aprecio el gusto de la bruja, pero no siempre concuerda con el mío—

El chico se ríe y asiente, respira profundamente un momento y dispara dos veces hacia el florero, los disparos hacen eco en la sala y el olor a pólvora persiste un momento. Silbo por lo bajo por la precisión de la puntería, mientras me acerco al refrigerador en busca de lo que necesito para los batidos de helado.

—Vaya, sí que aprendes demasiado rápido—

Saco un par de cosas del refrigerador, bajo la atenta mirada de Bruno quien no puede evitar preguntar.

—¿Qué haces?—

—Batidos de helado, ¿quieres?—

—¿Por qué?—

—Por qué la bruja me tiene un chisme de los buenos y este es nuestro ritual para hacerlo—

—¿Es por la cena con ese tipo?—

—Iván, sí— respondo— al parecer, fue más que una cena—

—Oh— comprende— ¿No te molesta?—

Lo miro de nuevo, arqueando una ceja.

—¿El que ella se acueste con otros hombres?— asiente— ¿Por qué debería molestarme?—

—Bueno, yo a ustedes no los comprendo. Así que no se como están las cosas entre ustedes—

—Valentina y yo, somos ex esposos. Estamos divorciados. Somos dueños de hacer lo que queramos en nuestra vida tanto emocional como sexual— le explico— tenemos una buena amistad, a pesar de las mierdas que hemos vivido—

El amor del ZarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora