Capítulo 8

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CAPÍTULO 8

Amber.

Estoy en la pista con Pierce, luego de que las miradas de James fueran tan incomodantes que no podía estar ni cerca suyo, el rubio me sacó a bailar y me quitó de ese ambiente tenso. Él tampoco parecía agradarle la presencia de James.

Nos acercamos más cuando la música cambia, y comienza a sonar una un poco más lenta. Me toma por la espalda baja y yo coloco mis manos en sus hombros.

—Eres muy hermosa, Amber—musita Pierce cerca de mi oído erizandome la piel. Me sonrojo y el suelta una risa ronca, avergonzandome aún más.

No contesto, no me creo capaz de decir una palabra sin que salga un monosílabo. Él esconde su rostro en el hueco entre mi cuello y mi hombro mientras no dejamos de bailar. Pierce me hace sentir tan bien pero aún siento que no lo conozco de un todo o mejor dicho no lo conozco en lo absoluto.

Se separa de mi y lleva su mano al bolsillo delantero de su pantalón sacando su celular con una llamada entrante.

—Discúlpame—me dice elevando un poco la voz por la música, apuntando a su móvil y tomando un poco de distancia. No pasan más de dos minutos y vuelve otra vez con cara apenada—Yo... Lo siento, debo irme Amber.

Se rasca la nuca nervioso.

—No te preocupes, ve—le digo y sonrío dulcemente.

—¿Podrás irte....?

—Tomaré un taxi—aclaro para que no se preocupe.

—Bien—asiente y me da un beso en la comisura de mi boca, sorprendiendome. Me da esa sonrisa burlona pero a la vez coqueta que, como siempre, me deja peor que un tomate—Cuídate.

Se despide y me deja sola en medio de los cuerpos sudorosos que a pesar de ser lunes, son una multitud.

De pronto, siento una mirada quemarme en cada paso que doy, y no es la de cualquiera. No. es la de él.
No se que es lo que le sucede, no entiendo cual es su insistencia en no perderme de vista. Quiero que me ignore al igual que a los otros pasantes, ser un cero a la izquierda, alguien que solamente trabaje en su empresa, nada más.

Y lo que en el fondo me molesta, es que yo tampoco puedo ignorarlo, necesito tenerlo aunque sea, un par de segundos en mi campo de visión.

Lo busco con la mirada, es en vano luchar contra mi cordura teniendo algo de alcohol en las venas. Me detengo cuando lo diviso en la barra, pero no está solo, está en la compañía de Nataly. Ignoro la punzada en mi pecho e inevitablemente, las palabras de la pelirroja llegan a mi cabeza. Ésta le habla pasando sus manos por su definido torso, pero aún así, tiene su mirada puesta en mi.

Me doy la vuelta para cruzar al otro lado de la pista, se los propósito de la pelirroja y si él quiere estar con ella, no seré impedimento. Después de todo, solo soy la pasante con la que tuvo un desliz.

La música vuelve a cambiar y está vez suena una más sensual, una que no conozco.

Medio me mareo y detengo mi paso. De la nada, siento dos manos en mis caderas atrayendome a un cuerpo. El aroma a loción masculina, una que ya conozco, evita que me alarme y giro sobre mis pies para quedar de frente.

Mi mirada va directo al hombre que me mira como si me quisiese matar, sin saber porqué. Su mandíbula cuadrada está tensa, sus ojos me fulminan pero no afloja el agarre en mis caderas.

—Estás jugando con fuego—susurra con la voz ronca. No entiendo a que se refiere pero no digo nada.

Entro en un estado de hipnotizacion al ver ese oscuro verde que adorna sus ojos, por inercia, enrollo mis brazos en su cuello.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Where stories live. Discover now