CAPÍTULO 38 - FOTOGRAFÍAS

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CAPITULO 38

Fotografías.
Maratón 3/3

Amber.

Había logrado sobrevivir estos últimos días a la tempestad que venía siguiendome últimamente. La empresa era la tranquilidad en su máxima expresión y eso se debía al hecho de no tener al gran CEO en el pais por quién sabe qué asunto. No quise saberlo tampoco.

Logré evitar con éxito las malas lenguas y el hecho de que James no se encuentre me ha favorecido en todos los sentidos.

Me ha agregado paz en un momento de guerra.

Hoy mí día terminó bien, por decirlo de alguna manera. Estoy yendo a descansar a mi casa y hasta la hora no me he cruzado ningún percance.

Entro al edificio y saludo al recepcionista como de costumbre.

—Señorita Amber, hay una mujer que la busca —comunica antes de que yo cruce hacia el elevador.

¿Mujer?

—¿Quién?

Él señor abre la boca, pero la vuelve a cerrar cuando es interrumpido.

—Amber, querida.

Me tenso al escuchar esa voz y no me molesto en fingir una sonrisa al voltear a ver a la mujer que se acerca del ala este de la recepción.

—Señora Anderson —pronuncio de forma seca y desinteresada—. ¿A qué viene?

No entiendo qué es lo que hace aquí, pero solo espero que no venga a lo mismo que Scarlett porque no voy a dejar que me insulte y mucho menos en mi casa. Suficiente con aguantarme los rumores que se viven creando en la empresa y por los que debo callar para no crear problemas.

—Megan, solo llámame Megan, por favor —no contesto y la insto a continuar con unas señas—. Solo vengo a hablar contigo.

—Usted y yo no tenemos nada de que hablar. Le pido por favor que no me vuelva a molestar, ni usted, ni su familia —me devuelvo al elevador escuchando el suspiro de la mujer que vuelve a hablar antes de que ingrese al cubículo.

—Solo escúchame, no es necesario que me hables. No quiero discutir y tampoco vengo a faltarte el respeto —la observo de reojo—. No pido más que unos minutos.

—Le doy diez minutos —me regala una dulce sonrisa y sube conmigo al apartamento.

Dejo que se adentre a mi hogar y se acomoda en unos de los sofás. Suelto mis cosas en la encimera y me apoyo en ella.

—Tu casa es muy bonita —comenta.

—Al grano, señora —suspira y toma una posición un tanto relajada.

—Antes de ser madre, también fui y soy mujer, y no tengo el derecho de juzgarte —enarco una ceja inquisitiva—. Ninguno de mis hijos merece sufrir...

—¿Y yo sí, señora? —me cruzo de brazos acercándome de forma lenta cerca de la sala.

—No. Por supuesto que no.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Where stories live. Discover now