Mi Jefe +18 © [En Proceso]

Capítulo 16

CAPÍTULO 16

Amber.

Sus palabras hacen que retroceda con incredulidad. Abre los ojos y lo que veo en ellos me da un vuelco al corazón. En sus iris se ve reflejado el más grande de los arrepentimientos y de alguna u otra manera siento que me duele.

—No debí decir nada, lo siento. —pasa por mi lado y quedo de pie sin moverme. ¿Por qué no digo nada?

—James… —La sequedad de mi garganta hace que mi voz salga casi inaudible. Me giro para verlo en frente del minibar empinandose de un solo trago un vaso de whisky.

—Olvídalo, Amber. —se sirve otro vaso y no pienso al momento de dar una respuesta clara.

—Es que sí quiero, James —se lo digo con una seguridad no característica de mi. Verlo de esta manera cambió mi respuesta inicial. Yo cambio cada que estoy con él.

—No tienes que aceptar por obligación, Amber. Lo que te propuse solo fue por tu condición, nada más.

Aparto la mirada ante su aclaración. Creí por un momento que… no. No puedo ser más ingenua al creer que lo hizo porque realmente lo quería. Sé, sé porqué lo hizo, pero aún así no entiendo ese sentimiento raro en mi pecho.

—No lo hago por obligación, sino porque realmente no tengo otra opción —afirmo con seriedad.

—Bien.

—Bien —trago saliva.

Nos miramos fijamente sin palabras de por medio. La aparta para terminar su vaso y suspira unos segundos que me parecen una eternidad. Duda pero camina hacia mí y no hago nada cuando toma mi rostro entre sus manos. Cuando creo que me va a besar, solo deja un casto  beso en la comisura de mis labios.

—¿Puedo besarte? —susurra y siento su pelea interna que solo me deja aún más confundida de lo que ya estoy. Sus cambios de humor me hacen preguntarme muchas cosas, pero me las guardo para otro momento.

Sonrío por su pregunta, pero no respondo. Hago algo mucho mejor y es besarlo con ansias.
Suelto un grito de sorpresa cuando me toma de los muslos para que enrolle mis piernas en su cintura. Se separa de mis labios para ir dejando suaves besos por mi cuello mientras comienza a caminar conmigo en brazos. Lo hace tan fácilmente como si no pesara nada.

—¿Qué haces, James? —pregunto entre risas.

—Llevarte a mi cama —enrojezco y dejo de reír.

—¿Para qué? —escondo la mirada con las imágenes que llegan a mi cabeza y me siento estúpida por preguntar eso.

Se ríe.

Me es tan satisfactorio escucharlo reír, es música para mis oídos.

—¿Qué se hace en una cama, Amber? —se mofa con una sonrisa seductora que muestra su perfecta dentadura.

—¿Dormir? —niega mirándome malicioso.

—Créeme que dormir no es una opción preciosa. Al menos, no por esta noche.

Mis mejillas arden a más no poder. Él solo sonríe al ver el efecto que me causan sus palabras, y es que puede ponerme de todos los colores en cuestión de segundos.