Prólogo

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Las imágenes en mis manos tiemblan. Mis lágrimas no dejan de caer. El dolor y la desilusión me carcomen poco a poco el pecho.

Tiré años de mi vida por él, me convertí en lo que él quería porque no le gustaba mi forma de ser, soporte sus escenas de celos sin sentido, aguante sus desprecios a mi persona, me alejé de mis amigos porque no les caía bien y nada de eso pudo valorarlo.

No le importó lastimarme, no le importó engañarme y de todas forma me seguía jurando amor eterno.

Guardo las imágenes en el sobre con el que me lo entregaron, cuando el ruido de la puerta principal abriéndose me ponen en alerta. Me levanto quitando las lágrimas de mi rostro y me encamino a terminar lo que creía que duraría toda mí vida.

—Hola amor, ¿cómo estás? —él me sonríe e intenta darme un beso que logro esquivar con éxito.

Su rostro se oscurece, todo rastro de buen humor se esfuma, pero no me importa, tengo tantas cosas que decir, y no quiero seguir con algo que me está lastimando día a día, esta vez terminaré definitivamente con ésto, y no caeré en sus amenazas para volver a perdonarlo.

—¿Qué te sucede? —pregunta entre dientes, apretando sus puños con fuerza.

Junto valor antes de hablar.

—¿Qué es ésto? —pregunto lanzandole el sobre con todas las fotografías.

Él lo abre y comienza a ver las fotografías en sus manos. Su rostro pasa de enojo a arrepentimiento, mientras que mis lágrimas rebeldes comienzan a salir otra vez.

—No es lo que parece amor —dice suavemente intentando tomar entre sus manos mi rostro. No permito que me llegue a tocar.

—Quiero que terminemos —mí voz sale más débil de lo que esperaba pero es entendible.

—Fue un desliz mi amor, no me puedes dejar por eso —vuelve a decir suavemente con los ojos acuosos y a la fuerza me toma del rostro. Intento quitar sus manos, pero lo único que logro es que ejerza más presión.

—No puedo seguir más con esto, ya no quiero —mi voz sale rara por las ganas de llorar—. Recogeré mis cosas y me iré.

Su rostro pierde suavidad, sus ojos se vuelven a oscurecer, la rabia cruza por ellos, pero no me suelta y comienza a lastimarme.

—Tú no me dejarás —tiemblo cuando su rostro se transforma—. ¿Me escuchaste?, no me vas a dejar.

Me toma del brazo lastimandome e intenta arrastrarme a la habitación.

—¡Basta!, ¡entiendelo de una vez!, ¡no quiero seguir con ésto! —su puño se estrella contra mi mejilla tirandome al suelo.

Lo miro entre sorprendida y asustada, mi rostro palpita de dolor y la sangre comienza a salir de mí nariz.

Jamás me había golpeado, tengo miedo, y no creí que reaccionaría de ésta forma.

Me levanta del suelo violentamente.

—¡Entiendelo tú!, ¡sólo muerta me dejarás!— me paralizo totalmente y él me sigue arrastrando.

Reacciono empujándolo y corro hacía la puerta, estoy a nada de abrirla, pero me alcanza y me empuja contra la pared. Mi espalda me arde ante el golpe.

No logro moverme cuando ya estoy acorralada en la pared.

—¡Sueltame!—grito cuando me besa a la fuerza—¡Basta, por favor!—sollozo cuando abre la pretina de su pantalón.

Forcejeo con más fuerza cuando veo su intención, intento de todo para que me suelte, y una bofetada suya me voltea el rostro. Lloro cuando veo que todo es en vano, y dejo que haga lo que quiera conmigo.

Rompe mis shorts y el asco comienza a llenarme. Al lado mío, diviso un jarrón y una pequeña esperanza crece en mí.

Él saca su miembro del pantalón y antes de que cumpla su cometido, alcanzó el jarrón y lo rompo en su cabeza.

Cae inerte al suelo, y un charco de sangre se forma en el. Mi miedo aumenta al pensar que puede estar muerto.

Me quedo inmóvil en mi lugar mirándolo en el suelo. El sonido de mi móvil me saca del shock y corro para ver de quien se trata.

«Mi madre»

Contesto lo más rápido posible.

—¡Mamá! —lloro—, ¡por favor, ven a buscarme! —suplico.

¡¿Qué hiciste ahora Amber?! , ¡dime que no volviste a pelear con el amor que tienes por novio! —sollozo aun más, sin creer las palabras de mi propia madre.

—¡MAMÁ, ÉL ME GOLPEÓ Y ACABA DE INTENTAR DE ABUSAR DE MI! —grito consternada entre lágrimas.

—Algo debiste haber hecho para que lo hiciera —me suelto a reír secamente, no podía pedir más de mi madre—¿Qué le dijiste para qué reaccionara así?.

—Terminé con él, mamá —me sorbo la nariz—. ¿Me puedes venir a buscar sí o no? —digo borde.

—¡¿Cómo se te ocurre terminarlo hija?!, ¡pídele perdón y resuelve el problema que tengan!, ¡no quiero que te aparezcas por aquí si no es con ese chico a tu lado! —corta la llamada.

El dolor de no poder contar con mí propia madre y padre es mucho. Ellos siempre lo prefirieron a él y no van a aceptar que no esté en sus vidas.

Aún así, por un segundo pensé en contar con mi madre pero me equivoqué, estoy sola en ésto, nunca conté con ella y mucho menos con mi padre que hace todo lo que ella diga.

Nerviosa pienso en como irme de aquí. No puedo quedarme ni un minuto más.

Me acerco a él sigilosamente y con lágrimas otra vez rodando por mis mejillas, acerco mis dedos a su cuello.

Suspiro al sentir que tiene pulso y está vivo.

Tomo mi móvil, y marco a la única persona que sé que no me va a dar la espalda.

—¡Hola Amber!, ¡¿cómo estás?!.

—Valerie, ¿me puedo quedar un tiempo en tú casa, por favor? —suplico con voz entrecortada.

—No tienes ni que pedirlo Amber, ahora mismo te compro el billete para que vengas a Washington —responde seria y agradezco que no haga preguntas.

—Muchas gracias Valerie, me estás salvando la vida.

—Para eso estamos las amigas, adiós Amber.

—Adiós Valerie.

Corto la llamada y me apresuro a guardar mis cosas en tiempo record.

Con mis ahorros y algunas pertenecias importantes, me encamino hasta la puerta.

Él se remueve en el suelo y se que pronto reaccionará, por lo que salgo de ahí. Pido un taxi y abordo rumbo al aeropuerto.

Haré borrón y cuenta nueva.

Y a partir de hoy, comienza mí nueva vida sin mis padres y sin él.

Ruego a Dios que no los vuelva a cruzar en mi camino.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Where stories live. Discover now