CAPÍTULO 39 - BERLÍN

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CAPÍTULO 39

Berlín, Alemania.
12:21 PM.

Amber.

La azafata que se encargó de atendernos todo el viaje me sacude con delicadeza. Trato de mantener mis ojos abiertos en contra de mis párpados que anhelan cerrarse ante la primera oportunidad.

—Señorita, ya hemos aterrizado.

Asiento tomando mi cabeza para estabilizarme. James ya no se encuentra y la luz entra por la puerta abierta. Espero y no se haya ido sin mí, porque ahí no habría insulto que no me faltase para él.

Antes de bajar, peino mi cabello con mis dedos y me hago una coleta mal hecha. No puedo bajar como un león. Por cada paso que desciendo en las escaleras, maldigo. Juro que lo hago con todo mi ser.

El frío es insoportable.

Del otro lado de la pista, casi igual de boscosa que la anterior, está James con un gabán negro al igual que toda su ropa y unos lentes que le cubren de los rayos del sol. Porque sí, hay mucho sol y aún así el frío es para matarse. Por detrás hay un coche negro que no había visto hasta ahora.

Está hablando con un hombre regordete de estatura baja, tiene un abrigo en el brazo a parte del que tiene puesto. Parece querer esconder la mirada de la de James que no tiene un gramo de simpatía en el rostro.

De lejos puedo sentir su mal humor.

Camino hasta ellos, abrazándome en un intento en vano por entrar en calor. Los pantalones de pijama no sirven de mucho y la blusa de tiras ni se diga.

Llego a un lado, ganandome la atención del hombre. James apenas mueve un poco la cabeza en mi dirección y rápidamente la pone de vuelta en su acompañante. Me molesta en demasía no verle los ojos.

—Willkommen in Deutschland, Fräulein.¹

Una mueca me sale en vez de una sonrisa. No puedo hablar por el frío.

Su mirada recae en el escote de mi blusa y trato de cubrirme más ante la incomodidad.

—Sieh sie dir noch einmal an, und ich werde dir die Augen ausstechen ² —el tono autoritario y severo de James lo exalta y esconde nuevamente la mirada—. Geh weg. ³

Asiente a lo que dice, le entrega el abrigo y se va de forma inmediata. Despavorido, diría.

—¿No tienes frío? —lo fulmino con la mirada. Él esboza una pequeña sonrisa efímera que trata de ocultar—. Esto es tuyo.

Estrella el abrigo marrón en mi cara y se sube al coche sin esperarme.

Imbécil. Imbécil. Imbécil.

Ich hasse dich—mascullo en lo que avanzo a regañadientes al coche. Soy recibida por un ambiente acogedor que alivia un poco el frío.

James se limpia la barbilla con una sonrisa.

Me escuchó, claro.

Luego de un rato conduciendo dónde no nos dirigimos la palabra, él se detiene frente a un enorme edificio. Por fuera luce normal, algo básico diría. Claro, al entrar se me descuelga la mandíbula y me arrepiento al instante de llamarlo básico. El hotel es por completo de un estilo clásico.  Las paredes y el suelo de mármol brillan de manera resplandeciente y las lámparas de cristal son los que determinan el gran lujo.

No sé porqué creí que nos quedaríamos en un hotel más del montón siendo James quién es. A veces se me olvida que es un millonario egocéntrico.

Él no voltea a verme en ningún momento en lo que avanza a recepción.

Mi Jefe +18 © [En Proceso]Where stories live. Discover now